Una Gran Tarde-noche

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–¿De verdad no quieres volver a verme? –volvió a preguntar el sexy lobo.

–Sí –contestó sin duda ni vacilación el menor, pero con un tono suplicante, como pidiendo a gritos que no se la creyera.

–Una vez más –pidió el lobo. –Necesito escucharte decirlo una vez más.

–Quiero que te vayas –contestó el pelinegro sin apartar sus ojos de aquél par carmesí.

–Mentiroso.

El lobo exigió una vez más los labios del menor mientras sus manos se colaban bajo su camisa posándose posesivamente sobre su cintura, atrayéndolo hacía sí mismo. El menor se removió incómodo ante el tacto del lobo y este se deleitaba con cada leve movimiento de él, a la vez que exploraba cada milímetro de su cavidad bucal.

–¡BASTA! -Gritó Gulf separando al mayor de sí mismo para poder dar una bocanada de aire. –Basta, no podemos seguir, si David y Steven regresan y nos encuentran así...

No pudo continuar, la simple idea de que aquello pasará le dejó petrificado. Eso conllevaría que su madre y la aldea lo supieran, sería un gran escándalo. Pero por el contrario, el lobo, al escucharle decir los nombres de aquellos dos sujetos que habían estado con él le hizo hervir la sangre en odio una vez más, tenía que alejarlos de la mente del azabache a como diera lugar ya que los celos lo consumían.

–¿Qué relación tienes con esos tipos?

–¿Eh? –El menor se vio confundido, ¿pero de qué hablaba el lobo en momentos como ese?

–¿Me consideras un idiota verdad? –No dejó que el chico asimilara las cosas siquiera, le tomó por la muñeca para conducirlo hasta la habitación a jalones y ser aventado salvajemente sobre la cama. –Sea cual sea tu relación con ellos, la romperás. No voy a dejarlos acercarse una vez más a ti.

–¿Pero qué...? –intentó levantarse, pero las manos del mayor sobre su pecho lo distrajeron lo suficiente para no saber en qué momento el lobo se colocó sobre su cuerpo.

El lobo comenzó a desvestir al chico bajo de él mientras daba uno que otro beso a su paso. Gulf no sabía ni que hacer, mil preguntas saltaban en su cabeza y la actitud del lobo no ayudaba mucho.

–¿Quítate de encima Kao?

Haciendo caso omiso el lobo llevó sus manos hasta el pantalón del menor desabrochándole el cinturón.

–¿Me estas escuchando? ¡Suéltame! –cuando el lobo vio su labor terminada, dejando al menor solo con su ropa interior, se dedicó a despojarse el mismo de sus ropas.

Él no lo hacía delicadamente, estaba perdido en la figura bajo su cuerpo, la piel blanca y tersa del Gulf le invitaba a lamerla y morderla sin restricciones, sin embargo seguía escuchando al menor gritarle que se detuviera. Los gritos del pelinegro le hacían enfurecer a más no poder, hacían despertar su instinto animal. Ya estaba en su límite de tolerancia.

–¡GUARDA SILENCIO NIÑO!

El grito formó eco por toda la habitación dejando en shock al menor, dejó de gritar concentrando su atención en el par de ojos carmesí frente a él que se encontraban llenos de furia. Estaba claro que no se avecinaba nada bueno, o no del todo.

–No te atrevas a decir una palabra más –sentencio el mayor. –Si me pides que me detenga una vez más lo haré, saldré por la puerta y nunca más volverás a verme en tu vida. Lo juro.

Una extraña sensación llenó el pecho de Gulf al escuchar la amenaza del mayor. Se quedó quieto tratando de esconder su pánico y esa rara sensación en su pecho mientras que el lobo terminaba de desvestirse.

Después De Caperucita Roja Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora