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𝒃𝒓𝒆𝒆'𝒔 𝒃𝒂𝒓

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Vivianne Roseau.

Al despertar con una leve punzada en mi cabeza me incorporo solo para ser presionada por el espacio reducido del asiento en el auto de Damon, volteo a verlo y este me sonríe.

—Buen día.— saluda él.

Observo mi alrededor, el auto en marcha deja ver borrosos por la velocidad el verde de los arboles y el lugar en si, no ayuda que en mi mente aun quede una punzada.

—Damon, ¿Dónde estamos?— le pregunto y el vuelve la vista hacia el camino.

—Georgia.— dice simple.

—¿Qué?, ¿Por qué?— logro soltar un leve quejido cuando el dolor de cabeza vuelve de nuevo.

—¿Estas bien?, ¿Cómo te sientes? No hay huesos rotos, te revise.— el dice viéndome algo preocupado. Toco el corte en mi cara para encontrar una pequeña bandita allí.

—Me duele la cabeza y atropelle a alguien, que no era humano claramente, ¿Quién era?— hablo algo rápido.

—Eso es lo que quisiera saber.— me responde Damon.

—¿Puedes detener el auto?, necesito aire y hacer un par de llamadas.— le pido y él duda, antes de cumplir mi petición. Sin dejarme tiempo para abrir la puerta y salir del auto, Damon lo hace por mi y me da su mano para sostenerme, cuando estoy de pie pone sus manos en mi cintura dándome equilibrio. —Bien, necesito volver a casa, ¿si?, no es momento para ir a Georgia, Damon.

—Mira donde estamos Vivianne, ¡Georgia!— él dice apuntando alrededor y oigo sonar mi teléfono.

—Ese es mi teléfono.— levanto mis cejas en su dirección y el responde la llamada.

—Es tu amiga, Elena.— se pone el teléfono en un odio. —Teléfono de Vivianne. 

Hace una pausa.

—¿Anne? por supuesto ella esta aquí, esta bien.— responde y me pasa el teléfono. —Quiere hablarte.

Dudo en aceptar el teléfono y miro a Damon.

—Te ahorrare esto.— me susurra. —Si, no se encuentra disponible en este momento, que tengas un buen día. Adiós.

—No fue una buena manera, se enojara, Damon, en serio quiero volver a casa.— hago una mueca.

—Ya casi llegamos.— me dice él.

—¿A donde?

—Un lugarcito justo afuera de Atlanta. Vamos, Vivianne, me rechazaste esta salida varias veces y ya estamos aquí.— empiezo a dudar y tenso mis labios, él se acerca a mi. —Bien, pídemelo, pídeme que nos vayamos a casa y lo hare, pero ¿Cuál es la prisa? Tiempo fuera, confía en mi, tus problemas estarán cuando llegues a casa, déjame sacarte de ahí cinco minutos.

—Eres demasiado insistente ¿sabes?

—Cuando quiero algo, naturalmente.— hace una mueca, dándome la razón.

—¿Estaré a salvo contigo?— pregunto.

—¿Te he hecho daño alguna vez?— lo miro.— si, lo estarás

—Bien. Iremos a tu lugar y después me llevas a casa.— le digo y el hace una celebración, bromeando.

Subo al auto, Damon conduce y pone la música en un volumen alto, con el dolor de cabeza palpitando en el fondo se me hace algo difícil no encontrarlo irritable.

𝑳𝒆𝒕𝒕𝒆𝒓𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒉𝒊𝒎 | damon salvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora