CAPÍTULO VEINTISIETE

1.9K 160 41
                                    



La noticia corrió por todo el Reino con una rapidez inusitada.

Luego de unas cuantas semanas, todo Poniente y las tierras de los Targaryen más allá del Mar Angosto sabían que los Reyes tenían un par de nuevos Príncipes completamente sanos y fuertes que eran la alegría de toda la familia real y de Marcaderiva gracias a los banquetes que ambos habían ofrecido en honor a los pequeños.

No era nuevo para nadie aquel tipo de celebraciones, luego de que un Príncipe naciera, se había hecho tradición de parte de Aemond y Lucerys celebrar con toda su gente, desde Desembarco del Rey hasta el Muro recibían buena comida y bebida de parte de sus monarcas como agradecimiento por su trabajo y sus buenos deseos.

Esa era la forma en la que Lucerys había decidido compartir la bonanza de sus arcas llenas gracias a los esfuerzos de su gente y no podría sentirse más agradecido por ello. Cuando el sangrado se detuvo lo suficiente y ambos bebés estuvieron más fuertes luego de sus primeros días como recién nacidos el omega decidió que quería dar un paseo con ellos y sus dos hijos mayores.

No los había abandonado, no del todo, pero el estar enfocado en Maelys y Naerys durante tantos días no se sentía del todo bien, aun cuando Daenyra y Laenor habían permanecido con él en sus aposentos la mayor parte del día para admirar a sus hermanos.

—¿Está seguro de esto, Majestad? —preguntó Leyla acomodando la manta en torno a Maelys con cuidado antes de tomarlo en sus brazos.

—Lo estoy, Leyla, el aire fresco nos hará bien y el calor del sol definitivamente nos sentará magníficamente luego de estar encerrados aquí durante tantos días —respondió con una sonrisa tomando a Naerys y asintiendo a Olein para que fuera por sus hijos a sus respectivas habitaciones, que parecían más que entusiasmados por jugar en el jardín del arciano mientras él estaba con ellos.

Habían sido los niños más tiernos y cuidadosos con los bebés, siempre con sus ojos puestos en ellos y con sus manos tocando sus diminutos dedos como si fueran un milagro que podría desaparecer.

Él los entendía, luego del funeral de Baelor ninguno de ellos había sido el mismo, incluso escuchó a la servidumbre hablar de Daenyra, y como a veces pedía ir a pozo dragón para acariciar a Caraxes mientras lloraba en silencio; eso había roto su corazón en mil pedazos, su pequeña Princesa no debió de haber vivido algo así tan joven, pero a pesar de todo, se habían ido recuperando hasta volver a sonreír como antes, especialmente luego del nacimiento de los gemelos.

Salió de la habitación con una sonrisa en su rostro mientras Naerys se quedaba dormido en sus brazos con el balanceo de su caminar, el pequeño parecía disfrutar estar contra su pecho a todas horas, a pesar de ser bastante tranquilo cuando lo amamantaba y lo dejaba en su cuna.

—Vaya, parece que al fin se atrevió a salir de sus aposentos, Majestad —escucharon la voz burlona de Ser Criston antes de tomar el camino al pasillo de las habitaciones de sus hijos, deteniendo a su cortejo de manera automática mientras se tensaba.

Cole había sido cuidadoso con sus comentarios, pero no lo suficiente, había llegado a sus oídos, gracias a sus sirvientes y soldados leales las burlas acerca de su trabajo de parto y como había dado un espectáculo en la fiesta de cumpleaños de la Reina sólo por ser el centro de la misma. No había hecho caso a los mismos, enfocado en los bebés, pero esto era otro nivel de descaro.

—Ser Criston, ¿no debería de estar cuidado los aposentos de la Reina? En vez de estar aquí, haciendo comentarios fuera de lugar —preguntó Lucerys enfocando su mirada en él con una ceja levantada sin poder evitar observar su rostro lleno de burla.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora