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Elevó sus trémulos dedos y limpió con las yemas de estos, las lágrimas que se escurrían por sus ojos inyectados de sangre.
Su madrastra no había permitido que ella fuera en la ambulancia con su padre, algo que a Violet no le había sorprendido, aquella mujer la detestaba, aún así, había esperado de ella aunque sea un poco de misericordia. Pero aún contaba con el consuelo de saber a que hospital llevarían a su padre. Había pensado en ir, pero no lo haría sin antes saber quien había sido el causante de aquello, pues estaba segura de conocerle, de haber besado sus labios, de haberlo amado.
La mirada de ella escaló hacia el pelirrojo.
—Intenté detenerlos —murmuró Ian, declinando su mirada hacia el cielo, luego escalándola hacia ella—. Hice lo mejor que pude, pero lo habían golpeado demasiado.
Violet apretó sus puños, tan fuerte que él pudo percibir como una delgada hilera de sangre se escurría por sus manos.
—¿P-pero q-quienes f-fueron? —Fue incapaz de contener un sollozo más; era una mezcla entre dolor, culpa y la más enfermiza furia.
—Tenían los rostros cubiertos. —Él seguía murmurando; sujetó las manos de la muchacha, evitando que se lastimara más—. Pero todo pasó demasiado rápido. Escuché a alguien gritar, vi que arrastraban a tu padre al jardín y le golpeaban mientras…
La rápida mirada de Violet se clavó en él una vez más, con una intensidad que le arrancó el aliento.
—¿Mientras q-qué? ¡Dime! —insistió la rota voz de la muchacha.
—Mientras le gritaban burlas en… en Alemán…
Violet sintió que el pecho se le encendía en fuego.
—¡Lo mataré! —chilló, intentando levantarse de aquel sofá, pero Ian se lo impidió—. ¡Fue Dimitri! —No había alguna manera de explicar el dolor que su voz emanaba—. ¡Fue él, sé que fue él!
—Violet, por favor, cálmate…
—¡Fue él, fue él! ¡Le dije que me lastimara a mí si quería! ¡No a él! ¡No a él! —chilló Violet, colisionando sus puños contra el pecho de Ian mientras temblaba en lágrimas—. ¡Le dije q-que no lo involucrara a él! —Una vez sacó su furia, lo único que quedó en ella, fue miseria y tristeza—. Fue él…
—Lo sé, sé que fue él.
—Es m-mi culpa…
—No, no es tu…
—Sí, d-de verdad es m-mi culpa… —murmuró, sintiendo que un nudo le enroscaba la garganta—. Él… él está enojado c-conmigo, muy enojado… está furioso p-porque me fui…          
Ian parpadeó con rapidez.
—¿Te fuiste?
—Me f-fui d-de su empresa —masculló, rompiéndose en lágrimas—. Y él me amenazó, p-pero… yo creía que me haría daño a mi… no a mi… no a mi padre… —Violet intentó limpiar sus lágrimas, pero estas continuaban derrumbándose en barriscada—. Y r-renuncié y él… él seguirá vengándose p-porque renuncié… y-yo… debo de regresar… yo no quiero que le haga más daño, yo no…
—¿Por qué renunciaste?
Aquella pregunta despertó una violenta ola de recuerdos en la cabeza de la muchacha. Sentía que no tenía demasiado para perder, así que se permitió ser sincera con él. Tal vez Ian era lo más cercano a un amigo que ella tendría jamás.
—Después de escribirte aquella carta, p-pensé en irme p-para siempre d-de esta ciudad, p-pero él estaba en mi casa y… me obligó a no hacerlo… y… d-después… —Violet pasó saliva con amargura—. Después él le m-mostraba fotos mías a… a sus socios… y yo… —Dos gruesas lágrimas fueron derramadas por sus ojos rasgados—. Yo… yo renuncié…
—Hiciste bien, Violet.
A pesar de aquellas palabras, ella sentía una profunda amargura.
—Hice bien, p-pero los resultados s-serán negativos… él hirió a mi p-padre y vendrá p-por mí… —La muchacha abrazó su cada vez más delgado cuerpo mientras temblaba—. Temo q-que él… que él abuse d-de mí… él… él me ha amenazado c-con hacerlo y yo… yo tengo m-mucho miedo…                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  
—¿Y por qué no vas a la policía?
Violet negó inmediatamente.
—Él es d-demasiado p-poderoso, y yo… no… yo tengo m-miedo… yo s-solo… si él me tratara mejor yo… no lo sé…
—¿Pretendes regresar a la empresa de Dimitri?
—Es lo único q-que puedo hacer…
Ian mordió sus labios.
—Por supuesto que no es lo único. Hay muchísimas empresas por ahí afuera, Dimitri no es el único jefe de ellas, Dimitri no es el único hombre.
—No lo entiendes… él le mostró fotos mías a todos esos empresarios… ellos… ellos nunca contrarían a una zorra…
Ian bufó. Los impulsos le llevaron a actuar.
—Violet, yo tengo una empresa.
La muchacha postró sus ojos en él de inmediato.
—Ian… él te mataría y yo… tú no tienes que hacer esto p-por mí, yo b-buscaré otras alternativas o quizás… quizás…
—No regreses a Dimitri, Violet —insistió él—. Por favor, no.
—P-pero… no entiendes, él…
—Dimitri no tiene el poder que tú crees que tiene —la interrumpió—. Y solo eso diré. Puedes pensarlo, yo tengo una empresa, y no eres una zorra para mí.
***
"… yo tengo una empresa, y no eres una zorra para mí".
La idea de trabajar para él, era una surrealista para Violet, pues jamás se había imaginado a sí misma en la situación en la que aquella fuese su única alternativa.
Aunque aquella era una gran oportunidad, ella no podía dejar de pensar en los resultados negativos que podría tener el trabajar para él.
Dimitri enloquecería.
Ella no sabría como lidiar con la presión que él ejercería para que renuncie.
Ella tampoco sabía como lidiar como su propio corazón.
Todo había ocurrido tan rápido que ella ni siquiera había contado con el tiempo de dejar de amarle.
Dejar amarle le tomaría una vida, o quizás, una tragedia más.
La muchacha apuró su paso, rebuscando las llaves de su casa entre sus bolsillos.
Había visitado a su padre y él se encontraba estable, aunque los doctores le habían dicho que los golpes habían sido lo suficientemente fuertes para dejarle en coma, él se aferraba de un hilo fino a la lucidez.
"Perdón, papá", había sido lo único que ella le había dicho al verle.
Perdón por amar al hombre incorrecto…
Perdón por ser la causante de tu dolor…
Perdón, papá…
La noche había caído, ella había pasado todo el día en el hospital. Había recibido llamadas de Dimitri, atenderlas había sido como ingresar al infierno: amenazas, insultos, gritos…
Violet estaba en problemas y lo sabía.
La culpa no le permitiría conciliar el sueño.
Primero Ian, luego su padre.
Ambos habían sido golpeados por ella.
La muchacha continuó avanzando en dirección hacia su casa, pero fue al ver una sombra parada cerca de la puerta que se detuvo en seco.
—Te he estado esperando, muñeca.
Violet jadeó trémulamente.
Fue retrocediendo poco a poco, pero cuando aquella sombra empezó a correr hacia ella, Violet también empezó a correr.
—¡No! —chilló una vez aquellos brazos fuertes la sujetaron—. ¡Déjame ir, Dimitri!
—No deberías estar despierta tan tarde, mañana tienes que despertarte temprano, muñeca.
—¡No trabajo para ti!
—No puedes simplemente renunciar, muñeca.

La Sumisa De Dimitri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora