CAPÍTULO UNO

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Había días en los que abría los ojos y se quedaba en la cama observando un punto fijo en el techo mientras se preguntaba si valía la pena levantarse. Pero entonces pensaba en sus pequeños hermanos y en qué sería de esos pequeños si él se dejaba vencer por el dolor de haber perdido a todos los que amaba. Era por ellos que Luke encontraba fuerzas para levantarse y emprender un nuevo día. El omega se giró en la cama y tomó el pequeño reloj antiguo de su mesa de noche: las 7 am. Aún tenía unos minutos para él solo antes de que las sirvientas llegaran para preparar su baño.

Corrió las cobijas y se levantó de la cama. Caminó con los pies desnudos por el suelo frío, no le importó. Hacía mucho tiempo que dejó de sentirlo, había dolores más fuertes a los que se enfrentó y ahí estaba, vivo, aunque a veces sintiera deseos de no estarlo. Abrió las ventanas y el frío gélido del invierno lo golpeó, pero a diferencia de antes fue algo que disfrutó. Cuando era pequeño odiaba esa estación del año, siempre fue la primavera su favorita, pero desde hacía poco más de un año Luke sentía que el invierno era su mejor representación: Frío, triste y sombrío, como era su vida ahora.

Salió de sus pensamientos cuando escuchó golpes en la puerta. Suspirando se preparó para iniciar con su rutina. Pronunció un débil "adelante" y dos sirvientas entraron de inmediato, hicieron reverencias para luego dirigirse directamente al cuarto de baño. Mientras ellas se encargaban de llenar la bañera con agua caliente Luke fue a su guardarropa y comenzó a revisar entre sus prendas, el color predominante fue el negro, algo muy extraño en un omega que siempre preferían los colores cálidos. Pero Luke estaba de luto y lo estaría para siempre. Cuando las sirvientas terminaron con su tarea se marcharon dejándolo solo y Lucerys fue directamente al cuarto de baño, se despojó de su camisón y entró en el agua caliente, sintió su piel arder, pero se sintió bien, un dolor diferente siempre era bienvenido.

Se quedó allí hasta que el agua comenzó a enfriarse, se vistió y arregló su cabello. No pudo evitar sentir pena de su apariencia. La piel cetrina, las ojeras bajo sus ojos debido a su dificultad para dormir y su clara pérdida de peso. ¡Por todos los dioses! No era ni la sombra del niño que fue antes, pero Luke no tenía deseos de hacer nada al respecto. Respiró profundo y, ajustado el cuello de su capa negra, salió de su cuarto.

Aunque llevaba meses viviendo nuevamente en la Fortaleza Roja aún no se acostumbraba a ella, no cuando el motivo de su presencia era la pérdida de toda su familia. Había momentos en los que recorriendo los pasillos podía escuchar la voz de su madre llamándolo como cuando era pequeño, o la risa divertida de Jace al invitarlo a hacer una travesura. Tuvo deseos de llorar, pero apretó los puños con fuerza y se obligó a mantenerse fuerte frente a los guardias y sirvientas que lo saludaban con amabilidad, aunque él se estuviera muriendo por dentro. Continuó su camino y se detuvo frente a uno de los cuartos, dio unos suaves golpecitos y luego escuchó una voz suave susurrar "adelante". Lucerys movió el picaporte y entró. Fue recibido con una reverencia por parte de la sirvienta presente y una sonrisa cálida de Alicent quien permanecía en la cama.

—Buenos días, su Majestad —saludó el omega haciendo una leve reverencia.

—Buenos días, Príncipe —correspondió ella antes de tener que cubrirse la boca cuando comenzó a toser. La sirvienta se apresuró a tomar un vaso con agua, pero Luke negó y fue él quien se ocupó de ayudar a la cansada omega.

—Puedes retirarte, me ocuparé de ella —susurró Lucerys. La joven asintió y luego de hacer una reverencia se marchó dejándolos solos. Cuando Alicent logró calmarse se limpió los labios con su pañuelo.

—Aún me sorprende que vengas a visitarme —dijo la omega con voz rasposa producto de la tos.

—Venir aquí y ayudarle me hace sentir un poco más útil —explicó Lucerys sentándose en la silla vacía—. Además, creo que esto es algo que haría madre si estuviera aquí. —Sintió un nudo al evocar el recuerdo de Rhaenyra Targaryen.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora