Manantial espiritual

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La sensación gélida alrededor era menguada por el abrigo y un gran cobertor de piel encima, el ruido de la madera contra el fuego le hizo despertar. Despacio abrió los ojos con disposición de entender el entorno.

Rápidamente recordó la última situación intentando frenar en una plaza un sádico ritual y su negociación con el líder.

Levantó el torso hasta sentarse nervioso, inspeccionó el entorno notando una caverna de una área glacial con paredes rocosas ayudando a atenuar el frío del exterior. Frente a él estaba una fogata que era apreciada de forma indiferente por Katsuki, lucía abstraído en sus pensamientos.

Izuku abrió la boca en busca de palabras, pero no logró mencionar lo que deseaba. Su vista adormilada dirigió hacia la silueta que estaba al lado de Katsuki, era el borrego echado y disfrutando del calor de la flama.

―Horn, estás bien ―susurró con alivio dibujando una sonrisa débil en sus labios.

El animal abrió los ojos al llamado, al notar a Izuku despierto se levantó hacia la dirección y su dueño lo recibió entre cálidos abrazos rodeando el cuello.

―Te agradezco que no nos separaras ―dijo a Katsuki, el cual no dio respuesta y solo desvió la mirada. ―Ultimamente me he encontrado contigo de esta manera...

Susurró esto último algo avergonzado de que fuera él quien siempre despertaba desorientado de lo que pasaba.

―No te dormí esta vez ―se defendió removiendo la madera para mantener vigente el calor.

―No, no lo decía por eso... ―arrugó el entrecejo culpable.

Unos segundos silenciosos e incómodos se efectuaron entre ellos sin lograr iniciar una adecuada conversación, después de todo habían pasado muchas cosas desagradables y siniestras.

―¿Cómo terminó todo en Vaarja contigo? ―Preguntó con timidez e indulgencia sus palabras.

―Fui exiliado ―respondió enseguida con el semblante aún indiferente, cosa que Izuku le hizo respingar.

―¿Entonces ya no vas a volver?

―Eso es ser exiliado, imbécil ―farfulló con desagrado de lo obvio. ―Aunque es mejor que perder un maldito brazo.

Katsuki cerró los ojos meditabundo por recordar el sacrificio que había hecho su padre para mantenerse intacto.

―¿Tu líder no te dio otra oportunidad... o términos? ―Susurró con un rostro confundido mientras acariciaba a Horn, eso no era lo que había acordado.

El rubio levantó sus iris acechando a Izuku al otro lado de la flama, por ese gesto extrañado asumió que hizo alguna negociación con Aizawa para que le diera una chance de no ser un guerrero exiliado.

―Si quiero volver debo encontrar un tesoro, de esos que podías adquirir en la prueba de valía. Ellos asumen que sin mi guía va a ser imposible... ―echó su cabeza hacia atrás resoplando ruidosamente. ―Ya me las arreglaré.

Izuku apretó ligeramente el agarre que tenía a la lana de Horn escuchando la respuesta y suspiró con alivio.

―El líder de Vaarja, el señor Aizawa... es un hombre sombrío ―espetó con honestidad al recordar ese estigma―, pero en realidad es muy condescendiente y amable.

Katsuki miró el techo de aquella cueva mordiendo su mejilla interna, era complicado corroborarlo pero sabía que Izuku tenía razón con eso. Nuevamente retomó la atención en el chico mientras recargaba el mentón a su mano con gesto aburrido.

―Ya estás alerta, no voy a cometer el mismo error de arrastrarte a donde no quieres, esta vez te lo pregunto: ¿qué vas hacer ahora?

Entrecerró los ojos analizando la reacción de Izuku, el cual agachó un poco la cabeza.

Horn & Fang [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora