33

910 62 2
                                    

Ian observó como ella parecía buscar algo.
Le resultó hilarante verla de aquella forma, pero resultó aún más hilarante el pensar que ella decía la verdad cuando alegaba tener algo que decirle. Era evidente que todo había sido parte de un teatro que ella había improvisado con el designio de, una vez más, estropear sus planes. Pero él no había sido resistente, aquel beso lo había colocado de rodillas frente a ella.
Aquellos dulces labios eran la entrada al cielo del que todos hablaban.
Pero aquellos labios pertenecían a su enemigo.
Detenerse a pensarlo resultó devastador para él.
Ella merecía algo mejor que Dimitri.
Él no podía sacarse aquel pensamiento de la cabeza.
-¿Así que "de vida o muerte"?
Ella elevó su cabeza cuando escuchó aquellas palabras siendo pronunciadas por los labios masculinos que no hace mucho había besado por necesidad. Él no tenía idea, pero aquello era algo de vida o muerte. Violet, por primera vez en su vida, temía que Dimitri la fuese a asesinar. Aún conservaba recuerdos frescos del estrangulamiento al que había sometido.
Una presión como aquello, durante un tiempo más prolongado... podía haber acabado con ella, podría haberla matado.
Dimitri la estaba matando desde hace mucho tiempo.
-No lo entiendes -musitó la muchacha, buscando debajo de la cama del pelirrojo-. No entiendes nada...
Ni siquiera ella misma era capaz de entender como lo que en un principio había creído amor, se había transformado en miedo, en tensión, en incertidumbre.
¿De qué otra manera Dimitri la torturaría los días siguientes?, no puedo ella evitar preguntarse.
Ian sacó otro cigarrillo, acercó el mechero con intenciones de fumarlo, pero una estresada Violet se aproximó sin cautela hacia él, arrancándoselo y arrojándolo al suelo.
-Necesito... -La muchacha jugó de manera inquieta con sus manos; tenía un manejo pobre de sus emociones en aquel instante-. Necesito que me ayudes a buscar algo...
-¿Buscar algo? ¿En mi casa?
Ian le dedicó una casi imperceptible sonrisa. Ella tenía razón: él no entendía nada. ¿Por qué lo había besado? ¿Por qué se encontraba allí, buscando algo? ¿Por qué Violet lucía demacrada? ¿Por qué cada vez que le veía ella parecía desvanecerse un poco más?
Le tomó unos instantes de reflexión para tener la respuesta: Dimitri.
-No entiendes... el otro día c-cuando... cuando... me sujetaste por las manos... mi brazalete, se cayó... creo... eso creo...
-¿Eso es lo de "vida o muerte" que tenías para decirme? -Ian dio un paso hacia adelante, aproximándose hacia la angustiada muchacha-. ¿O simplemente solo querías distraerme?
El pelirrojo rió, burlándose de su propia debilidad. Un beso, un estúpido beso le había hecho desviar de su objetivo de acabar con Dimitri en su propia empresa.
Ella prestó caso omiso a sus palabras, continuó rebuscando su argolla debajo de la cama del pelirrojo.
-Te haría un favor si acabara con él -murmuró Ian-. Y le haría también a él si lo matara.
Lo último fue pronunciado con un deje de burla que atrapó la atención de Violet.
-¿A q-qué te refieres?
Ian recogió el mechero, encendió un cigarrillo y empezó a fumarlo.
-¡¿A qué te refieres?! -La muchacha se aproximó bruscamente a él-. ¡Dime, a qué te refieres con que le harías un favor!
Ian exhaló humo en el rostro de Violet, sonriendo, casi con tristeza. Sabía que si le decía aquello, ella ni siquiera le creería. De todas formas, tener a Violet de su lado en la batalla contra Dimitri, era algo que le convendría. Lo había estado intentado y había fracaso, pero aquel día podía tenerla. Aquel día podría tenerla como socia.
-¿Estás segura de que quieres saberlo? -le preguntó-. Tu corazón se romperá.
-¡Dime! -insistió-. No hay nada que pueda romperme más...
Ian fumó una vez más. Aquellos días había sustituido el alcohol por tabaco.
-¿La joya que buscas te la regaló Dimitri?
-¡Eso no importa, solo dime!
-Eso es un sí -murmuró el pelirrojo-. Violet, Dimitri está en problemas. Muchos problemas en realidad.
-¿A q-qué te refieres con eso? -Ian guardó silencio; Violet lo sujetó por la camisa que utilizaba, sacándole una sonrisa al hombre: empezaba a amar cuando ella hacia aquello, con sus débiles, preciosas y pálidas manos-. ¡Dime de una vez!
-Dimitri te está ocultando algo. Muchas cosas, pues la verdad es que Dimitri...
Una frenética carcajada emergió de los labios de Violet cuando le escuchó decir aquello.
-No... no... ¡mientes! ¡Eres un maldito mentiroso!
-Soy muchas cosas, menos un mentiroso.
-¡Mientes! -chilló ella, arrancándole el cigarrillo de las manos y arrojándolo al suelo para después pisarlo-. ¡Por supuesto que mientes, eso no es posible! ¡Ni siquiera tienes idea de lo que dices!
-Sabía que reaccionarías así, aunque aún hay algo que no sabes.
-¡No quiero escuchar más tus tonterías! ¡Sé que lo odias, pero no deberías de mentir así!
-Violet, escúchame, debes terminar con Dimitri, pues en poco tiempo, él...
Los ojos de Violet se convirtieron en un cristal roto cuando escuchó aquellas palabras.
Su mundo sucumbió. Violet se transformó en cenizas.
***
Dimitri se aseguró de cargar tres balas en el arma. No estaba exactamente de lo que haría, pero si estaba seguro de que no podía quedarse así. Había dejado pasar muchas, pero aquella vez no.
Ian había ido hasta su empresa a buscar a Violet. Ella se había ido con él.
A medida que pensaba en aquello que a la distancia había visto, la furia desataba estragos en su cuerpo.
Perdía cada vez más el sentido de su vida.
Ella le temía cada vez más.
Él se hundía en su adicción cada vez más.
Al grado en el que empezaba a lucir demacrado.
El gran Dimitri Brown tenía un aspecto demacrado porque no podía dejar de consumir mientras pensaba en ella.
Dimitri mordió con cólera sus labios, estacionando su carro próximo a la casa de Ian. Matar a Ian, matar a Violet y después acabar consigo mismo no parecía una mala idea después de todo.
Tres balas.
Dimitri avanzó con rapidez hacia la casa de su antiguo socio.
Dimitri jamás se había visto como el cobarde capaz de hacer eso.
Aunque tampoco se había visto a sí mismo como alguien capaz de obsesionarse con otro.
Dimitri se permitió cerrar sus ojos, por un instante reviviendo el mar de sensaciones que experimentaba con ella.
-Te amo y no es suficiente.
El fornido hombre elevó su mano para tocar la puerta de la casa de Ian, fue en aquel instante en el que su teléfono empezó a timbrar.
Era su padre.
-¡Maldición! -masculló, alejándose de la puerta-. ¿Sucede algo, papá? -escupió-. Sí, sí... estoy en... en proceso... sí... ¿ahora mismo? No, yo no... -Dimitri observó el arma que empuñaba-. No puedo ahora mismo. Estoy ocupado. Sí, sé que ya salí de la empresa, pero... no entiendes... -Meneó con ansiedad su muslo; ni siquiera se permitiría la tortura de imaginar lo que ambos estarían haciendo allí adentro, solos... únicamente Ian y su Violet...-. ¡Te dije que estoy ocupado, papá! ¡No me importa! ¡No-! -Dimitri frenó en seco-. ¿Él está allá? No, no... maldición, maldición... ¿preguntando por mí? ¡Ese bastardo! -Dimitri corrió de regreso hacia su auto-. Sí, sí, diablos, iré hacia allá...
Dimitri arrojó el teléfono hacia el asiento del copiloto, rompiéndose de furia. Colisionó sus enormes puños contra el volante hasta que parte de su furia sosegó.
Le dedicó una última mirada a la casa del pelirrojo, a donde la había visto entrar, pero no salir.
Le tomó todo su esfuerzo no dejarse vencer por el impulso de entrar ahí y arrastrarla con él. Siempre con él.
Puso en marcha su auto, pero se obligó a frenar en seco.
Salió del auto, empezó una vez más a correr hacia la casa de Ian.
No podía dejarla allí. Debía de llevarla consigo.
-¡No, Dimitri! -se chilló a sí mismo, frenando su paso.
Debía de mantener el enfoque, aunque su corazón se quemara, aunque en su cuerpo creciera un incendio que solo ella podía apagar.
Dimitri corrió de regreso hacia su auto, avanzando a una peligrosa velocidad, yéndose de allí.
Pues sabía que si dudaba un poco más, terminaría yendo por ella.
-Das wird nicht so bleiben, meine Liebe.
"Esto no se quedará así, mi amor".
***
Ian observó como Violet se desplomó en el suelo.
-¡Mientes! -chilló, sintiendo que el corazón se le desangraba-. ¡Dime, por favor dime que mientes! -Las lágrimas no tardaron en hacer presencia; aquel bello rostro empezó a pintarse de rojo. La culpa estalló como un petardo en el corazón de Ian: él sabía que no era su responsabilidad decirle aquello-. ¡No, no!
El pelirrojo se agachó a su lado, intentando pararla del suelo, pero solo recibió los frenéticos golpes de una desconsolada muchacha que se negaba a creerle.
-Lo siento, lo siento, no debí de...
-¡Por favor! -Violet se aferró a los hombros de Ian-. ¡Dime que es mentira! ¡Dime que es una maldita mentira! -Violet se quebró en lágrimas una vez más; fue en aquel instante en el que sintió los brazos de Ian rodeándola. Fue incapaz de poner resistencia, se aferró con fuerza a aquellos brazos mientras su garganta se rompía en llanto-. P-por... f-favor... -Los ojos inyectados de lágrimas de la muchacha conectaron con los del hombre-. P-por f-favor... d-dime q-que es f-falso... dime que s-solo es un r-rumor... dime... por favor... dime que sí... -Él solo pudo guardar silencio: aquello no era, ni falso, ni solo un rumor-. ¡No, por favor no! -Violet se aferró con fuerza a los brazos de Ian-. ¡No, no! ¡¿Por qué?! P-por... ¡¿Por qué?!
-Violet, por favor, párate, ¿sí? Lo siento, no quise...
-Por qué, por qué, por qué, por qué... -La mirada de Violet se elevó una vez más hacia él; si el dolor poseyera piel, fuese ella, fuese aquella mirada, fuesen aquellas pupilas; el llanto de un alma se percibió en aquel cruce-. ¿Acaso... s-solo soy un d-desperdicio?
-No, no, pongámonos de pie, ¿sí? Por favor...
Ian la sujetó por la cintura, ayudándola a colocarse de pie, pero ella se derrumbó de nuevo.
No poseía algún vigor.
No poseía nada.
No podía creer aquello.
No podía creer que él se lo estuviera ocultando.
Él... Dimitri, él...
-Me quiero morir -susurró su dulce voz-. Voy... a acabar conmigo misma...
Arrastrándose hasta la cama, ella consiguió entre esfuerzos ponerse de pie.
Ian permaneció observando todos sus movimientos, los cuales no comprendió.
No hasta que la vio correr hacia una ventana.
-¡No, Violet! -Ian se interpuso entre ella y la ventana-. ¡¿Pero qué haces?!
-¡Déjame, déjame! ¡No quiero más tortura! ¡Solo déjame arrojarme! ¡Déjame!
-¡No, maldición, no dejaré que te mates frente a mí!
-¡Muévete de la maldita ventana! ¡No soy nadie en tu vida, no soy nada en la vida de Dimitri, no soy nadie en la vida de nada! ¡Nada! ¡Justo como él dijo, soy nada! ¡Siempre he sido nada! -Violet empujó a Ian por el pecho para que se moviera de la ventana, pero aquello no ocurrió; él no sabía exactamente como lidiar con alguien que parecía estar tan herido, pero si algo sabía, era que no permitiría que ella se quitase la vida-. ¡Por favor!
Ian sujetó a Violet por ambas muñecas, direccionándola hacia la cama, aunque ella se resistiera.
-¡Déjame! ¡No quiero vivir más!
Ian finalmente la arrojó sobre la cama, apresurándose a cerrar la ventana.
-¡No te lanzarás, Violet!
-¡¿Y por qué te importa si me lanzo?! ¡¿Acaso vas a decir que te importo?! -La voz de Violet se quebró-. ¡No le importo a nadie, ni siquiera al maldito hombre que amo! ¡Solo soy una zorra que se deja follar porque ese es el único amor que conoce! ¡Solo soy una zorra que merece morirse! ¡Este amor terminará matándome!
Ian se sentó a su lado en la cama. No sabía como lidiar con aquello. Ni siquiera sabía lidiar con sus propios sentimientos.
-Me iré -avisó ella de repente.
-No creo que lo mejor sea que...
-¿Ahora me vas a obligar a estar aquí, así como hace él? ¿Qué es lo siguiente? ¿Me vas a obligar a follar contigo como él lo hace?
-¿Pero qué...?
Ella liberó un sollozo.
-B-buscaré mi brazalete y me iré -musitó-. Necesito... s-silencio...
Ian se levantó al mismo compás de ella, sujetando su brazo.
-¿Él te encierra? ¿Él te... obliga a estar con él?
-Quizás el brazalete esté en la p-parte de abajo -murmuró ella, pasando por alto aquella pregunta-. Iré p-por él...
Antes de que Ian pudiese impedírselo, ella corrió hacia la planta de abajo.
Él la persiguió.
Ella recorrió los muebles sin resultado.
-Violet, él te...
-No -lo interrumpió ella en un susurro-. P-por favor, no hables de eso...
Ella continuó buscando el brazalete en silencio.
Recorrió el otro extremo de la sala, encontrándose con el típico desorden que se esperaría que no tenía control alguno de su propia vida.
Billetes esparcidos por doquier, bolsas vacías de comida, y... botellas de alcohol.
Ella de repente encumbró su mirada hacia él.
-¿Tienes... licor aquí?
Después del sexo, el único consuelo que ella conocía, era el licor.
-No creo que debas beber en esas condiciones.
-¿Pero tienes licor?
Ian mordió sus labios.
-Sí, Violet, tengo licor.
Aquella mirada que Violet le ofreció, fue el indicador de que aquel día sería mucho más largo y distinto de lo que había imaginado.

*** ***
Nota: pasense por mi nuevo libro "Los vicios de Dominick" 🤭

La Sumisa De Dimitri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora