Yendo Hacia El Pantano

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Cuando salieron del bosque ya con provisiones listas, Gulf se quedó mirando hacia este por un buen rato. Apenas y podía creer que estuviera desobedeciendo las órdenes de su madre solo para aventurarse en Pandora en busca de algo que, cada vez, parecía más inexistente.

Sus amigos, la pantera y el lobo, lo esperaron pacientemente hasta que este dejó de temblar y una vez que volvió a su lado, comenzaron a caminar nuevamente hacia su destino.

Pasaron largas horas platicando de cosas fuera de lugar o extrañas. Kao se desesperaba a veces con las ocurrencias de ambos menores, pero sonreía y les seguía el juego a ambos para disimular su preocupación. Por fortuna los tres chicos estaban en muy buenas condiciones y solo tuvieron que parar una vez a descansar y otra más a comer algo. Más horas pasaron entre pláticas y risas dirigiéndose a su destino.

–Pronto llegaremos al pantano –anuncio el lobo. –No quiero que te separes de mí, Gulf.

El pelinegro no contestó, solo se colgó leventemente de uno de sus brazos causándole escalofríos al mayor, quien ahora lo miraba embelesado por la cara tímida de este.

–Mocoso, suéltalo, ya, para que lo sepas yo soy la única que puede colgarse así del lobo –se quejó la chica imitando la acción del menor y mostrando su lengua a este mismo.

–¿Qué si no quiero?

–Niño tonto, ¿cómo te atreves a retarme? –sin advertencia, la pantera salto sobre el menor casi haciéndolo tropezar y comenzando a darse manotazos al aire.

–No sean infantiles –sentencio el mayor de todos, sin poder ocultar una risita.

–Tengo una pregunta –habló el menor aun dando manotazos con Rinya. –¿Por qué es tan malo el pantano?

–No quieres saberlo –susurró la chica, parando el juego de golpe. –Es demasiado... tétrico y confuso, confórmate con eso.

–Pero, ¿por qué todos le temen tanto?

–Eso es simple, niño –afirmó la pantera ya en un tono realmente serio. –Hay algo en ese pantano que te hace desconfiar hasta de tus propios sentidos.

Un escalofrió bajó por toda la columna del menor, no pasando desapercibido por el lobo de pelaje negro quien quiso intervenir.

–No es algo, es un alguien... –los otros dos chicos miraron incrédulos al mayor.

–¿Tu sabes quién es? –se burló plenamente la chica.

–Sí y no –contestó haciendo que la curiosidad de los menores estallara, pidiendo a gritos más. –Mi madre solo me contó algo al respecto de la Bestia.

–¿Y qué te conto? –ahora era el menor quien le interrogaba interesado por el nuevo tema.

–Hace muchos siglos –comenzó el mayor sin detener su paso. –La primera deidad de Pandora se enamoró de una mortal. Ella siempre iba al pantano a buscar zetas medicinales para su madre enferma y, al amarla tanto, él la protegía para que nada le pasara pero, un día decidió retar su mente para conocerla más y ver si podía animarse para presentarse personalmente ante ella o no.

Rinya y Gulf se encontraban unos pasos detrás del mayor, disfrutando plácidamente de la historia a la vez que comían unas manzanas como niños pequeños. El mayor suspiraba pensando en todas las veces que su madre le había contado esa historia, así que prosiguió:

–Entonces tomó un reluciente cabello de su cabeza, que dejo viajar por el aire hasta el pantano convirtiéndose en alguien. Nadie sabe su forma o voz real, ya que esa alma tiene la capacidad de meterse en tus sentimientos y, así, tomar la forma de aquello en lo que más temes o que amas –el lobo tomó un respiro de la historia, tomando un poco de agua pero la mirada impaciente de sus dos acompañaste lo incitaban a continuar. –Esa alma se presentó frente a la chica tomando la forma de su madre y muriendo en segundos, la chica no lo resistió y casi llego a la locura, cuando...

Después De Caperucita Roja Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora