CAPÍTULO VEINTIDOS

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Pasó una semana desde el ataque que había dejado a Aemond casi al borde de la muerte. En todo ese tiempo Lucerys no se apartó de su lado, se sentía en la necesidad de cuidarlo tanto como le fuera posible pues no dejaba de sentirse culpable por lo ocurrido, incluso el consejo mandó a llamarlo para que los pusiera al tanto de la salud del Rey y Lucerys tuvo que aceptar que quizás había cometido un error. Sí, ningún soldado pereció en la batalla, pero estuvieron a punto de dejar a Poniente sin Rey. Ni siquiera le quedó el consuelo de saber que había acabado con todos los piratas.

Otto se encargó de hacerle saber con tono arrogante que muchos lograron escapar y que no dudaba que en algún momento buscarían la manera de vengarse por lo ocurrido. Lucerys había abandonado la sala del consejo sintiéndose como el omega de hacía años. Debía aceptar que todo era más fácil cuando Aemond estaba a su lado, su sola presencia le daba la seguridad que necesitaba para enfrentar a todos esos alfas que esperaban verlo caer.

—Luke, ¿estás bien? —preguntó Aemond haciéndolo salir de sus pensamientos. El omega dejó de ver al jardín y volteó a ver a su esposo con una sonrisa mientras se acercaba a la cama.

—Sí, sólo estaba pensando en la reunión que tuve hoy con el consejo —explicó sentándose a su lado. El alfa dejó el libro que estaba leyendo y tomó una mano de su esposo la cual apretó fuerte, pero sin llegar a hacerle daño.

—¿Sucedió algo? ¿hicieron algo en tu contra? —interrogó frunciendo el ceño. Luke negó.

—No, es sólo que ellos cuestionaron mis decisiones de aquel día —susurró—. Por primera vez no pude contradecirlos. En mi afán de llevarle la contraria a Lord Mano te puse el peligro a ti. Pero, yo sólo no quería que nadie muriera. —Lucerys bajó la mirada y se mordió el labio inferior, era difícil aceptar que ese hombre había escogido las palabras correctas para que la culpa se apoderara de Lucerys. El omega se sobresaltó cuando los dedos fríos de su esposo lo tomaron del mentón haciendo que levantara la mirada sólo para encontrarse con una sonrisa habla de parte del alfa.

—Hiciste lo que tu corazón te decía que hicieras —respondió el alfa—. Todos merecemos vivir, no importa qué lugar ocupamos, toda vida vale, Lucerys. Estoy orgulloso de ti —dijo Aemond con seguridad. Luke sintió sus labios temblar y sin pensarlo se arrojó a los brazos de su esposo, teniendo cuidado de no golpear sus heridas.

—Tuve mucho miedo de perderte, de quedarme solo, de tener que decirles a nuestros hijos que no volverían a verte —murmuró el omega haciendo todo lo posible para no llorar.

—Eso no sucederá, nada ni nadie me apartará de ustedes —prometió el alfa acariciando con cariño los rizos del Luke mientras dejaba escapar un poco de sus feromonas para tranquilizarlo—. No importa lo que suceda, tú y yo nunca nos separaremos —dijo con seguridad y Luke asintió, sabiendo que Aemond no rompería su promesa.  

—Aemond..., yo... —Luke se acercó un poco más a su esposo con la clara intención de besarlo, llevaba mucho tiempo añorando un contacto más cercano con su esposo. Estaba a escasos centímetros cuando la puerta del cuarto se abrió y la voz de Daenyra lo hizo apartarse.

—¡Papá! —gritó la niña junto a su pequeño hermano antes de que los dos treparan a la cama para abrazar a Aemond. El alfa hizo una mueca, si bien sus heridas estaban cicatrizando aún dolían, pero no quería que sus hijos supieran lo que le había sucedido.

—Mis pequeños, los extrañé tanto —dijo Aemond mientras besaba sus cabecitas.

—Nosotros también —dijo la niña mientras Laenor intentaba pronunciar algunas palabras que aún eran complicadas para él. Luke sonrió y tomó en brazos a su pequeño.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora