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Los días se aproximaban y él perdía la concentración.
No tenía una idea exacta de que ocurría con él, pero cada vez se perdía más en aquella muchacha, de aquella estúpida muchacha que llenaba documentos nerviosamente al lado de su escritorio.
Sabía que el día se acercaba.
Sabía que no era el mejor momento para perderse en ella, pero cada vez corría sin algún rumbo.
Las cosas no solían ser así. Hace poco, ella no sería capaz de rehusarse a nada.
Pero ahora, él no podía confiarse de aquello.
Debía de mantenerla hipnotizada, aterrada. Lo suficiente como para pensar que sin él, ella no podría seguir adelante.
Había recurrido a un diferente tipo de manipulación. Además, la había llenado de joyas, pero Dimitri tendría que hacer aquello que nunca había hecho: pedírsela de vuelta.
No le daría explicaciones. Usaría la violencia psicológica si ella se rehusaba.
Una y otra vez se repetía que tenía todo bajo control, pero sabía que era una mentira.
El hombre se paró de su asiento, direccionando sus pasos hacia ella, quien elevó su cabeza con recelo.
Le temía; desde aquella noche en la que él la había estrangulado por mencionar a Ian, ella le temía mucho más.
—C-casi tengo lo documentos list…
—¿En dónde está tu brazalete de diamantes?
Violet elevó su mano derecha, en donde tenía siempre aquel brazalete.
No había nada allí.
El corazón de Violet colisionó contra el suelo.
Sus dilatados ojos empezaron a buscar en su bolsa de manera apresurada.
Nada.
La muchacha rebuscó en sus bolsillos.
Nada.
—¿Lo… perdiste?
—No, no, c-claro q-que no, s-solo… creo q-que lo dejé en casa…
—Me prometiste que nunca te lo quitarías.
Él fingió sentirse herido.
—No, no me lo q-quité… no sé por qué no está aquí…
Él le había regalado muchas joyas, pero aquella había sido una de las primeras. Una de las más costosas. Valorado en ochenta mil dólares, aquel regalo la había fascinado, pero… de repente ella no lo tenía en su mano, de donde recordaba no habérselo sacado.
—¿Así que lo perdiste?
—No, no… —Violet bajó su cabeza, ni siquiera podía mirarle a los ojos después de lo que había ocurrido hace pocos días—. Mañana lo tendrás… lo prometo…
—Espero que esta vez sí seas capaz de cumplir tu promesa.
Ella quiso explicarle que aquel brazalete era especial para ella, pero él se dio la vuelta, cortando sus palabras.
***
—Una vez encuentres el brazalete, quiero que vayas a mi departamento. Pasarás todo el fin de semana conmigo.
Aquellas palabras despertaron un cúmulo de escalofríos en Violet.
Desde que la había estrangulado, él no le había pedido que regresara, sabía que la tensión aún continuaba. Las heridas en el cuello de Violet, habían tardado dos días en desaparecer.
Violet liberó un trémulo suspiro.
No quería encontrarse sola con él.
No más.
No de nuevo.
"¿Me vas a violar s-si no q-quiero regresar?"
"Podría".
Recordar con la naturalidad con la que él había dicho aquello, resultó escalofriante.
Ella temía que él lo cumpliera.
Aunque más de una vez él había tomado su cuerpo mientras ella dormía, aunque ella le dijera que no pudiera más, aunque más de una vez, él había tenido comportamientos sexuales incorrectos, Violet jamás se había visto a sí misma como una víctima de abuso; imaginarse a sí misma gritándole a Dimitri para que se detuviera mientras él la embestía frenéticamente, no era una situación que ella buscase experimentar.
—Quizás no sea lo mejor q-que vaya… —La simple mirada de Dimitri le hizo saber que no tenía alguna alternativa; estaba aprisionada—. Está b-bien…
—Puedes irte, muñeca.
Ella recogió sus pertenecías con apresuramiento, antes de que él pudiera idear una manera diferente de torturarla.
Violet salió velozmente de aquella empresa, caminando de manera trémula entre los carros.
El sueldo de aquella empresa era lo suficientemente bueno como para que todos pudieran costearse un carro, pero ella jamás se había motivado a comprar uno; Dimitri le había dicho que no se lo permitiría. "Irías a ver a otros con él", habían sido sus palabras.
Violet limpió una sutil lágrima que se deslizó por su rostro.
Luego, su mirada se postró en donde solía estar su brazalete.
—¿En dónde estás? —susurró, intentando recrear la imagen de en donde lo había perdido, pero le resultó imposible.
Imposible hasta que se abrió a la posibilidad de ir más allá de su casa.
Luego, todo fue claro como un cristal.
Se recordó a sí misma golpeando el pecho de Ian, a él sosteniéndola por las manos, incluso pudo recordar que había sentido a algo desprenderse de ella, pero en aquel instante de angustia, no había pensado en aquello.
Ahora lo recordaba de manera apesadumbrada: el brazalete se había caído en aquel forcejeo que había mantenido con Ian.
—¡Maldición! —masculló; era incapaz de comprender por qué el destino se empeñaba en cruzar sus direcciones, especialmente cuando aquello era peligroso—. ¡No, no! ¡No regresaré, diablos! ¡Dimitri me matará! ¡Pero no regresaré! ¡Maldición!
—Andamos enojados hoy, veo.
Violet dio un respingo cuando escuchó aquella voz masculina.
Sus consternados ojos se precisaron en aquel cabello rojo fuego.
En aquel alto sujeto fumando un cigarrillo.
Sus ojos se postraron en Ian.
—No… no… —Violet observó hacia atrás antes de acercarse a él, que se encontraba recostado de un vehículo—. ¡¿Qué haces aquí?!
Ian terminó de fumar antes de responder. Exhaló casi en el rostro de la consternada Violet.
—Vine por Dimitri, estoy esperándolo aquí.
—¡Lárgate, Ian!
—Lamento decirte que eso no pasará.
Violet observó la salida.
Si Dimitri se enteraba de aquella escena, enloquecería.
—¡Vete de aquí, me causarás problemas!
—No vine por ti, aunque puedes quedarte a ver como le rompo el culo a Dimitri. —Ian fumó con más intensidad—. Eso sonó extraño…, pero sabes a lo que me refiero.
—¡No, no! —Violet empujó el pesado cuerpo del pelirrojo—. ¡No hoy, por favor!
—Tu amado Dimitri es un cobarde que se ha estado ocultando de mí, pero aquí no se puede ocultar.
—¡Por favor, Ian! —Violet pensó rápido—. ¡Por favor, no hoy! ¡Y-yo… yo necesito hablar contigo! ¡Algo de vida o muerte!
—¿Vida o muerte? No creo que entre nosotros haya algo de vida o muerte por… —Las palabras de Ian fueron interrumpidas por el repentino beso de Violet; el cigarrillo se deslizó lejos de los labios dedos del hombre, quien fue incapaz de contener la pasión que aquello había despertado: había estado anhelando tanto algo así—. Violet… —murmuró, una vez el beso fue roto.
Violet sabía que aquello lo silenciaría.
—Por favor, Ian, tengo que hablar contigo. En tu c-casa… —La muchacha observó la puerta de la empresa; pavor se despertó en sus ojos cuando observó a Dimitri desde la distancia—. ¡Por favor! —Arrastró con vigor el cuerpo del embelesado pelirrojo, llevándolo hacia el auto—. Llévame a tu casa, p-por favor…
Ian, aún preso por el sabor de sus labios, fue incapaz de rehusarse.
Violet era una especie de sirena para él. El canto había sido aquel beso.
Pronto, ambos se encontraron en aquel carro, que arrancó a toda velocidad de allí.
Mientras Ian, aún en su embelesamiento, no podía dejar de pensar en que las cosas entre Dimitri y él, pronto llegarían a un quiebre violento, Violet solo podía agradecer el hecho de que Ian no había sido visto por Dimitri.
Pero era allí en donde se equivocaba.
A una prudente distancia, un auto los seguía, pero ninguna se había percatado.
—Wann wirst du verstehen, dass du dich nicht mit meiner Puppe anlegen darfst? Wann wirst du verstehen, dass du mir gehörst, Puppe?
"¿Cuándo podrás entender que no debes meterte con mi muñeca? ¿Cuándo entenderás que eres solo mía, muñeca?"
Aquellos fueron los murmullos que se desvanecieron de los labios de Dimitri a medida que acariciaba su arma.
Aquel día anhelaba cometer una locura.

*** ***
🫶🏼 NOTA: Hola, escribo esta nota para invitarles a pasar por mi nuevo libro "LOS VICIOS DE DOMINICK" el protagonista está loco, pero no loco a lo Dimitri, sino tipo LOCO. Mi pc murió, así que no he subido capítulos, pero guardenlo en sus bibliotecas y les aseguro no se arrepentirán.

La Sumisa De Dimitri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora