Capítulo 5

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 No dice más, me arrastra con él entre la multitud. No sé si es por la sensación que recorre mi brazo ante su contacto, por lo confusa que estoy o porque sigo intentado recordar de donde me suena conocido lo que acaba de pasar, que soy incapaz de decir algo y protestar. Simplemente me dejo llevar.

Al llegar a la entrada, hay un hombre que le entrega las llaves de un auto. Me guía y abre la puerta del copiloto para mí, me mira y sin decir nada me indica que entre. Titubeo. Vuelvo la mirada a la entrada, posiblemente mis amigos no se han percatado de lo ocurrido y aunque sé que los dejo botados de nuevo. Soy incapaz de negarme y subo al auto. Se agacha y me coloca el cinturón, de nuevo esta ahí esa sensación de deja vu que sentí antes. ¡Rayos!

Lo observo mientras rodea el auto, viste impecable con un traje gris de 3 piezas, que resalta su altura. Pero... ¿Qué hace aquí? Y ¿por qué dijo que era suya? Sube al auto y lo pone en marcha. Me giro hacia él y lo miro interrogante. No sé si debo preguntar, aunque tengo millones de preguntas.

― ¿Quién eres? ―Pregunto y veo como se forma una sonrisa en sus labios― ¿Qué es tan gracioso?

―Nada. Es solo que eso ya me lo habías preguntado ―Contesta sin dejar de sonreír. ¿Ya lo había preguntado? ¿Cuándo? Me siento confundida, no recuerdo haberlo hecho. Tiene que estar burlándose de mí.

―Pues no lo recuerdo. Así que ¿Serias tan amable de decirme quién eres?

―Min.

― ¿Min? ―Su sonrisa se amplía aún más― ¿Solo Min? ―Lo miro atentamente. Siento que me estoy perdiendo de algo importante. ¿Qué es?

― ¿Estas bien? ―Pregunta volviendo su expresión seria, ignorando mi pregunta.

―Si. Pero ¿Por qué me ayudaste? ―Se encoge de hombros.

―Porque era un hombre y tú eres una chica.

―Podía encargarme de él ―Afirmo. Aunque estoy segura de que no habría podido hacerlo, pesaba al menos 20 kg más que yo.

―Si tú lo dices ―Dicen condescendiente.

― ¿Me estas siguiendo? ―Suelto y veo como se pone rígido ante mi pregunta. Aunque creo que se la respuesta. No me intimida en lo mínimo si es como lo imagino, pues desde luego que no creo que haya sido una coincidencia que apareciera ahí en el momento justo― ¿Eres un acosador? ―Sonríe.

― ¿Parezco uno? ―Lo examino con la mirada. No creo que alguien que viste un traje de marca y conduzca un auto último año tenga como pasatiempo acosar y menos a alguien como yo.

―En realidad nunca he visto uno, así que no te podría decir como son ―Comento― Aunque tampoco creo en las coincidencias ―Digo entrecerrando los ojos y mirándolo con desconfianza.

―Créeme que soy la última persona de la que deberías preocuparte. Nunca te lastimaría ―Sus ojos recorren mis muslos, pero no es de forma pervertida, más bien su expresión es de preocupación. Es como si supiera lo hay debajo de los pantalones que llevo puestos hoy.

Lo que me recuerda al tipo del taxi. Por un momento podría asegurar que es él, pero no tengo pruebas más que mi mera impresión, así que me reservo mis comentarios y miro por la ventanilla.

― ¿Por qué no has bebido hoy? ―Pregunta después de un rato. Su pregunta me sorprende.

― ¿Cómo sabes que no bebí o mejor dicho que no lo hice?

―Porque las dos ocasiones que te he visto o estas ebria o tienes resaca ― ¿Dos ocasiones? Solo puedo recordar esa vez en el supermercado.

― ¿Dos? ―Me está siguiendo. ¿Por qué?

AdictaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora