XXI

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Takemichi soltó un gran suspiro mientras observaba las nubes moverse, el sol empezaba a quemarle un poco la cara por lo que entrecerró los ojos para seguir observando el cielo. Estaba demasiado cansado que no tenía ganas de moverse, pero tenía el presentimiento de que Sanzu estaba dando vueltas como un perro ansioso por su llegada. Rodó los ojos ante ese pensamiento y sin ninguna motivación se levantó de su lugar y bajo el sendero, no sin antes ver por última vez aquel claro con ese gigantesco árbol brillando. Sonrió levemente y bajo la colina con un sentimiento cálido.

Sus manos sacaron la esfera con la que estaba jugando y frunció un poco el ceño al notar que estaba de color morado, azul, rojo y naranja. Sus ojos miraron confundido el pequeño objeto y opto por suspirar con una gran derrota, pensar no era su fuerte y estas cosas misteriosas requerían de una mente más brillante, que por el momento Takemichi no se sentía capaz. Mientras caminaba respiró profundamente y se mentalizó de las odiosas palabras que le diría Sanzu. Cada vez que escuchaba la palabra "reina" salir de los labios del otro le daban unas intensas ganas de golpearlo, aunque después recordaba que el de ojos turquesas era más fuerte que él y era probable que en cuestión de segundos el que terminara todo mallugado fuera él.

Aquellos ojos azules miraron con curiosidad el bosque sin perderse algún rastro o pista del lugar, el aroma a pino inundaba sus pulmones y se obligó a cerrar los ojos para poder inhalar mejor el aroma. La inmensa tranquilidad del lugar logró de cierta manera tranquilizarlo, extrañaba su vieja rutina, una la cual era demasiado pacífica y sus únicos problemas era averiguar qué comer.

Con una mueca volvió a abrir sus ojos y movió con una mano su cabello que empezaba a llegar a la mitad de la frente y pensó en cortar las puntas. Dentro de tantos pensamientos, Takemichi pensó en lo que acababa de ocurrir hace algunas horas y no pudo evitar sentir una gran opresión en su pecho por las duras palabras del Tenki.

Sabía que su raza quería venganza no solo contra Bonten, sino contra todos los mortales por burlarse y humillarlos.

Demonios, el mismo Takemichi sabia lo complicado que fue y era para su raza vivir un día normal entre los mortales, sabía que era totalmente justificado su odio, pero no creía que fuera la solución correcta. A Takemichi le caían bien algunos mortales y algunos ejecutivos de Bonten, de verdad creía que aquellas dos razas podían convivir en paz como hace siglos.

¿Era ingenuo? A lo mejor

Pero Takemichi se reusaba a ver un escenario violento y sangriento en todo el mundo por aquellas diferencias y rencores. Soltó un suspiro cansado al no saber que hacer, Naoto le dio a entender que si seguía jugando y cooperando con Bonten su raza lo empezaría considerarlo traidor. Algo que a Takemichi le dolería mucho, pero tampoco podía ignorar el sufrimiento de sus nuevos amigos.

Soltó un quejido lastimero al no saber que hacer, necesitaba a su mejor amigo para que lo ayudara a pensar, dos cabezas eran mejor que una y al menos Chifuyu siempre tenía las palabras exactas en cualquier situación. Su labio empezó a temblar en cuanto recordó que el pelinegro seguía inconsciente, estaba realmente preocupado ya que nunca había pasado algo similar. Aunque tampoco había pasado que Chifuyu usará casi todo su poder en una situación de vida o muerte.

Unos gritos lo sacaron de sus pensamientos y alzó la mirada de la tierra para ver a Sanzu a unos metros de él, todavía no estaba cerca del pelirosa, pero podía ver claramente como alzaba sus manos con frenesí para que pudiera verlo. Takemichi entrecerró los ojos y cuestionó la inteligencia del de ojos turquesas, el ojiazul empezó a creer que tenía un nuevo don ya que le era imposible creer que Sanzu cambiará en cuestión de horas. Al iniciar el día lo miraba con desprecio y tan solo con unos golpes empezó a llamarlo "reina"

Henko; MitakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora