CAPÍTULO VEINTITRÉS

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Lucerys tenía un cúmulo de emociones que iban desde la felicidad a la tristeza. Luego de años regresaba al lugar que siempre consideró su hogar: Rocadragón. El lugar que su madre escogió para que crecieran lejos de las palabras crueles y las miradas de odio hacía él y sus hermanos. Rhaenyra dejó Desembarco del Rey, demostrándoles a todos que ella siempre escogería a sus hijos.

De pie frente a las imponentes puertas de madera Luke sintió que retrocedía en el tiempo cuando llegaron a Rocadragón, temeroso de lo que sucedería, pero siempre estaría seguro de que ella tomó la decisión correcta, Jacaerys, Joffrey y él crecieron lejos de todo aquello que les hacía daño. Pensó que nunca volvería, pero ahí estaba junto a su familia. Daenyra se sujetaba de su capa como él lo había hecho en el pasado con el vestido de su madre mientras Aemond tenía en brazos a Laenor, el alfa se negaba a que Luke cargará al pequeño ahora que estaba nuevamente embarazado.

La decisión de visitar Rocadragón era porque Luke deseaba que sus hijos conocieran el lugar donde él se había criado y donde pasó los mejores momentos de su niñez junto a las personas más amadas de su vida. Hubo grandes celebraciones para anunciar al nuevo bebé de los Reyes de Poniente y Aemond decidió que no había mejor regalo de su parte que llevar a su esposo a un lugar que sin duda era importante para él a pesar de los años. Aemond le había pedido a su madre que se encargará de que el lugar estuviera en condiciones de ser habitado pues lleva muchos años en soledad, así que la Reina se había encargado de enviar personas de su confianza para que se encargará de dichas tareas así que ellos ahora podían disfrutar del lugar.

—¿Aquí naciste, papá? —preguntó Daenyra con interés. Luke le sonrió a la pequeña mientras acariciaba sus cabellos.

—No, yo nací en Desembarco del Rey, pero tu abuela Rhaenyra decidió que viviéramos aquí —le explicó. Daenyra frunció el ceño.

—¿Por qué? —cuestionó ella. Luke guardó silencio, no podía decirle la verdad a su hija de cómo durante años él y sus hermanos fueron señalados por ser bastardos incluso por su propio padre y abuela.

—No lo sé, ella lo quiso así —mintió. La niña no parecía muy convencida, pero no hizo más preguntas, se acercó a Aemond y extendiendo los brazos le pidió que le entregara a su hermano. Laenor sonrió feliz cuando su hermana lo tomó de la mano con la intención de atravesar el puente que los llevaría hasta la entrada.

—Vamos Laenor, recorramos el castillo —propuso la pequeña, luego volteó a ver a los hijos de Helaena—. Jaehaerys, Jaehaera, ¿vienen? —preguntó. Ambos hermanos asintieron y se unieron a ellos, por supuesto Jaehaerys siempre al lado de Daenyra que no ocultaba su felicidad ante tal acto. Aegon, Viserys y la pequeña Visenya estaban pasando una temporada con sus abuelos, pero Luke esperaba que pudieran viajar para reunirse con ellos.

—Nunca estuve aquí, tengo mucha curiosidad —comentó Helaena mientras seguían a los niños.

—Te encantará, conozco cada pasadizo secreto en donde estoy seguro de que encontraras cosas de tu agrado —dijo Luke mientras acariciaba su vientre que aún no era demasiado grande pues no hacía mucho tiempo de su embarazo.

—Espero encontrar una tarántula —respondió la omega juntando las manos con emoción.

—Esposo, sólo ten cuidado —dijo Aemond mientras le rodeaba los hombros con uno de sus brazos. Luke sonrió.

—Por supuesto, querido esposo —le respondió mientras entraban al lugar. Los guardias que habían enviado hicieron reverencias y los saludaban dándoles la bienvenida. Aemond no había enviado demasiados soldados a Rocadragón, creía que no era necesario ya que no pensaban quedarse durante mucho tiempo fuera de Desembarco del Rey, Aemond le había pedido a su hermano Daeron que permaneciera en el lugar para mantenerlo al tanto de los movimientos de su abuelo y el alfa había aceptado.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora