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L U A N A

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L U A N A

— ¿Qué quieres decir con que no puedes recogerme? —Pregunté, totalmente indignada, esperando una respuesta al otro lado de la línea—. Amor, por favor, contaba contigo, no conozco nada aquí... ni siquiera sé dónde tengo que bajarme.

—Lo siento, princesa —Guilherme hizo un ruido extraño, logrando que alejara el teléfono de mi oído momentáneamente—. Surgió un imprevisto, tómate un Uber y lo pagamos aquí.

— ¿Qué imprevisto? —Fruncí el ceño.

—Una... especie de mudanza.

— ¿Te estás mudando? —Sostuve la maleta con la mano libre y comencé a caminar hacia la recepción del aeropuerto para pedir que me llamaran un vehículo—. ¿Podrías pasarme la dirección por favor?

—Princesa, te llamo luego —Otra vez el ruido extraño se escuchó de fondo—. Te enviaré la dirección por mensaje.

Mi novio cortó la llamada sin siquiera dejarme responder. Bufé, molesta ante su actitud, y esperé a recibir el mensaje con la dirección de su casa.

Guilherme y yo habíamos estado saliendo durante dos meses, nos conocimos en una fiesta en Río y seguimos manteniendo el contacto, pero realmente nunca compartimos muchos momentos juntos. Era una relación a distancia, podría decirse, a veces él se aparecía en Brasil un par de días y se quedaba en mi apartamento, más yo todavía no conocía nada de su vida en Francia.

Cuando me invitó a pasar una temporada con él, me tomó por sorpresa. No esperaba que quisiera tenerme en París puesto que siempre dejaba en claro que disfrutaba de sus momentos con sus amigos, pero se había mostrado tan entusiasmado con la idea de mi viaje que terminó convenciéndome.

De todas formas, yo ya tenía planes de dejar mi vida en Río y mudarme a la capital francesa en busca de nuevas oportunidades. Así que solo fue cuestión de organizar un par de cosas y elegir una fecha para poder venir.

Salí del aeropuerto cuando la chica de recepción me indicó que mi Uber ya estaba esperándome afuera. Por suerte, Guilherme no tardó en enviarme la dirección de su casa para que pudiera dársela al conductor.

No entendía qué pudo haber surgido tan repentinamente que requería sí o sí de su presencia. Hasta esta mañana seguíamos con el mismo plan de que él me recibiría y recogería para llevarme a casa, pero tan pronto bajé del avión, su mensaje diciéndome que se le había complicado me dejaba saber que efectivamente no vendría.

El trayecto desde el aeropuerto hacia donde vivía mi novio fue más largo de lo que esperaba. Guilherme había insistido en que me quedara con él y que después me ayudaría a buscar un apartamento. Le había contado mi plan de mudarme a Francia y, aunque al principio tuve la leve sospecha de que no se había puesto muy feliz, finalmente había conseguido su promesa de que iríamos a ver lugares en alquiler.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora