Capítulo 5: Perfume.

2.2K 127 18
                                    

El primer impulso del que ella fue víctima, fue el de retroceder. Apenas fue capaz de contenerse a sí misma para evitar que sus extremidades corrieran despavoridas, lejos de él.

Al ser Dimitri el único hombre que había tomado su cuerpo, solo a él le dedicaba de vez en cuando miradas avergonzadas, pero saber que el nuevo vecino de su padre, era el hombre con el que había hecho un trío, la llenaba de cierto pavor. Su padre no era consciente de sus inclinaciones, aquel sujeto de cabello rojo podría solo ir y contarle todo. Ella moriría si perdía el amor o aprobación de su padre.

Él parpadeó de manera rápida, como si imaginaba que ella era un espejismo que había surgido como consecuencia de su consumo indebido de alcohol hace pocos minutos, pero no fue así. Estática como una piedra, la preciosa muchacha de labios de miel se encontraba allí. El mundo era demasiado pequeño, ambos se percatarían de aquello.

—Me tengo q-que ir... —Él la sujetó por el brazo antes de que ella pudiera retirarse, ambos compartieron una profunda mirada. La bufanda de Violet se movió lo suficiente como para que él se percatara de las heridas en su cuello, aquello le cubrió la cabeza de la duda de si Dimitri la había golpeado; era socio de Dimitri, sabía que él no era demasiado bueno conteniéndose a sí mismo—. Suéltame, por favor, suéltame.

—¿Vives por aquí?

—Suéltame.

—Vives por aquí —afirmó él, declinando su mirada hacia las marcas en su cuello, sabiendo que no era lo más adecuado preguntar acerca de la raíz de aquellas heridas, pero siempre había sido un hombre curioso e incauto—. Violet, tú...

—¡Suéltame!

Ella no conocía a aquel sujeto. Temía que él le contara a Dimitri que la había visto por allí y que eso desatara de alguna forma el enojo en él, no quería que ambos estuvieran de alguna forma en malos términos. Él era el aire que ella necesitaba.

Ella forcejeó para que él la soltara, y al final, Ian lo hizo, incluso en su estado casi de ebriedad, sabía que apenas conocía a aquella muchacha.

Violet luchó por encontrar su voz de nuevo. La tensión le obstruyó las vías respiratorias, pero encontró algo de valor para permitir que algunas palabras emergieran despavoridas de sus labios adoloridos.

—No le digas a... Dimitri q-que estuve aquí —le imploró; los ojos de la muchacha fueron una máscara de miedo—. Por favor, por favor...

Ian elevó una ceja, no pretendía decirle nada a Dimitri, pero comprendía muy poco la razón por la que ella parecía temerle tanto al hombre que sus ojos miraban con dulzura. Era una paradoja. Él no lo sabía, pero ella era veneno y medicina para Dimitri. La necesidad lo enfermaba, él poder lo enloquecía.

—No le diré nada —aseguró; ella evitó que sus miradas se cruzaran una vez más. Los ojos de Ian se encontraba ligeramente idos, el arrastre en su voz indicaba que estaba tomado—. ¿Por qué estabas aquí?

Ella jugó con su cabello, sintiendo que su alrededor se reducía a nada y que era asfixiada por el flujo de sus propios pensamientos. No sabía si decirle que su padre vivía a solo pasos de distancia, porque eso significaría que si él quería decirle al hombre que había hecho un trío con ella, lo tendría demasiado fácil. Violet mordió sus labios, en momentos así, lo único que necesitaba, era a Dimitri para que calmara su tensión. La necesidad fue tanta que vio como posibilidad el irse de la casa de su padre y solo ir hacia él, una vez más.

—Para que... bajaras el volumen de la música —habló, tras conseguir con esfuerzo salir de su ensimismamiento—. Por favor...

—¿Vives por aquí?

La Sumisa De Dimitri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora