CAPÍTULO CINCO

4K 398 67
                                    



Lucerys no pudo evitar sonreír mientras caminaba por los pasillos del castillo, incluso su aroma se sentía más dulce. Aemond y él no habían cruzado muchas palabras, pero por primera vez el alfa no tuvo hacía él palabras crueles que sólo lo hacían sufrir. Apretó las manos contra su vientre, quizás era demasiado pronto para pensar que tal vez había una pequeña oportunidad de que Aemond cambiará con el paso de los meses y la convivencia, después de todo serían esposos y compartirían más que una cama. Ese sólo pensamiento lo hizo sonrojar y apresuró sus pasos, sabía que Helaena y la Reina a esa hora se reunían para su tiempo de bordado mientras cuidaban a los niños y pensó que sería buena idea contarles lo ocurrido.

Cuando entró al cuarto como siempre los niños jugaban en la alfombra con sus nodrizas. Luke se tomó el tiempo para besar las cabecitas de sus hermanos y de los hijos de su tía y luego se acercó al sillón en el cual ambas estaban sentadas. Helaena le sonrió y se movió para darle espacio a Lucerys.

—Veo que has decidido usar mi obsequio. Me hace muy feliz, además, luces precioso con ella —alargó Alicent y el omega se sonrojó.

—Pensé que al menos por hoy podría dejar el luto —susurró—. Aunque no sé si es lo correcto, ha pasado tan poco tiempo. —Se sentía un poco culpable de usar colores cuando no había pasado ni un año de la muerte de su familia. Alicent tomó una de sus manos y la apretó suavemente.

—El luto se lleva en el corazón, Lucerys, no en la ropa que vistes —le dijo y Luke sintió que eran las palabras que necesitaba escuchar para que la culpa pasará a un segundo plano.

—Gracias —susurró el omega y la reina le sonrió.

—Hay algo que deseas contarnos, ¿verdad? —interrogó la reina y enarcó una ceja cuando vio que las mejillas del omega se sonrojaban.

—Me encontré con Aemond en el Arciano —comenzó—. Al principio tuve miedo de que me dijera algo, pero por primera vez pudimos intercambiar algunas palabras sin insultos de su parte. —Sonrió rascando una de sus manos—. Incluso se preocupó por mi salud y me pidió que regresara dentro. —Bien, quizás él no se lo había dicho con demasiado tacto, pero Lucerys no tenía eso en cuenta, Aemond siempre había sido brusco con las palabras, incluso de niños —. No me quiero engañar a mí mismo, sé que él nunca me amará, pero tal vez pueda llegar a tenerme aprecio —susurró.

Alicent y su hija intercambiaron miradas, claramente ellas deseaban lo mismo, pero para que eso ocurriera Aemond debía dejar de estar bajo el yugo de su abuelo, de otra manera Lucerys nunca podría llegar a su corazón. Aun así, no perdían las esperanzas de que con el tiempo Aemond abriera los ojos a la realidad.

—Eres un omega maravilloso, Lucerys. No deseo otra cosa que no sea que mi hijo se de cuenta de lo valioso que eres. —La Reina colocó una mano en la mejilla del chico—. Tengo fe en que tarde o temprano lo hará. Pero si eso no llegará a suceder te prometo que yo nunca permitiré que te haga daño, ¿está bien? —prometió y Luke asintió. Cuando hablaba con la Reina sentía que lo estaba haciendo con su madre y era una sensación agradable, no había muchos omegas en el castillo y él tenía muchas dudas. Faltaban algunas lunas para la boda, pero Luke sentía que había muchas cosas que debía conocer.

—Yo..., no quisiera parecer atrevido, pero tengo muchas dudas con respecto al matrimonio —les confesó estrujando sus manos.

—Puedes preguntarnos lo que quieras, Lucerys, no queremos otra cosa que no sea ayudarte —lo alentó Alicent. Luke guardó silencio unos segundos y luego se decidió a hablar.

—¿Duele? Me refiero a la noche de bodas —preguntó con las mejillas tan rojas como dos manzanas. Lucerys tenía mucho miedo de que Aemond lo lastimara y que él no pudiera hacer nada para negarse.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora