Nozaróc

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Le aprieto con fuerza, con toda la que puedo, con todo el amor que tengo y que solo es para él. Su pecho es sumamente cálido, como las fogatas en invierno y, por más que no quisiera hacerlo, me tuve que separar de él. No había cambiado en años, físicamente hablando, porque sus ojos ahora tenían más brillo y ese hecho me hizo sonreír solo como mi pequeño me provocaba hacerlo.

—Hola mamá –saludo en un muy leve susurro, solo audible para mí, a la vez que sus pulgares recorrían mis mejillas limpiando un par de lágrimas traicioneras que salieron a flote sin siquiera sentirlas. —Estoy en casa...

Ese era mi pequeño, no podía creer que tenía enfrente de nuevo a ese lobezno que tenía ganas de defender a todos por el hecho de ser fuerte. Y, cada que pasa el tiempo, me sigue sorprendiendo ver que él es más y más fuerte.

—Kao –di una pausa tomando todo el aire que pude en mis pulmones. —¡¿Cómo te atreves a no visitar a tu tierna y hermosa madre todo este tiempo?!

Tomé sus orejas lobunas -tan suaves y lindas- halándolas con fuerza hasta que escuché su quejido de insatisfacción. Toma mis muñecas e intenta liberarse pero no se lo permito, al menos de la manera que el esperaba. Le solté y arrojé todo mi cuerpo hacia él provocando que cayéramos al suelo, una vez que estuve sobre su pecho pase una pierna por cada lado de su estómago para agitar mis manos histéricamente y gritando un montón de quejas que sabía lo enloquecerían. Era yo misma. Yo misma con mi pequeño.

—Deja de ser infantil –se quejó.

—¡No quiero!

—¡¿Y tienes que gritarme?!

—¡Sí! –ahora ataqué sus mejillas, las apretaba con fuerza mientras tiraba de ellas hacia los lados contrarios. —¡Lobo malo!

Sentía las miradas de todos pero no me detuve. Pequeño y tonto lobo...

Yo aquí esperando por que venga a visitarme, pero no, que va, él solo viene cuando la ocasión lo amerita y es prácticamente obligado. Pensaba hacer berrinche hasta que se disculpara, sí, hasta que me pidiera disculpas por ser tan malo conmigo y no consentirme como se debe.

—Eso duele, basta ya, Mew detente.

—¡Mami! ¡Te he dicho mil veces que no me llames por mi nombre! –ahora ambos dábamos manotazos al aire, algunos alcanzaban al otro y otros no, pero no por aquello nos deteníamos. —¡Lobo malo!

De pronto siento a alguien tomarme de la cintura y levantarme del suelo con gran facilidad.

—Modales Mew, modales.

—Fue su culpa Non –hago un puchero y cuando veo a Gulf ponerse de pie jalo una vez más de una de sus orejas para susurrarle un: —Y tú, ¿no vas a presentarme?

—¿Es necesario? –se suelta de mi agarre. —Debes conocerlo mucho mejor que yo.

Cruzo los brazos completamente seria y me quedo quieta hasta que el decide hacerme caso.

—Gulf –le llamó y casi corriendo el azabache se acercó a nosotros con las mejillas carmesí. —Madre, él es Gulf... mi Nózaroc.

Mi boca se secó y, por primera vez en años, siento unas ganas incontrolables de llorar. Pero llorar de verdad. Siento una excelsa paz mezclada con un miedo irracional y eso es lo que no me gusta.

—Parece que a alguien le comieron la lengua.

Escucho a Rin burlarse pero ni eso me hace reaccionar del todo. ¿De verdad mi hijo encontró su Nózaroc?

—Un placer conocerla –saluda él cortésmente. —Soy Gulf Kanawut, lamento presentarme aquí de esta manera tan inoportuna.

Mi mirada sigue fija en él, no me muevo y me dedico a contemplarlo de pies a cabeza. Siento un poco de temor de su parte y sus pensamientos giran en torno a correr de ahí pensando en mi desaprobación ante ellos... que equivocado esta.

Después De Caperucita Roja Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora