CAPÍTULO ONCE

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Aunque Lucerys no se lo hubiera dicho la noche anterior, Aemond lo habría descubierto en cuestión de segundos. El aroma del omega se había vuelto mucho más dulce y atrayente, intentaba seducir a su alfa para que le diera alivio durante su celo. Mientras Luke aún dormía, Aemond se acercó y olfateó sus glándulas. Sí, sólo era cuestión de horas. Aun dormido, Lucerys se volteó en la cama hacía el lado contrario y abrazó la almohada mientras sonreía.

Aemond acarició sus cabellos con cuidado, nada le gustaría más que estar a su lado en esos momentos, pero como el nuevo Rey debía iniciar con su trabajo, había muchas reuniones que atender y no quería dejar nada en manos de su abuelo. En contra de su voluntad el alfa movió con cuidado a Lucerys para que despertara. Luke tenía el suño ligero, así que no le llevó mucho tiempo conseguirlo.

—¿Aemond? ¿Qué sucede? —preguntó cuándo finalmente abrió los ojos aun adormilado.

—Lamento tener que despertarte, pero necesito hablar contigo —dijo el alfa. Lucerys asintió y sentándose en la cama se restregó los ojos en un intento por agudizar su visión—. Luke, sé que es cuestión de horas para que tu celo comience —comentó Aemond sin ningún tipo de vergüenza—. Nada me gustaría más que poder quedarme aquí contigo, pero sabes que ahora como Rey tengo obligaciones que cumplir con el Reino —le explicó—. Por eso te pediré que cuando me necesites mandes a un sirviente a buscarme y yo vendré a ti, ¿de acuerdo? —le dijo tomando una de las manos del omega.

Luke sonrió, que Aemond estuviera preocupado por su bienestar le hacía sentir un calorcito en su pecho. Sí, estaba en precalentamiento, pasarían varias horas antes de que el deseo se apoderara de él y no le parecía justo que Aemond dejara de cumplir sus obligaciones sólo para estar a su lado, había demasiadas personas que dependían de las decisiones de su esposo.

—Está bien, prometo llamarte cuando te necesite —respondió el omega y fue recompensado con un beso.

—Vuelve a dormir, pediré a las sirvientas que estén pendientes y te traigan el desayuno —susurró a tan sólo unos centímetros de los labios del omega que no dudó en asentir al escuchar las palabras del alfa. Aemond lo besó una última vez y luego lo dejó ir.

Luke suspiró al ver a su esposo levantarse para ir al cuarto de baño con la intención de comenzar su día. Bostezó producto del sueño, quería estar despierto para verlo marcharse, pero estaba tan cansado que terminó cayendo dormido en cuestión de segundos. Cuando Aemond terminó de arreglarse sonrió al verlo y luego de cubrirlo con la sábana dejó un beso en su mejilla y salió del cuarto teniendo cuidado de cerrar despacio para no despertar al omega.

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Lucerys le pidió a la sirvienta que le había llevado el desayuno que le entregara un mensaje a la Reina, necesitaba que Alicent supiera que no podría pasar tiempo con ella y Helaena debido a su inminente celo. Además, quería pedirles que cuidaran de sus hermanos mientras él se encontraba indispuesto.

La mañana pasó sin problema alguno, Luke sentía uno que otro calambre en el vientre, pero nada que fuera imposible de soportar. Había decidido quedarse vestido con camisón y bata ya que la ropa podía llegar a ser incómoda y abrió las ventanas para dejar que el aire circulara en la habitación. Leyó uno de los libros que Aemond tenía en su escritorio y luego durmió un par de horas.

Luke había estado caminando por el cuarto cuando sintió un dolor en su bajo vientre, fue tan intenso que se dobló sobre sí mismo mientras se sujetaba a una estantería y se mordía el labio inferior con fuerza. Estaré bien, puedo con esto. Pensó el omega, no era la primera vez que pasaba por un celo, sólo que, por alguna razón, este parecía ser más intenso que los demás. Respiró profundo y cuando el dolor aminoró decidió ir a la cama.

Sentencia de matrimonio (Lucemond/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora