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L U A N A

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L U A N A

Como si fuera parte de un plan maquiavélico del universo. Cuando agarré el celular para llamar a la tía Eli para solucionar el tema del pasaje de regreso a Brasil, mi teléfono sonó indicando una llamada entrante de un número desconocido. Finalmente, después de tanta espera me habían contactado de una cafetería para una entrevista de trabajo, la cual sería en la tarde de hoy.

A su vez, la tía me mandó un mensaje avisándome que ya me había enviado la máquina de coser y un poco de dinero para que lograra sustentarme en París hasta que consiguiera un trabajo. Parecía que los planetas se habían alineado para mantenerme en Francia y, muy a mi pesar, en la casa del jugador.

No almorcé con nadie y apenas crucé palabras con Theresa cuando subió a mi habitación con una bandeja repleta de comida. Sabía que mantenerme encerrada no era una opción porque tarde o temprano tendría que abandonar mi papel de ocupa y salir, pero lo haría cuando nadie estuviese merodeando en la sala.

El momento perfecto fue cuando todos se fueron al Parque de los Príncipes a ver jugar a Neymar. En la casa no quedábamos más que el personal encargado del servicio y de la cocina, y yo. Aproveché esas horas de soledad para darme un baño, aprontarme para la entrevista e ir al aeropuerto en busca de mi paquete.

Tener la máquina en mis manos otra vez se sintió como tocar el césped con los pies descalzo. No conocía sensación mejor que la de hacer algo que disfrutaba, y ansiaba poder comprar telas y diseñar mi primer modelo en París, la cuna de la alta costura.

Fui a la entrevista directamente desde el aeropuerto, sin importarme que estaba cargando con un bolso enorme. No me esperaba la gran cosa tampoco, sabía que el trabajo sería precario, pero me alcanzaría como para comenzar. Al menos tendría un empleo y algo con lo cual ocupar la cabeza, el resto lo iría consiguiendo de a poco.

—Hola, buenas tardes —Lo saludé en francés, tras haber practicado un millón de veces frente al espejo, pero después le empecé a hablar en inglés, ganándome una mirada de fastidio por parte del hombre que se encontraba detrás de la barra—. Vengo por una entrevista de trabajo con la señorita Eugene.

—Espera un momento, veré si puede recibirte.

Mientras el rubio desparecía por una puerta, yo me dediqué a observar el lugar en silencio, reparando en la decoración vintage y en lo pequeño que se veía el salón. Estaba bastante bien iluminado, aunque los artefactos y los muebles se veían un poco viejos. Sin dudas era un lugar para ir al paso, comprar tu café y retirarte.

—Está en su oficina, adelante —El muchacho me hizo una seña desde el marco de la puerta para que lo siguiera—. Buena suerte.

—Gracias. —Le sonreí con los labios apretados y entré.

La oficina era más pequeña que el salón de la entrada. Contenía apenas un escritorio y dos sillas, una delante y la otra detrás, donde se encontraba una mujer de mediana edad. Ella me miró por encima de sus lentes, tenía el cabello corto y canoso, pero algunos mechones caían sobre su frente, haciéndola lucir adorable.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora