Dictamen Sorpresivo

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–Yo solo…

–Silencio –sentenció el lobo dando un giro sobre la cama para tomar los labios del menor desesperadamente mientras le aprisionaba colocando su peso sobre su delicado cuerpo.

Trataba de adentrar su lengua a la boca del menor pero no lo haría hasta que este se lo permitiera, el pensar en aquel exquisito sabor le hizo exigir el paso hasta que, por fin, se encontraba en su cavidad degustándola por todos los rincones. Podía sentir los jadeos del pelinegro ahogarse en su garganta. Le excitaba sobremanera. Era tan cálido y placentero. Quería memorizar cada rincón de ese exquisito y nuevo sabor, así pues, delineó con su lengua de la hilera superior a inferior de brillantes dientes más de una vez.

Sus manos enloquecieron de placer mientras se enriquecían tocando todo el cuerpo del menor, pero aun quería más, quería todo del azabache, quería hacerle suyo para que así nadie más pudiese ponerle una mano encima. Llevaban minutos besándose, ninguno de los dos paraba sus caricias conociendo el cuerpo del otro, deleitándose con la suavidad ajena mientras nada más que eso pasaba por su cabeza.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos pasados ya varios minutos, quince para ser exactos, dadas las condiciones de Pandora no podían aguantar la respiración más que eso para poder respirar el aire que rogaban sus pulmones. Excitación. Eso era lo único que sentía el mayor al ver la súbita reacción del menor; este le miraba con ojos deseosos, la respiración agitada y su pelo desordenado sobre su cara que le daba la clara imagen de desesperación por seguir con aquello.

–Gulf…

El susurro del mayor acelero a mil el corazón del chico, no solo le estaba llamando por su nombre sino que también lo hacía de una manera única y por primera vez, quería seguir oyendo su voz de esa forma.

–Kao.

Tras una mínima pausa el mayor colocó sus labios hasta su cuello para besarlo, lamerlo y mordisquearlo. El sentir como se erizaba su piel formaba una extraña respuesta en su cuerpo, se calentaba su piel trayéndole un sentimiento de orgullo por su labor. Quería probarlo más, tocarlo, llegar a sentir y a ver más de esas íntimas expresiones que el sexy chico le estaba regalando. No quería perder detalle y desperdiciar aquel momento que estaban viviendo.

Ya no aguantaba más. Bajó sus labios desde su cuello hasta el ombligo dejando una línea húmeda por sus besos, cuando llegó a su prenda íntima, la única que le hacía falta quitar, la arrancó usando sus dientes para contemplar al chico en su esplendor; su erección estaba empezando a ser más que evidente, las mejillas rojas le sobresaltaban exquisitamente y el temblor de su cuerpo le hacía ver tan frágil que haría todo lo posible para no hacerle ningún mal.

–Kao espera, yo… –habló el menor, más no pudo continuar, al momento en que abrió la boca para gesticular sintió la calidez de la lengua ajena recorrer su miembro de la base hasta la punta. –¡Ah…! No, espera, eso es… Es vergonzoso.

–Puede que para ti lo sea –decía entre cortadamente el lobo sin dejar su labor. –Pero para mí es delicioso el probarte, quiero disfrutar cada milímetro de tu cuerpo –seguía susurrando mientras continuaba en lo suyo, lamiendo con su lengua de manera obscena y deseosa.

Gulf no fue capaz de resistirse a tan excelso placer que su lengua le daba, apretó con fuerza las sabanas bajo de él deseando ser más fuerte.

–¡Calla! –Escupió finalmente el menor mientras se encontraba presa del placer y de un poco de pánico. –Esto no debería ser así.

–¿Por qué?

–Soy el único que está siendo tocado… ¡Ah! –el lobo se detuvo para analizar sus palabras.

Después De Caperucita Roja Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora