Capítulo 11. El chispas

51 16 10
                                    

Probablemente, lector, te estés preguntando si sufrí más daño en aquellos momentos del viaje, diría "sí", pero para averiguar qué daños sigue internándote en la historia...

Probablemente, lector, te estés preguntando si sufrí más daño en aquellos momentos del viaje, diría "sí", pero para averiguar qué daños sigue internándote en la historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿No tienes hambre? —preguntó Obi.

Estaba en un rato de reposo, mientras renovaba las vendas en mis respectivas heridas ("¡ay!").

—No, en verdad, en ningún momento he tenido hambre ni he comido —dije, con pesar.

Obi se acercó y se puso a mi lado y me dio una manzana ("por lo menos, tienes que comer algo" dijo).

Lo tomé y le di las gracias ("comprobé genéticamente si hay venenos en la manzana y en el árbol donde lo cogí" dijo Obi).

La manzana era de color rojo, como un rubí (brillaba a la luz de la luna).

Me lo llevé a la boca, pero en cuanto ya estaba a punto de darle un mordisco; de mi boca salió chispas y carbonizó por completo la manzana.

La manzana era como carbón, se hizo pedazos, se convirtió en cenizas y se fueron volando por el viento de la "noche".

Miré mi mano, quieto y sin manzana, Obi también me miró sorprendido: primero, la mano, y segundo, mi cara.

—¿Cómo lo has hecho para hacerlo cenizas? —preguntó Obi, sorprendido.

Había salido del trance y me dirigí a Obi, con la mano todavía en la posición en la que tuve la manzana.

—No tengo ni idea —respondí, asustado.

Me llevé los dedos (de la mano donde había tenido la manzana) a la boca.

No pasó nada.

En cambio, cogí una rama del suelo y me lo llevé a la boca; se produjo chispas y carbonizó la mitad de la rama, dejando fuego.

Lo pisé para no provocar un incendio.

Obi y yo estábamos asombrados.

—"Por algo no tengo hambre, esta 'maldición' no me deja comer..." —pensé.

Retomamos la marcha —y yo acariciaba my tripa con mi palma derecha, "buscando" hambre— y lo increíble, es que todavía era de noche.

El bosque no parecía cambiar en ningún momento; de vez en cuando descansábamos (y yo aprovechaba para cambiar las vendas, que por suerte, cogí diez: ahora me quedan siete sin abrir, y uno a medio usar).

Un bosque sin seres que habitan es rarísimo, es decir, ha tenido que pasar algo para que ocurra este hecho.

O no había seres o son súper silenciosos, o es por la oscuridad...

Cabe la posibilidad de la existencia de bichos en el bosque; aunque no sean ruidosos, como los grillos (haciendo "cri,cri") ni grandes, como un pulgar humano (como un abejorro) no los que vuelan en plena noche (como los escarabajos).

De todos modos, no podía constatar que fuera cierta esta hipótesis.

Lo malo de esa "noche", no me permitía calcular el tiempo, no había viento alguno, ni nubes.

En un descanso, Obi me preguntó:

—¿No tienes ganas de dormir?

Sentado, me giré hacia Obi.

—No tengo sueño ni he dormido, solamente estoy cansado.

Y me di cuenta en ese momento que en mi cuerpo podría haber algo extraño...

De súbito, se produjo un viento desagradable por la nuca; me dio un escalofrío, me di la vuelta y me levanté y Obi también se levantó.

Esperaba cualquier ataque directo, yo ya había sacado el bate en posición de defensa.

Pero no ocurrió nada.

Sin embargo, muy atrás de mí, oí un grito en lo más profundo del bosque.

No era un lobo.

No era un robot.

Ni tampoco lo era de un humano.

CONTINUARÁ...

CONTINUARÁ

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Obi: El Viaje Del Fuego (HIATUS INDEFINIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora