Indicios

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—¿Y bien, que es lo que hacemos aquí?

Takemichi miro con desconcierto a Mikey para mirar con temor hacia los lados. Estaban en la azotea del edificio y maldición, realmente estaban muy alto, tan alto que ni siquiera podía ver el suelo.

Después de aquella cena incomoda por parte de Takemichi al notar que el peliblanco no ingería nada salvo aquel licor rojo, junto a su pesada mirada que solo estaba concentrada en verlo comer y por supuesto en ver aquellas partes descubiertas de su cuerpo. Fastidiado de la actitud coqueta del peliblanco, comió rápido para irse, pero la mano del otro se la impidió.

Mikey se levantó de su asiento para ofrecerle su brazo, Takemichi en ese instante quiso reírse a carcajadas por la acción del peliblanco, más no lo hizo, solo le dio una fingida sonrisa para aceptar su brazo y caminar juntos hacia su habitación.

Todo el trayecto fue en silencio, la mirada de Takemichi se dirigía hacia aquellas paredes color crema para distraerse de su compañía. El tener a Mikey tan cerca de él lo ponía nervioso, en todos los sentidos.

Al llegar a su habitación, Takemichi entro velozmente pero el peliblanco lo detuvo del codo, refunfuñando un poco se volteo a mirarlo. Realmente lo tomo por sorpresa, ya que en cuanto se giro a verlo, Mikey le dio un suave beso en su mejilla, tan efímero que el pelinegro pensó que era una ilusión.

Lo dejo tan perplejo a lo que Mikey rio y le aviso que en cuanto saliera el amanecer vendría por él para iniciar su entrenamiento. Con eso dicho, Mikey se retiró del pasillo, caminando a paso veloz. Takemichi solo se quedó a fuera de la habitación confundido y lleno de millones de emociones, cansado entro a la habitación para echarse a la cómoda cama.

Suficiente tenía con ese día, y sin más se durmió.

Y tal como lo prometió, Mikey llego tan temprano que Takemichi salió enojado de la habitación para intentar matarlo con su mirada por haberlo interrumpido de su cómodo sueño, el peliblanco solo lo miro divertido y con una ceja alzada, para después aventarle un conjunto de ropa deportiva negra, desde la sudadera hasta el calzado. Sin ser tan discreto miro a Mikey quien vestía lo mismo, alzo la ceja sospecho, pero alzo los hombros restándole importancia.

Sin tardarse demasiado, el pelinegro se cambió velozmente para salir y para encontrarse con un Mikey recargado en la pared mientras sus brazos se encontraban cruzados, en cuanto lo vio, su mirada cambio a una radiante para después comenzar a caminar hacia el ascensor.

Y así habían llegado a este momento.

A millones de metros de altura, bueno, a lo mejor no eran millones, pero para Takemichi quien sufría de acrofobia, lo sentía así.

El viento helado calaba todo su pequeño cuerpo, el sol apenas estaba saliendo desde lo lejos, así que todavía seguía oscuro en aquella azotea. Su cuerpo empezó a titiritear por el frio y enojado miro la espalda del peliblanco, quien veía al horizonte.

—Voy a probarte, Takemitchy. Vere cuál es tu límite, y lo que puedes hacer, después de eso, supongo que entrenaremos—Su voz se vio cortada por la ráfaga de aire que llego, mientras alzaba los hombros ante lo último como si fuera lo de menos. Takemichi se abrazó a sí mismo para entrar en calor.

Mikey por fin se dio la vuelta para encararlo, el viento movía con fuerzas su pelo blanco, aquellos ojos dejaron de verlo con diversión o emoción para cambiarlos a una mirada fría y sin emociones. Ante esto Takemichi se estremeció más por su mirada que por el gélido viento.

—¿Q-que es exactame...¡Ahh!

Takemichi gritó asustado al ver una bola de fuego dirigirse hacia él a una velocidad inhumana, su cuerpo reacciono más rápido que su mente y se tiró sobre el piso. En cuanto se agacho la bola se estampo contra un poste que se encontraba a unos metros de él, provocando una pequeña explosión.

Henko; MitakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora