Solsticio de invierno

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La mirada en Izuku lo analizó de pies a cabeza, notó las lesiones y sangre manchando ropas de alguna batalla reciente. Su rostro contrajo perturbado, eso abofeteó el afligido corazón de Katsuki.

―Tu cara de susto... ―musitó Katsuki.

―No te tengo miedo ―intervino Izuku.

―Pero tú... sí me asustas.

Reprochó con una tibia sonrisa lúdica, estaba seguro que un rechazo más lo iba a rematar como una contundente puñalada al pecho, aun así, Izuku presentó una ingenua reacción confusa, el bobo no tenía idea de lo mortal que era para Katsuki.

Un pequeño empuje hizo que las rodillas de Izuku flaquearan un poco a causa de la cabeza del borrego, frotando a su lado con añoro, las pesadas astas hacían una fricción en su ropa. Solo le correspondió acariciando su cabeza sin quitar la vista del rubio al frente.

―¿Por qué te llevaste a Horn?

Un pequeño tic se formuló en una de las delgadas cejas de Katsuki.

―¿De verdad crees que soy un maldito desgraciado para desquitarme así?

Izuku hizo un puchero en sus labios, ese vómito agresivo estaba emergiendo poco a poco al borde de escupirlo. Katsuki le provocaba un remolino frustrado y molesto, algo que trató de reprimir toda su vida lo desencadenaba una sola persona.

Fang que estaba al lado de Katsuki gruñó bajito llamando la atención de Izuku, la densa mirada ambarina del lobo le daba una sugestiva recomendación a que calmara.
Suspiró bajito y negó la cabeza, volvió a inclinarse a recoger las hierbas medicinales, el rubio le miró con atención buscando algún indicio del por qué recolectaba eso.

―¿Estás herido?

―No son para mí ―refutó Izuku cabizbajo queriendo evadirlo.

―¿Por qué estás aquí?

Los ojos viridianos de Izuku trataban de concentrarse en el suelo, logró mirar la suela del calzado de Katsuki con un rastro de sangre seca, su entrecejo arrugó intentando contenerse, pero no pudo soportarlo. Por más que intentaba evadirlo e ignorar a esas emociones negativas producto de Katsuki, tampoco podía simplemente dejar pasar esa condición.

A pesar de que era un impertinente, agresivo y grosero, el rubio lo ha ayudado más de una vez. Deslizó una mano dentro de las alforjas sacando un pañuelo de seda de colores claros, se levantó y sin previo aviso acercó a limpiar la sangre en la mejilla ajena.

―Al menos ten la decencia de limpiar tus heridas ―masculló Izuku con seriedad― ¿Quién te hizo esto?

―Unos lobos, anoche querían cenarse a Horn ―respondió lo más sereno que su voz podía salir, el acercamiento furtivo de Izuku le provocó una sorpresa impredecible que trató con disimulo.

Ante esa respuesta Izuku giró de reojo hacia el borrego indagando.

―¿Estás bien, Horn? ―Solo recibió un grácil balido, así que retomó a Katsuki― supongo que fuiste el que se llevó todo el mal trato.

―Eso ya es bastante normal en mi vida ―dijo con un tono sarcástico burlándose de su propia desdicha.

Hubo unos cuantos minutos silenciosos en donde Izuku humedecía el pañuelo con el pequeño recipiente de agua y deslizaba sobre la piel teñida en sangre de Katsuki en la frente, con el cuidado al cruzar por sus cejas y su párpado. Katsuki intentó mantenerse en un margen cauteloso, pero diablos, el propio Izuku daba acercamientos tan benevolentes e ingenuos a un panorama inigualable.

Primero pudo ver los rasgos más obvios y bonitos: los familiares rizos color del bosque sin esa molesta nevada encima, tan verde y tan vivo, la piel pálida y reluciente como esas motas que con el amanecer lucen doradas y preciosas.

Horn & Fang [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora