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𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂𝒈𝒐, 𝟏𝟗𝟖𝟑

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Damon Salvatore.

—Hermano, novia de mi hermano, brujas, ¿ya te salude francesita?— saludo cuando llegamos, Vivianne ríe en silencio mientras le sonrió.

—¿Estas bien?— Stefan le pregunta, me mira algo extrañado y Elena me envía una mala mirada, acercándose a Vivianne.

—De maravilla, ¿que tal tu Stefan?— responde recibiendo una sonrisa de mi hermano. —¿Estamos listos?

—Supongo.— le contesta su amiga Bonnie.

Al adentrarnos a las ruinas vemos las cuatro antorchas apagadas, me hago al lado de Vivianne mientras vemos a la bruja abuela encenderlas.

—Aire, tierra, fuego...— dice con cada una.

—Agua.— desconecto la conversación, no me interesaba saber mas allá de Elena y sus chistes malos.

Observo como la linda francesa observa con ojos curiosos todo a su alrededor y logro ver los pequeños brillos en su iris azul. Sonrío un poco antes de que la imagen de Katherine destelle en mi mente, como un fantasma, borro todo atisbo de expresión y me concentro en la bolsa de sangre entre mis manos.

—¿Para que es eso?— me pregunta Stefan.

—Para Katherine, tengo que darle algo para reanimarla.— le respondo. —A menos de que tu chica nos ofrezca una vena que pinchar.

Vivianne me mira con desaprobación en ese instante y le guiño el ojo, se voltea a ver a Elena.

—Admítelo.— susurro, cerca de Stefan. —Estas deseando librarte de mi.

—Estoy deseando librarme de ti.

—Todo listo.— interrumpe la brujita menor. 

Junto a su abuela se toman de las manos solo para empezar a pronunciar palabras en un idioma indescifrable a mi parecer, siento a Vivianne un poco mas cerca de mi y se nota por su semblante que empieza a tener miedo.

—¿Todo en orden?— le pregunto.

—No lo se, algo me dice que lo que suceda no saldrá del todo exitoso.

Aunque quise burlarme al recordar las palabras que pronuncio en la mansión supe que no era el momento, por lo que con algo de lentitud logre que mi mano tocara la suya, ella me miro un momento antes de sostenerla con algo de fuerza. Ambos somos interrumpidos por la elevación del fuego en las antorchas, Vivianne suelta a mi lado un pequeño sonido de sorpresa.

—¿Qué esta pasando?— Elena mira a su alrededor.

El crujido de la puerta detrás de nosotros llama mi atención, Vivianne separa su mano de la mía y la falta de su toque me da una sensación vacía. la gran entrada poco a poco es visible con la apertura de la puerta.

—Funciona.— logro oír.

—Claro que funciona.

—¿No tienes que encender fuego?— me dirijo a Stefan.

—Voy por la gasolina, vuelvo enseguida.— mi hermano le informa a Elena para después correr fuera de las ruinas.

La manera en la que brujilliza mayor me mira me hace confirmar que el presentimiento de Vivianne tiene algo de veracidad, miro a las Bennett con algo de escepticismo.

—¿Estas lista?— volteo a ver a Elena.

—¿Qué?— me responde.

—No voy a entrar ahí yo solo para que podáis encerrarme.— la sujeto del brazo, atrayéndola hacia mi.

—No lo permitiré. Hundiré estas paredes.— la abuela de Bonnie amenaza.

—Lo harás si no viene, ¿crees que confió en ti?

—Tanto como yo en ti.— me refuta.

—¿Vivianne?— Bonnie habla. —¡Vivianne, aléjate de ahí!

Con rapidez Elena y yo volteamos solo para verla entrar casi en automático a las ruinas, suelto a Elena y entro con rapidez en su búsqueda, no se logra apreciar mucho una vez estoy adentro, la oscuridad se ciñe sobre el espacio e intento seguir sus pasos por medio de los sentidos pero es entonces donde no escucho nada, empiezo a preocuparme, recorro los pasillos con prisa ¿por que no la oía? Cuando creo captar pisadas voy hacia ellas solo para ver a Elena mirarme con odio.

—¿Dónde esta?

—¿No crees que si lo supiera estaría ya a salvo?

—No tenemos tiempo para esto, encuentra a Katherine, buscare a Vivia...

Logro captar con claridad el grito de Vivianne, tomo la antorcha que Elena trajo consigo y con rapidez sigo el eco, deseaba más que nada que estuviera bien. Al llegar al gran espacio veo su figura posada en el suelo, la examino rápidamente, no tiene heridas superficiales y logro escuchar el ladito débil de su corazón, suspiro con algo de tranquilidad, estaba bien.

Me siento a su lado y la acerco a mi, es entonces cuando detallo que recorriendo toda la iglesia no halle rastros de Katherine, la ira empieza a nublar mis pensamientos.

—Damon.— llega Stefan.

—No esta aquí.

—¿Qué?... ¿Vivianne?

Stefan se acerca a nosotros y toca su cara, me levanto dejando a Vivianne en brazos de mi hermano, empiezo a caminar con frustración.

—¡No esta aquí!— lanzo la bolsa de sangre contra la pared, esta se estalla y el contenido se derrama en la piedra.

—Damon, tenemos que salir de aquí.— veo como Stefan se levanta mientras lleva a Vivianne.

—Se cuidadoso.— advierto. —No tiene sentido. La encerraron aquí.

—¡Si no salimos ahora, no saldremos nunca!

Me quedo quieto en mi lugar.

—No vale la pena pasar toda la eternidad aquí, mira el estado de Vivianne.

Detallo las suaves facciones de la pequeña francesa, su piel empieza a tornarse de un color mas pálido, dejo que Stefan lidere el camino mientras lo veo llevar a Vivianne, su naturaleza de héroe salía a relucir una vez mas.

—¡Stefan!— lo recibe Elena a las afueras de la iglesia.

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—La última vez que la vi fue en Chicago, 1983. 

Sabía dónde estabas, Damon. A ella no le importaba.

Tomo un poco de bourbon mientras veo a Vivianne descansar en una de las habitaciones de la mansión, las palabras de Anna aun se repiten en mi mente, cada vez mas hirientes, cada vez mas confusas.

—Elena le dijo al padre de Vivianne que se quedaría con ella.— Stefan me informa sentándose a mi lado.

Al responder solo se queda mirándome, después de algunos minutos sin interacción trae un vaso de agua y lo posa al lado de la cama, suponía era para cuando despertara. Con eso se retira definitivamente de la habitación. Solo me concentro en escuchar el latir del corazón de Vivianne, frunzo el ceño cuando este empieza a ir mas aceleradamente.

—¡No!— se levanta abruptamente de su posición, me acerco a ella con rapidez y la hago mirarme.

—Respira.

Empieza a llorar.

—Anne, respira.— le acerco el vaso con agua, sus manos temblorosas lo reciben, veo dificultad en sus acciones por lo que la ayudo a tomar el contenido liquido.

Pasan varios minutos en los que no me mira, su mirada denota el terror.

—Sheila, el sello.— susurra. 

Ella llora, no digo nada, solo tomo su mano entre las mías y la abrazo.

𝑳𝒆𝒕𝒕𝒆𝒓𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒉𝒊𝒎 | damon salvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora