Devuelta a mis brazos

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Habían pasado dos días desde su confinamiento. Era una mañana con un clima templado, como era habitual en Alvirt. Izuku pudo dormir relativamente muy poco, tenía una mirada cansada por la preocupación encima, después de todo era una especie de prisionero o rehén... Otra vez.

No tenía señales de nada, ningún ruido se escuchaba de afuera y todas las salidas fueron selladas. Cuando percibió la tos de la sacerdotisa que estaba encerrada en un cuarto fue a indagar su estado, tocó un par de veces la puerta con sus nudillos dando un llamado.

—¿Nagant-san? —Llamó con duda, pero fue poco el espacio para respuesta y empujó la puerta.

Se llevó una sorpresa con horror al verla arrodillada y reteniendo un vómito de sangre en su palma, acudió con ella.

—¿Aquí no hay nada que pueda ayudarla? Tiene que ser tratada... —musitó con angustia mirando de un lado a otro en busca de algún apoyo. Nagant solo dignó en señalar con su índice a una cajonera, por lo que Izuku fue rápido a escarbar en ella y sacar unas vendas.

—Mi condición es peor de lo que creía...

Las palabras arrastradas en voz no eran nada favorables. Izuku no estaba seguro de que fue lo que hizo precisamente Nagant para sobrevivir, pero era notable el alto costo que tuvo.
No tenía indicios de que estaba sucediendo afuera, tampoco de Fang, esperaba que hubiera llegado advertir a Katsuki y Nana.

En lo que estaba ayudando a Nagant a levantarse y acostarla en cama ambos escucharon el ruido de los pesados tablones de la puerta principal moverse, la mujer chasqueó la lengua por el mal momento y arrugó el entrecejo mirando al menor.

—Tienes que irte, ellos creen que solo eres tú. Yo los distraeré —empujó a Izuku insistiendo en que se preparara.

Conforme los ruidos se volvieron más fuertes también la tensión se dio. Izuku miraba la puerta principal preocupado y tratando de reconocer las voces al otro lado.

—Prepárate, será rápido esto.

—No estoy listo, bueno, tal vez un poco.

Las voces las pudo identificar, uno de ellos era Jin y el otro Sako, ayudantes directos de Tomura. Levantó la daga que había dejado en la mesa de la sala llevándola en manos para prepararse y atacar, sin embargo una tercera voz le dejó consternado.

—No entiendo porque lo dejaron aquí, ¿qué hizo? ¿Discutió con Shigaraki o algo así?

Esa voz se trataba de Ochako, su amiga cercana y de las únicas que quedaba de la cultura de Derkhan como él. Todo el espíritu de lucha que llevaba encima desvaneció dudoso o hasta incómodo de imaginar que la chica estaba cooperando en ese golpe de estado.

—Izuku-kun, ¿estás despierto? Te traje comida.

La puerta fue abierta con precaución por Sako, aunque enfrente iba Ochako con un canasto en pan, queso y mermeladas de frutos rojos. La chica miró extrañada el complejo con manchas de sangre salpicada y seca en algunos muebles o el propio suelo..

—¿Qué pasó aquí? —Preguntó ingenuamente Ochako, el rostro de Izuku se tornó en horror al darse cuenta que llevaban a su amiga como una rehén.

Sako tuvo mayor confianza y se adentró al lado de Ochako, miró de un lado a otro buscando algo relevante que no encontraba.

—¿Qué pasó con la maestra? —Cuestionó con descaro, él conocía perfectamente que la mujer había sido sacrificada y colgada del cuello.

Izuku no supo precisamente que responder, agachó la cabeza dubitativo para explicarles. Sin embargo, Nagant, quien estaba al otro lado de una puerta tuvo la iniciativa y salió con total naturalidad para ponerse al lado de Izuku y sujetarle un hombro con la intención de darle un poco más de coraje.

Horn & Fang [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora