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L U A N A

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L U A N A

Una vez que terminó mi jornada laboral, le envié un mensaje a Neymar avisándole que ya estaba pronta para que me viniera a buscar y que lo esperaría en la esquina donde me había dejado más temprano. No quería correr el riesgo de que alguno de mis nuevos compañeros me viese con él, conocía de sobra los rumores que se formaban en torno a su persona y prefería ahorrarme el conflicto de aparecer vinculada al jugador en algún portal de la media francesa.

Me despedí de todos en la cafetería y me coloqué el abrigo. Afuera la noche ya comenzaba a hacerse presente y el viento soplaba fuerte, logrando que el frío me calara los huesos. Incluso podía sentirlo a través de la ropa, como si mi vestimenta no fuese suficiente para afrontar una tardecita parisina.

Mientras caminaba por la vereda, saqué mi celular de adentro de la cartera y entré a mis redes sociales para matar el tiempo. No sabía si Neymar vendría desde su casa o desde el centro de entrenamiento del PSG, por lo tanto, no podía determinar una hora estimada en la que llegaría a buscarme.

Me parecía innecesario, tranquilamente pude haberme tomado un taxi hacia su hogar, pero él había insistido en que vendría a recogerme, así que cumplí con mi parte de avisarle que mi trabajo el día de hoy ya lo había dado por concluido. Me detuve en la esquina y me coloqué al reparo del techito de un local de ropa, abrazándome a mí misma.

Casi de forma inconsciente tecleé el nombre de la novia del jugador en el cuadro de búsqueda de Instagram y entré a su perfil. ¿Qué buscaba? No lo sabía con seguridad. Una parte de mí ansiaba encontrar algún indicio de que en esa pareja todo iba mal y que pronto terminarían la relación, sin embargo, todo lo que hallé fue una historia de Bruna junto a Bianca viendo vestidos de novia.

Apreté el celular, dejando la historia en pausa, reparando en cada detalle de lo que ella mostraba. Me asustaba saber que si ella estaba en busca de vestidos significaba que la boda se llevaría a cabo en breve, porque eso también demostraba que todos estos últimos eventos con el jugador solo habían sido productos del desenfreno, la cobardía y el deseo absurdo de encontrar en unos brazos ajenos el amor que yo misma no podía darme.

Me dio asco saber que él tenía intenciones de casarse con ella incluso relacionándose sexualmente con otras mujeres. Si no podía respetarla ahora que solo eran novios ¿qué le esperaría luego de dar el sí en una iglesia?

El pitido de la bocina me robó la atención, avisándome que él ya había llegado. Salí del perfil de Bruna y clavé mis ojos en el auto que hoy me había traído a trabajar. Los vidrios polarizados me impedían ver el interior, pero podía asegurar que Neymar también tenía su vista puesta en mí.

Dudé un poco en avanzar, más finalmente guardé el celular nuevamente en la cartera y caminé con pasos lentos hacia el interior del vehículo.

—Buenas noches —Dijo, tan pronto como me tuvo a su lado—. ¿Cómo te fue?, ¿qué tal el primer día?

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora