La apostasía gemela

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Katsuki quedó paralizado, su mirada molesta poco a poco desvaneció al son que sus ojos cambiaban en sorpresa. El dolor del impacto previo por el borrego y el suelo quedó en el olvido, se sentía un peso inerte y extrañamente vacío olvidando el deplorable lugar en ruinas que estaba.

—¿Qué...? —Fue lo único que su voz pudo trasmitir en un susurro.

Izuku cerró sus manos en la tierra áspera apesadumbrado de repetir lo que acababa de decir. Apretó su mandíbula con impotencia temblando en horror.

—Fang me defendió del ataque de un oso cuando salíamos del bosque, quedó en muy mal estado... no soportó sus heridas —gimoteó arrepentido.

Levantó su cabeza a visualizar la reacción en Bakugo esperando lo peor, sin embargo, el rubio solo permanecía sentado en su lugar con una expresión de estar mirando fijamente hacia el infinito, como si estuviera perdido en sus pensamientos. Una mirada estoica pero tan abatida, perpleja y desenfocada.

Era complicado creer lo que acababa de escuchar. Fang era un gran lobo gris con una extraña diplomacia que tenía una pertinencia a lo hostil cuando lo meritaba como recurso final.

—Si te hace sentir mejor golpéame, pero te suplico que no lastimes a Horn —dijo Izuku afligido procurando despertar de ese extraño trance al rubio. —¿Katsuki...?

—Entonces... ¿él atacó primero? —El timbre de su voz aún estaba desenfocado, al ser mencionado por su nombre pudo reaccionar un poco.

—Yo le imploré huir a como fuera lugar, pero no retrocedió contra ese oso y saltó directamente.

Izuku procuraba ser tan delicado a sus respuestas como fuera posible. Horn retrocedió para estar a su lado sosteniendo con el hocico el gorro invernal del saco que estaba en la nuca verde impulsando a que se levantara.

Bakugo parpadeó un par de veces despertando de ese shock, poco después giró de reojo al otro observando como procuraba apoyarse de la oveja a su lado dificultosamente.

—Me pregunto por qué hizo un acto como ese. Nunca actuó de esa manera en mi compañía... —masculló con detenimiento a Midoriya, el cual arrugó su entrecejo culpable. —¿Qué vio en ti?

—Por eso no debía quedarse conmigo, separarse de tu acompañante es muy mal augurio —reprochó entristecido.

—No —silenció abruptamente. —Él estaba completamente seguro de que debía hacerlo, ahora... dame las razones.

El pecoso mordió su labio inferior con decadencia sin saber precisamente que responder. Al no percibir reacción el rubio se puso de pie apresuradamente para ponerse de nueva cuenta de cuclillas frente al otro. Izuku temeroso cerró sus ojos esperando un puñetazo colérico por provocar el asesinato de un compañero animal ajeno, no obstante, solo sintió como sus mejillas eran firmemente sostenidas por los guantes marrones que con la fricción limpiaban las lágrimas que descendieron a su llanto previo.

Abrió lentamente sus ojos verdes quebrados por la acumulación de lágrimas que intentó detener en más de una ocasión y observó detenidamente esos ojos rojos con una inquietante sensatez acechándolo sin inmutarse.

—Tienes que demostrarme porque Fang decidió entregarse para que estés conmigo —declaró con un susurro firme. Los iris de Izuku encogieron sorprendido.

—¿Contigo...? —Balbuceó sin poder dar otra reacción al ser sostenido del rostro.

—Nada es en vano. Vendrás conmigo a Vaarja.

Izuku estaba atónito de esa extraña decisión, parpadeó para procurar cortar su lagrimeo.

—Pero yo no tengo-...

Horn & Fang [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora