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𝑶𝒍𝒍𝒊𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒅𝒖𝒐

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Vivianne Roseau.

Camine por varios rincones de la pensión mientras Elena hablaba con Stefan en la parte de abajo, mi celular resonó en toda la instancia distrayéndome de los detalles. De reojo y a simple vista el mensaje de James. Sinceramente lo había evitado por lo que sus mensajes seguían acumulándose en mi bandeja, aunque me sentía terriblemente mal ignorándolo recordé las expresiones de todos cuando el no apareció al final de la escalera, haciéndome sentir pequeña ante los juzgamientos.

En estos momentos no tenia muy en claro que debía hacer. Elena llevaba demasiado tiempo a solas con Stefan y no quería interrumpir, había leído por lo menos dos libros y cocinado un postre para todos. Me sentí vacía, una sensación que había experimentado desde hacia un tiempo.

Me recosté al lado de la chimenea, mirando hacia el techo empecé a pensar (sobre pensar siendo clara). Hasta el momento conocía una parte de quien era, más sin embargo mi rumbo había tomado una dirección diferente desde el comienzo de cada uno de los recuerdos desencadenados con la llegada de los Salvatore, el sello y mamá. Entonces, ¿realmente conocía esa parte de mi o, mi crisis existencial se daba como respuesta a las dudas que me generaba el no conocer más allá?

Optaba por la segunda, suspire, este ejercicio reflexivo siempre resultaba en una respuesta obvia lo que me hacia sentir estúpida.

—Aquí estas, linda francesita.— Damon se agacho a mi altura haciéndome sonreír.

—No te escuche llegar.— reí.

—Por supuesto, soy un vampiro.— beso mi frente. —Ven, levántate, el frio del suelo te hace daño.— me ayudo.

—¿Elena?

—No soy niñero.— me contesto sarcástico. —La escuche en la estancia, no te preocupes.

Ambos nos sentamos en el sillón más cercano a la chimenea, pude recostarme un poco mientras respiraba la tranquilidad del ambiente, empezaba a adorar la simpleza de una acción como esta en un momento como este.

—Entonces, ¿Cómo estuvo el "recado"?— reí un poco, imaginando el tiempo entre Damon y el profesor Alaric.

—Inútil. Aunque creo que fui testigo de cómo tenía una crisis existencial. ¿Stefan ya comió?

—Pensé que no te importaba.— Elena contesto desde la entrada con sus brazos cruzados.

Damon no respondió, simplemente jugo con mi cabello de manera suave, evitando el conflicto, con la ira en sus ojos. —Creo que ya está llegando.— corte el momento.

—Así es. Pero tiene mucha culpa con la que tiene que lidiar. Y no ayuda que hayas pasado los últimos 145 años castigándolo por haber atrapado a Katherine.

—¿Esto es mi culpa ahora?— se aparto un poco de mi y miro a Elena con irritación.

—No, no es culpa de nadie.— mire a ambos, intentando no desencadenar algo peor.

—Sólo... digo que no es exactamente inocente.— refuto ella. —Ha convertido en la misión de su vida hacerlo miserable.

Con eso dicho Damon se levanto de su lugar cercano a mi, con cuidado, más con el evidente cansancio de lidiar con la castaña.

—Déjame hacerte una pregunta. En todo este importante examen de conciencia y limpieza de los demonios del pasado de Stefan, ¿alguna vez lograste entender el resto de la historia?

𝑳𝒆𝒕𝒕𝒆𝒓𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒉𝒊𝒎 | damon salvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora