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N E Y M A R

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N E Y M A R

Me bajé del autobús y me despedí de mis compañeros con un asentimiento de cabeza, sin detenerme a charlar demasiado. Habíamos vuelto a París tras el partido contra el Marseille, el cual perdimos dos a uno, quedando fuera de la copa de Francia.

Los ánimos en el vestuario no fueron los mejores y el clima no mejoró en el viaje de regreso a casa. Había vuelto a usar el dorsal con el que comencé como jugador profesional, cediéndole la diez a Leo porque sí o sí dentro de la cancha teníamos que ir del uno al once.

Mi amigo había insistido en que no era necesario, pero para mí resultaba obvio que era él quien tenía que usar esa camiseta. Fue como volver a los viejos tiempos por un instante, pero el sueño terminó demasiado rápido.

Caminé hacia la camioneta que estaba esperándome en el club y me subí a los asientos traseros, acomodándome contra la ventanilla, esperando impacientemente a que el chofer pusiera el vehículo en marcha.

No tenía ganas de regresar a mi casa y encontrarme con Bruna. La convivencia se estaba volviendo pesada y no veía la hora de que regresara a Brasil, dejándome solo nuevamente. Me sentía irritado, todo se estaba saliendo de control y mi ansiedad aumentaba con cada paso que ella daba dentro de casa. Siempre con el celular en la mano, grabándose para las redes sociales, dejándole en claro a sus seguidores dónde se encontraba y qué estaba haciendo.

Era tan simple como pedirle que dejara de hacerlo, pero eso llevaría a una discusión y era lo que estaba intentando evitar desde que Bruna llegó a París. No quería discutir ni con ella ni con mi padre, quien parecía adorarla incluso más de lo que lo hacía yo. La mujer era perfecta para la imagen que él estaba intentando construirme, dejarla ir sería un acto suicida.

—Dirígete hacia el hotel de siempre. —Murmuré, apretando el botón que me permitía comunicarme con el chofer.

Respiré profundo e intenté calmarme. Sentía como todo comenzaba a dar vueltas y la mirada se me obnubilaba, impidiéndome ver con claridad. Solté el aire despacio por la boca, aferrándome al asiento con las manos, clavando las uñas en el tapizado de cuero.

Y conté, repetí los números en mi cabeza hasta el cansancio, deseando que la desesperación se pasara rápido. No quería regresar a casa, quería escapar de allí, huir lejos a algún lugar donde nadie me conociera. Me sentía incómodo hasta siendo yo porque incluso mi propio cuerpo me era ajeno. Estaba atrapado en una vida que yo no había elegido y ahora no sabía cómo salir, ¿hacia dónde debía dirigirme?, ¿quién había escondido la felicidad para que esta nunca me alcanzase?

La camioneta entró al estacionamiento subterráneo de un hotel que yo conocía demasiado bien. Me tomé un momento para volver a la normalidad, recomponiendo la respiración y aclarando las ideas. No sabía qué le diría a Bruna cuando preguntase por qué no había regresado a casa, pero de ninguna forma la vería ahí esta noche.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora