El nuevo guía

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La vida en ocasiones podría darte unas oportunidades muy peculiares, de alguna manera se debía tomar lo mejor de ello y aprender a base de los errores en próximas experiencias.

Izuku relajó bastante al darse cuenta quien había invadido su refugio. El par de niños en contraste estaban en una esquina desconfiados de la enorme bestia cerca de su protector y ni mencionar aquel hombre rubio de semblante intimidante.

Katsuki observó con desdén las lesiones percibidas a simple vista en el otro, fugazmente sus granates voltearon con los niños que a pesar de estar con barro seco y suciedad en sus ropas aparentaban no tener lesiones.

—¿Qué pasó? ¿Quiénes son? —Preguntó en esta ocasión a los infantes desconfiados mientras se inclinaba.

—Prisioneros de guerra. Eso eramos —respondió por fin Izuku echando su cabeza hacía atrás. —Derkhan fue atacado hace unos días...

—Eso vi, no hay rastro de nadie más —declaró bajando sus pertenencias al suelo.

Por otra parte, Izuku al escuchar eso abrió su mirada sorprendido y quedando inmóvil por unos segundos sin saber como reaccionar.

—Entiendo... como fui capturado al inicio tenía una mínima esperanza de que al menos alguien... —masculló desanimado con una mirada vacía hacía el techo.

El rubio percibió de reojo como estaba conteniéndose Izuku, notando como sus manos cerradas con fuerza clavaban sus uñas a la carne y como mordía su labio inferior por la impotencia que sentía lastimandose.

—Encontré a tu compañero, Horn debe de estar curándose en Thurt con un conocido.

Los ojos sombríos mirando un vacío en Izuku despabilaron y girando hacia el rubio que estaba sacando unas cosas de su mochila. Cerró con fuerza sus ojos, tan intensamente hasta que saltaron unas lágrimas descendiendo por le rostro.

—Que alivio, está a salvo —sollozó frotando bruscamente su rostro con la tela de la manga en su ropa.

—Es tu compañero, el que nos contaste, ¿verdad? Que alegría escuchar eso —mencionó el niño gateando con cautela hacía Izuku precavido del lobo cerca de ellos.

Tras escuchar eso Bakugo entendió que esos niños no pertenecían a la misma aldea que Midoriya, ya que apenas y conocían por descripciones al borrego de gruesas astas que debería estar con el peliverde todo el tiempo.

—¿Estos enanos estaban encerrados contigo? ¿De dónde son?

—Tuvieron una situación como la mía e incluso llevaban más tiempo allí, son de Eira —gimoteó limpiando el último rastro de lágrimas.

Una de las primeras aldeas que había escuchado haber sufrido los primeros ataques y saqueos, incluso Katsuki supo de ello antes de partir de su hogar.

—Querrás decir que eran... ese lugar ya no existe tampoco —exclamó deslizando un par de frascos y bolsas con polvo, raíces y otros remedios para atender las lesiones en Izuku.

—¡Eira todavía existe! —Corrigió la niña indignada del comentario del rubio. —Mi hermano debe de estar todavía buscandonos.

Una acción valiente de reconocer el reproche de la niña, pero también imprudente y fuera de lugar. Katsuki levantó una ceja y miró al niño que estaba limpiando las heridas con sus materiales, posteriormente con Izuku preguntando con la mirada que acababa de decir con esas incoherencias.

—Al parecer Eira tiene un escondite entre sus minas, Roro y Lala están seguros que su hermano debe estar refugiándose ahí. Al menos quiero llevarlos...

Horn & Fang [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora