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𝒍𝒆 𝒇𝒂𝒊𝒓𝒆

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Vivianne Roseau.

—Es comprensible que se encuentre asi Stefan, dale tiempo y espacio. Damon necesita analizar de manera personal su situación.— le conteste a Stefan.

—Vivianne, es Damon, no confió en lo que haga por la tristeza.

—Dale una oportunidad, por el momento lo ha hecho bien ¿no?

—Bien, pero intenta acompañarlo, no creo que me escuche mucho si soy yo.

—Oye, ¿De quien crees que fueron todos los postres que llegaron a tu casa?— sonreí.

—Tienes razón, lo lamento Anne.— suspiró.

—No hay cuidado, no quiero ser grosera pero tengo que cortar, ten bonito día y llámame según lo necesites.

—Adios, cuídate.

Guarde mi teléfono y mire a mi acompañante.

—No me digas, ¿Problemas con los hermanos más nombrados de Mystic Falls?— James pronuncio divertido.

—James.

—Es chiste.— Tomo un poco de su malteada. —Gracias por las malteadas, alguien realmente es feliz con el azúcar.

Miramos a Tom a lo lejos, el niño jugaba divertido entre las flores corriendo detrás de una mariposa.

—No te preocupes y creo es una manera de pedirte perdón, se que últimamente no hablamos y no es justificación, algún día todo tendrá una explicación, pero por ahora lo lamento.— vi hacia el cielo algo nerviosa.

—Ya no importa, estas aquí explicándote y las tardes con Tyler fueron divertidas.— exclamó lo ultimo con algo de sarcasmo.

—Prometo no volver a desaparecer.— alce mi dedo meñique en el aire.

Me miro sonriente antes de unir el de el con el mío, nos reímos entre dientes antes de mirar a Tom.

—Uh uh.— canturreo feliz, antes de salir corriendo hacia el parque.

James y yo solo nos miramos antes de perseguir al niño, fue un buen inicio de día, antes de volver a la rutina.

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Mire nerviosa la gran puerta, respire antes de tocar la madera, casi como un deja vu del primer día que había estado en la mansión Salvatore, ante mi se abrió la entrada, sabia que Damon estaba jugando conmigo por lo que entre fingiendo curiosidad.

—Bella Anne, veo que ya no es fácil asustarte, tu actuación es tan mala como tus mentiras.— Damon susurro en mi oído, haciendo que me sobresaltara genuinamente. —O eso creía.

Volteo a verlo con algo de recelo para después sonreir abiertamente.

—Veo que no es un buen día para el cabello de los Salvatore, ¿Cómo estas?— me quito la bufanda.

𝑳𝒆𝒕𝒕𝒆𝒓𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒉𝒊𝒎 | damon salvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora