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L U A N A

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L U A N A

Habían pasado algunos días desde que comencé a trabajar en la cafetería. Gracias a Dios el ambiente laboral era bueno y no me había costado a adaptarme. La gran parte de los mozos hablaba inglés debido a que el lugar se encontraba cerca de uno de los puntos turísticos más importantes, por lo que era necesario que todos supiéramos comunicarnos con los clientes, los cuales la gran mayoría eran extranjeros.

Yo había decidido aceptar la propuesta de Neymar de inscribirme a un curso de francés, pero con la condición de devolverle lo invertido una vez que yo lograra establecerme. Si seguía haciendo esta clase de tratos con él no me iba a alcanzar la vida para pagarle, con cada paso que daba me endeudaba hasta el cuello.

Las cosas en la casa de Neymar no habían mejorado ni un poco. Seguía saliendo a hurtadillas, deseando no encontrarme con Guilherme por ahí, evitándolo a toda costa porque no sabía cómo enfrentarme a él. A veces, cuando se me olvidaba cerrar la puerta con el pasador o cuando me levantaba en la noche para ir a buscar la comida, me parecía sentirlo detrás de mí.

Se lo había comentado a Manu en una de las tantas llamadas que nos hacíamos, pero intentaba maquillarle la situación para no preocuparla. Lo menos que quería era ponerla en alerta a tantos kilómetros de distancia. Ella no podía hacer nada desde Brasil, y yo solo deseaba encontrar un apartamento pronto para poder alejarme de él.

Dejé la tela a un lado y me aparté de la máquina de coser. Esta actividad se había vuelto mi escape y mi excusa, si alguien preguntaba por mí todos decían que estaba cosiendo. Sin importar qué tan verdadera o falsa fuese la cuestión, yo me encargaba de darle credibilidad a la mentira teniendo alguna que otra prenda esparcida por la habitación.

—Permiso —Bianca asomó la cabeza, esperando mi permiso para entrar. Fruncí el ceño y me mantuve en silencio, observándola a una distancia considerable—. Vengo a hacerte una propuesta.

Levanté una ceja, intrigada con lo que tenía para decirme. Éramos como perro y gato y no nos molestábamos en disimularlo. Bruna al menos hacía el intento, pero ella se encargaba de menospreciarme cada vez que nos cruzábamos, así que había aprendido a hacer oídos sordos e ignorarla cada vez que aparecía frente a mí.

Por eso el tenerla en mi habitación, con la intención de proponerme algo, me dejaba curiosa y en alerta en partes iguales. Podía esperar cualquier cosa de ella, ninguna era buena.

— ¿Una propuesta? —Pregunté, haciéndole una seña con la cabeza para que entrara—. ¿Qué clase de propuesta?

—Sabes... he estado buscando mi vestido de novia perfecto, ese con el que sueño desde pequeña, pero no logro hallarlo —Su mirada recorrió el conjunto verde que estaba colgado fuera del armario—. Juninho mencionó que eras buena con la costura y me sugirió que les diera una oportunidad a tus diseños.

—Perdona, creo que no estoy siguiendo tu punto.

—Me gustaría que trabajáramos juntas en diseñar mi vestido, quiero darte la chance de tenerme a mí como primera persona que use uno de tus diseños —Sonrió falsamente. Quizás internamente creyó que estaba convenciéndome, pero lejos de eso, lo único que estaba logrando era espantarme—. ¿Qué mejor que empezar conmigo como modelo? Mi boda será multitudinaria, todos mis seguidores de Instagram esperan que les comparta el paso a paso, además gracias a que soy la mejor amiga de Neymar, consigo mucha visibilidad en redes, lo que te ayudaría a darte a conocer.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora