07

993 60 1
                                    

L U A N A

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

L U A N A

Estos días estaban siendo complicados, tenía la leve sospecha de que Guilherme había estado con otra cuando salió con sus amigos, pero no quería hacerle ningún tipo de reclamo hasta estar segura. Por supuesto sus amigos no iban a abrir la boca, ellos se cubrían los unos a los otros porque todos hacían exactamente lo mismo.

Sin embargo, nuestra discusión más reciente no fue a causa de un presunto engaño del que no tenía pruebas, sino porque él se negaba a presentarme a Bernardo, su hijo. Una de las cosas que más le reclamé a mi padre antes de que se muriera fue que jamás hizo el intento de acercarme a su pareja, y ella tampoco pareció muy animada en conocerme. Simplemente estuvieron juntos durante casi diez años ignorando mi presencia. Yo lo veía, claro, cada tanto, mucho menos de lo que realmente me hubiese gustado, pero no era suficiente.

No quería que la relación de Guilherme con su hijo se pareciera a la que yo tuve con mi papá. Y tampoco quería ser como su mujer, que no hizo el más mínimo esfuerzo por conocerme y entablar un vínculo conmigo. Quería poder mirar al niño a la cara, hablar con él, jugar juntos, dejarle saber que en mí tendría un apoyo y que de ninguna manera veía a ocupar el lugar de su mamá.

—No me parece —Dijo él, negando rotundamente mi pedido—. Llevamos muy poco tiempo juntos, ¿qué pasa si algo sale mal y yo ya te presenté como mi novia oficial?

— ¿Me lo estás preguntando en serio? —Inquirí, entre confundida e indignada.

—No voy a correr el riesgo de que Bernie se encariñe contigo y después tenga que explicarle por qué terminamos.

—O sea que ya estás pensando en que vamos a terminar —Él no respondió nada y yo sonreí irónicamente, soltando el aire por la nariz como si fuese un animal enojado—. Yo pensé que cuando dos personas estaban juntas imaginaban el futuro más brillante posible, no que pensaban en el día de la separación.

—No quise decir eso y lo sabes —Su mirada oscura recorrió mi cuerpo de arriba abajo, disminuyéndome con ese simple gesto—. Pones palabras en mi boca que nunca dije.

—No me hagas creer que no dijiste algo cuando sí lo hiciste —Lo apunté con el dedo índice, dirigiéndome a la puerta de la habitación—. No me trates de tonta, soy mucho más viva de lo que piensas.

No le di tiempo a responderme, salí de la pieza con pasos firmes, poniéndole fin a la discusión. Estaba deseando que me llamaran de algún lugar para comenzar a trabajar y así poder irme de esta casa. Ya había mandado currículums a diferentes cafeterías, restaurantes, tiendas de ropa y demás, pero aún no me llamaban de ningún lado y casi estaba entrando en desesperación.

Cuando decidí venir claramente no consideré todas las opciones. Ni siquiera tenía en mente que mi novio se comportaría como un imbécil, así que no tenía un plan b.

Bajé a la sala con la esperanza de encontrar un poco de paz, sin embargo, tan pronto como las puertas del ascensor se abrieron, cuatro pares de ojos se posaron en mí. Era sencillamente inviable quedarse acá, había gente en cada rincón y todos siempre parecían saber que hacía o dejaba de hacer el otro.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora