XX...Vibes...XX

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CAPÍTULO 20...

...

~LUCERO~

Y así es como se desaparece entre el gentío. Puede que si fue él. O puede que sea mi loca imaginación con ansias de verlo a él. Le reste importancia cuando sentí un jalón de parte de Yuri y entramos al baño deteniendonos frente a los espejos.

Me miró en el, perfecto estaba bien. Volteo a verla y antes de preguntar algo ella habla

—Era él —no hago nada— Y te llame aquí porque necesito hablarte de el

—Que pasa? Me vas a decir que me cuide de Mijares? Ya mi padre lo ha hecho y déjame decirte que ya lo conozco lo suficiente como para sorprenderme de cuán patán pueda llegar a ser

—No hables más —cierra sus ojos sonriendo como si hubiera hecho alguna travesura— Voy a soltarlo y ya vale —asiento sonriendo, me daba gracia verla así— Manuel, cuando le dijiste que vendrías con Matías dijo que no vendría. Yo e Itatí casi le rogamos.

—Eso que tiene que ver conmigo o que?

—Si vino es por la simple razón de que tu estés aquí —paso la punta mi lengua por mis labios y ella se carcajea— Mendiga mujer yo buscando una bonita forma de decirte que Manuelito quiere tener sexo contigo hoy y tu me sales con que te lo estás sabroseando desde ya

—Me estas diciendo algo que ya sé adorada —me río de su cara de sorpresa— Como tampoco es secreto para ti me imagino que nos la hemos pasado provocandonos todo este tiempo

—No mames eres peor de lo que me dijo Itatí

Me carcajeo. Increíble ya el poco de alcohol mezclado me estaba convirtiendo en otra Lucero más peligrosa. Corrijo... no me gusta este peligro...

—Que dices entonces? Vas o no?

—Hay algún lugar acá?

—Obvio cariño te molestaría hacerlo en el escritorio de mi padre?

—Chistosa no?

Una risa de complicidad nos embarga y salimos justamente a la oficina de su padre. Esta mujer no podía hablar más enserio porque era imposible. Entramos para encontrar a un guapísimo dios sentado en medio de un largo sofá color blanco de cuero. Con un vaso de alguna bebida en su mano y una perrisima sonrisa que me hacía imaginarme de todo ahora mismo con él.

—Los espero afuera. Ten por si te secuestran? —dice burlona dándome una caja de condones.

—Enserio? —la miro con ironía y ella me lanza un beso y se va cerrando la puerta

Y aquí estoy. De espaldas a un completo Don Juan, en peligro de extinción. Apunto de recaer en sus deliciosas redes. Bueno, al menos no encima del escritorio, había sofá. Aunque no me molestaría tampoco

<Ya basta Lucero pareces adolescente!!!. Peor, ninfómana>

—Te ves sexy. —sonrío en mi interior— Demasiado sexy

—Lo sé —me volteo y camino hasta él— Tu te ves más o menos... más o menos imbécil

—Mi mano se llenó de orgullo con tu nalga —sonrío coquetamente, él coloca su bebida en el escritorio y se acerca a mi mordiéndose el labio inferior

—Eso no lo vuelvas a hacer más delante de la gente

—Oh, en privado si? —paso por su lado también mordiendo mi labio inferior—

—No te creas tan privilegiado. No lo eres

—Y quien si? —habla a mi espalda— Matías.

—Que tu crees? —invade el silencio— Aún así por tu mente pasa que yo me acostaria contigo siendo un completo idiota

—El que te va a hacer llegar al infierno y al cielo en una sola noche

Aparta mi cabello a un lado y comienza a besar desde mi hombro desnudo hasta mi nuca. Esos besos me teletransportaban a aquella noche en la que llegué a una casa, específicamente un cuarto con una gran cama en medio de éste.

Que sus besos calientes me estaban quemando cada centímetro de mi piel. Que sus manos despedazaban de ella como él quería, eliminando mis miedos, mis barreras, los muros, mis inseguridades y me estaba entregando a él.

Que nuestras lenguas formaban un perfecto ensamble y juntas se contaban las mejores fantasías que se nos formulaban en la mente y que así mismo las ropas comenzaban a estorbar. Mis manos viajaban en su ancha espalda, mi cuerpo debajo de el suyo estaba en un lugar donde no quería salir por todo ese tiempo. Mis gemidos, sus gruñidos, nuestros jadeos del placer que nos provocaba la tan candente situación.

Los perfectos ojos de él, mirando fijos los míos mientras comenzaba a hacerme suya sin control y a la vez con todo el control del mundo. Y sí, estaba completamente convencida de que desde esa noche nada volvió a hacer igual, todo me atormentaba y es que esa, fué la noche más perfecta de toda mi jodida vida.

De mis pensamientos me sacan unas manos acariciando mis muslos debajo del vestido. Unos juguetones dedos acercándose a ese punto el cual sería la perdición en todo sentido. Quedo frente a frente con él. La respiración comienza a fallar, solo están sus ojos ya color intenso, sus exquisitos labios y yo. Paso mis mano por su cuello y lo impulso a besarme.

Exquisitamente, probarlos era lo mejor que podría pasarme después de tanto, ningunos labios me iban a saber así. Su lengua también juguetona haciéndome soltar pequeños gemidos de tanto que hurgaba dentro de mi boca. Mi lengua tomó vida en la boca de él y nuevamente como si fueran las mejores conocidas de toda la vida estaban haciendo del mundo, el mejor de toda mi satánica vida.

La piel se me eriza por completo cuando siento que el chupa mi lengua y luego pasa la suya por encima de mis labios, juntando nuestras frentes suspiro profundo con mis ojos cerrados para abrirlos y encontrarme sentada en el escritorio con Mijares en medio de mí, acariciando mis largas piernas

—Ya estabas bebiendo —susurra besando mis labios de nuevo—

—Tu también. Y se me antoja beber de eso que tomabas

—Quieres un poco —apunta al poco que dejó en el vaso de cristal en el escritorio donde me tenía sentada—

—Damelo tú —veo su mirada latente en mis labios ya hinchados de tanto beso apasionado y bebe del líquido, se acerca a mi boca y en el instante que lo beso la frescura amarga del alcohol inundó mi boca— Sabe tan bien —susurro en sus labios

—Tu también. Y la que se me antoja eres tú. Eres mía Lucero

—No Mijares no confundas las cosas —pongo un dedo en medio de nuestros labios— No soy tuya Porque si lo fuera sería un maldita mojigata.

—Sin embargo te acuestas con otros

—Pero no soy de ellos.

—Sabes que yo soy completamente tuyo cierto?

Lo miro a sus ojos, me sorprenden sus palabras

—Me embrujaste maldita diabla. Me embrujaste!

Nos fundimos en un beso, pero un beso distinto. Un beso que me llenó la cabeza de confrontaciones en ese tan simple pero desarmador beso

Manuel Mijares se esta convirtiendo en algo muy extraño para mi. Esto no me conviene. El solo quiere esto y para su beneficio cualquier persona dice cosas lindas

🖤Capítulo #20🖤

Aquella Noche 😈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora