Capitulo 2

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-¡Melissa! ¡¿Melissa donde estás?!. – una mujer de aproximadamente treinta y nueve años gritaba furiosa por los alrededores de una casita extremadamente humilde.

-¡Mama! ¿Qué te pasa? ¿porqué gritas así? – cuestionó un joven de unos trece años acercándose hacia su madre que estaba inquieta y molesta.

-Más respeto hacia tu madre jovencito... ahora dime, ¿Dónde se metió tu hermana?.

-Ah... si... Melissa, mmm bueno...- tartamudeaba nervioso.

-Bueno ¿que?. Mira Cecilo, más te vale que me digas donde está tu hermano o sino...- no pudo terminar por que una chica venía gritando hacia ella.

- ¡Madre!  ¡Madre aquí estoy! –

-Hasta que te dignas a aparecer niña ¡¿Donde te has metido?! – gritó la madre colérica esperando alguna explicación por parte de su hija.

- Es que... madre, estaba en ... bueno – trataba de buscar una excusa para que su madre no volviera a castigarla como la última vez.

- Melissa, dime, no hagas que pierda la poca paciencia que me queda.

- Es que madre, sé que lo que te voy a decir no te va a gustar pero...- fue interrumpida por su madre

- ¡Melissa! ¡¿Acaso volviste a darles comida a esos niños?!

- Madre, Melissa lo hace con la mejor intención- intento defenderla su hermano.

- Cecilo no te metas, Melissa sabe muy bien lo que pienso respecto a eso. ¡Ay Dios! Melissa, ¿es que acaso tú no entiendes niña? Vas a darle de comer a esos niños y no te das cuenta que nosotros estamos peores que ellos. ¡Tus hermanos no tienen que comer por las noches! .– reclamo su madre cansada de la misma situación

- Madre, te pido me perdones, pero... sabes lo que siento al ver a esos niños tan pequeños sin padres – se excusó Melissa – nosotros al menos tenemos un techo, ellos no tienen nada, madre.

La madre de Melissa se quedó callada meditando sobre lo sucedido, y es que estaba ya cansada de la misma situación.  Su hija mayor a veces es tan cabeza dura, pero ella sabe muy bien sobre el gran corazón que tiene su hija... tan bondadosa y buena, siempre queriendo ayudar a los demás, siendo que ellos están en una situación económica muy mala, malísima.

-Melissa, hija, sabes que te quiero mucho ¿no?- Dijo mientras se acercaba a ella y le acariciaba la cabeza.

-Sí, madre, yo igual.– Respondió Melissa con una tierna sonrisa en su rostro- Madre, me voy a buscar agua del rio así tengamos algo para tomar y cuando vuelva me encargare de alimentar a las gallinas, nos vemos.– y le dio un beso en la mejilla a su madre y a su hermano para luego irse corriendo a buscar una vasija para traer agua a su casa.

-Mama, ¿no crees que Melissa está trabajando de más?

- Si hijo, pero sabes cómo es Melissa- dijo la madre viendo como se iba alejando su hija- Bueno, ayúdame a buscar a tus hermanos pequeños que hace rato estaban jugando.

- Bueno, vamos – dijo Cecilo pensando en donde se habrán metido sus cinco
hermanitos juguetones.







Más tarde, ese mismo día, Melissa ya había terminado con sus deberes y estaba feliz porque había conseguido pan para sus hermanos. Ella, con tan solo 16 años, hacia lo posible para cuidar de su familia, ya que su padre había muerto cuando tenía 9 años por una enfermedad.



Melissa era una chica sencilla, pero esa sencillez la hacía aún más bella, tenía el pelo color marrón claro, casi castaño. Su piel trigueña por el sol y tan suave como una seda. Es pequeña de estatura- 1,60cm aprox.- y su contextura física casi perfecta, ni tan delgada ni tan rellenita, solo hacía resaltar su presencia, pero lo que más resaltaba en Melissa eran sus ojos: grandes, de un color sencillo como lo es el marrón claro, pero eran tan brillantes, tan transparentes y demostrativos que, al verlos, podías caer hechizado por la belleza de éstos. Sus ojos estaban acompañadas de unas hermosas pestañas, largas y bien negras que los hacían resaltar aún más.


Al caer la noche Melissa le dio a su madre el poco dinero que había conseguido ese día y a sus hermanos el pan. Se fue a descansar de su agotador día para poder continuar al día siguiente con su trabajo y así seguir con su vida dentro de todo, normal... Pero lo que Melissa no sabía es que su vida no iba a ser la misma. Al despertar al otro día todo en su vida cambiara.

Amor o deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora