Capítulo 4. Lucha en las fauces

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Corrí, seguí corriendo sin ninguna ruta prevista; corriendo sin mirar atrás para comprobar si el lobo me seguía para devorarme.

No oía más pasos, aparte de los míos; pero no sabía si el lobo estaba persiguiéndome o si el lobo se había ido.

Aunque de todos modos, acabé en las ruinas de antes; relucientes por la luz de las estrellas, no había viento alguno, los árboles estaban tiesos.

Me oculté en un arbusto (casi) sin hacer ruido, y esperé.

Esperé.

No había señales de animal cuadrúpedo.

Cuando me cercioré de que el lobo ya no estaba, salí del arbusto, y además cogí un palo tan largo como mi brazo y lo suficientemente robusto para que pudiera aguantar unos cuantos golpes.

Me dirigí de ruina en ruina, escondiéndome y a la vez explorando por si encuentro algo útil por ahí...

Aunque el ambiente estaba oscuro, las ruinas reflejaban la luz, como si fuera una estrella.

Algunas ruinas eran restos de algunos edificios que conocía, como restaurantes, apartamentos, tiendas...

También pude distinguir una tienda de robótica, estaba semi-destruido, podía ver (más o menos) unos cascos gamers (de una generación bastante antigua) en el escaparate.

Seguí avanzando por la "calle" (o avenida) hasta que llegué a un mapa del pueblo, y éste estaba partido por la esquina de la izquierda.

Abajo vi un punto rojo y encima ponía "ESTÁS AQUÍ", el nombre del pueblo fue tachado, al parecer, por una garra (temí que fuera un lobo).

Me di cuenta de que el mapa estaba hecho de papel, no de metal; de tal modo, se podía romper con facilidad el mapa.

Bajé la mirada al punto rojo (ESTÁS AQUÍ)...
Lo que pasó después no me lo esperaba, aparecieron de repente dos puntos gordos y amarillos a ambos lados del punto rojo (ESTÁS AQUÍ).

Me alejé lentamente del mapa; no me había alejado lo suficiente, de súbito, el mapa se partió en dos y a la vez apareció un lobo.

"¡EL LOBO DE ANTES!"

Cuando se rompió el mapa, el lobo ya estaba encima de mi intentando morderme.

Fue una lucha frenética.

Rodando como dos engranajes pegados con pegamento; intenté rodar hacia el palo que se me había caído, pero el lobo me lo impidió

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Rodando como dos engranajes pegados con pegamento; intenté rodar hacia el palo que se me había caído, pero el lobo me lo impidió.

Como estaba a mi alcance (a un palmo, por supuesto), le di un puñetazo a sus costillas, y el lobo retrocedió y cayó redondo.

Aprovechando los segundos de confusión, cogí el palo y me preparé; el lobo se había levantado con un salto y venía corriendo hacia mí.

Me deslicé a un lado, el lobo pasó al lado mío; le di un gran golpe en su nuca.

Aunque el lobo cayó bastante fuerte, se levantó de nuevo y corrió, otra vez, hacia mí con las fauces abiertas.

Esta vez, lo golpeé de frente, pero lo esquivó.

Esquivé justo a tiempo, para evitar que me mordiera, aunque no para evitar el arañazo en el antebrazo.

La herida era profunda, me escocía tanto que me salía vapor y además, sentí un frío repentino.

Con las fuerzas que me quedaban, le di la patada final en todo su hocico.

El lobo salió despedido a bastantes metros atrás y huyó pitando colina arriba.

Me caí con un golpe fuerte al suelo y solté el palo.

Dormí profundamente.

CONTINUARÁ...

CONTINUARÁ

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Obi: El Viaje Del Fuego (HIATUS INDEFINIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora