Desde Sus Ojos

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Quien hubiera creído que aquel tiempo que pasaron en el pantano, el cual, parecieron ser algunas largas y tortuosas horas hubieran sido en realidad dos días. Sí, así es. Nuestros tres chicos habían pasado el pantano en un total de dos días para poder llegar a la puerta de luz.

Gulf suspiró profundamente el aire fuera del pantano para sentirse libre, finalmente.

–¿Más tranquilo?

–Sí –respondió el pelinegro a la vez que estiraba su cuerpo con total libertad.

–Bien, ahora hay que seguir por ahí –señaló un camino entre largos arboles. –Rinya no es de las que esperan pacientemente, se volverá loca si tardamos más.

–¡Vamos! –gritó entusiasmado halando del brazo del lobo para comenzar a correr.

Por alguna razón, y a pesar de todo, Gulf se sentía excelente, como si hubiese nacido otra vez. Rejuvenecido y entusiasmado. Se sentía capaz de destrozar una montaña con sus manos y capaz incluso de enfrentar a su madre para hacer lo que él quisiera, sin importarle que para ello tuviese que confesar su amor y arriesgarse a las consecuencias.

El camino era alegre, mucho más que el pantano al menos. El pasto era más y más verde conforme caminaban alejándose y comenzaban a escucharse pajarillos cantando. Ninguno decía nada, no era necesario, simplemente se dirigían miradillas a la vez que admiraban lo bello de su alrededor.

Después de un buen y largo rato caminando, el filo del mundo ya se veía desde donde estaban.

Era como divisar una enorme cascada sin fin aparente, al menos no uno imaginable pues el mar que caía era convertido en bellas estrellas viajantes. Alrededor la vista del cielo subterráneo te dejaba maravillado, ya que, sí bien, el cielo visible se llenaba de nubes blancas y esponjosas que por las noches solo hacían notar más las brillantes estrellas azuladas, el cielo subterráneo -aquel que solo se puede ver al filo del mundo- era mil veces más impresionante. Comparado bien sería con echar un vistazo a las galaxias pintadas de violetas, pero eso poco describe lo maravilloso de aquel panorama.

Kao tomó la pequeña mano del pelinegro para que de aquella manera llegaran a la bien escondida puerta de luz. Sin embargo el pequeño seguía con la mirada fija en aquella cascada entre las montañas infinitas.

Ese lugar era armonioso y se podía sentir una enorme paz, como ninguna otra, pero a pesar de eso, no se imaginaron con lo que se encontraron al filo del mundo.

–Yo solo sigo órdenes –aseguró una voz femenina a modo de un gruñido exasperado.

–Ya verás cuando llegue...

Ambas chicas miraron a las dos almas que salían de entre los árboles, una de ellas con expresión asombrada y la otra como si acabara de ver un problema realmente grande.

–¡Kao, Gulf, al fin llegan!

–Sé que es prácticamente imposible para ti, pero podrías, no sé, intentar dejar de gritar, Rin.

–¡No! –Bufó esta antes de que el lobo pudiese decir algo más. –¡No me deja entrar!

–Briana –habló a modo de saludo el lobo ya llegando hasta ellas.

–Príncipe –respondió la guardiana de la puerta inclinando levemente la cabeza hacia enfrente.

–¿Mi madre sabe que ya estamos aquí?

–Desde que esta irritante chica llegó mandé mi informe.

–¿Y?

–Aun no puedo dejarles pasar.

Después De Caperucita Roja Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora