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L U A N A

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L U A N A

—Buen día —Saludé, acercándome a Carol y Valentín para darles un beso en la mejilla—. Hola, pequeñín, ¿cómo has dormido?

—Muy bien ¿y tú?, ¿quieres ver mi nuevo juguete?

—Luego se lo muestras, Tintín —Carol me ofreció una sonrisa y yo se la devolví a ambos, acariciándole los rulos a su hijo—. Es hora de desayunar, ya tendrás tiempo de jugar con ella.

—Buen día, Lua —Davi dejó un beso en mi mejilla y luego tomó asiento junto a su hermano—. ¿Quieres café?

—Sí, gracias —Sonreí—. Son muy educados, felicitaciones —Dije mirando a Carol. La rubia sonrió al escuchar mis palabras, sintiéndose satisfecha con su trabajo como madre—. Y se portan muy bien.

—Hacemos lo que podemos —Se encogió de hombros—. Ser mamá no es fácil, pero creo que van por buen camino.

—Efectivamente.

Su sonrisa se amplió en su rostro, pero no dijo nada más, se limitó a darle toda su atención a su hijo menor que se negaba a soltar su juguete para comer. Por mi parte, tomé asiento a un lado de ella, aceptando la taza de café que Davi me había servido, y dejé la silla libre a mi lado guardada para que Guilherme se sentara conmigo cuando bajara a desayunar.

Habíamos hecho las paces en la noche, después de que yo regresé de mi salida al aeropuerto y de que cenáramos ignorándonos el uno al otro, sumiendo a los demás en un silencio incómodo. Él se acercó a mí con la clara intención de hacerme un reclamo estúpido, pero lo corté de antemano, sin dejarle terminar la oración. Finalmente terminó cediendo, pidiéndome disculpas y prometiéndome que conocería a su hijo en breve.

Esperaba que realmente sucediera. Yo lo quería muchísimo y odiaba pelear con él, sobre todo cuando el tema se podía solucionar de manera pacífica, sin tener que llegar a las discusiones. Para mí él era importante, por lo que entablar un vínculo con Bernie era igual de necesario. ¿Qué sentido tenía entrar a su vida si iba a ignorar el hecho de que tenía un hijo? Ninguno.

—Buen día —Neymar nos saludó a todos ni bien apareció en el comedor—. Buenos días, campeones —Les chocó los puños a Davi y Valentín, y después tomó asiento en la silla que había guardado para Guilherme—. Buen día, Lua.

—Buen día —Le di una sonrisa pequeña, sin atreverme a pedirle que se moviera, al fin y al cabo, esta era su casa—. ¿Descansaste bien?

—Podría decirse que sí —Respondió, poco convencido—. ¿Tú cómo dormiste?

—Bien, gracias. —Él sonrió y rápidamente le prestó atención a otra cosa, mientras yo me llevaba la taza a la boca para darle un sorbo largo, pretendiendo que en realidad no estaba en esa mesa.

Gui no tardó en bajar, hizo un chiste que nadie entendió, pero del cual todos se rieron, y se acercó a mí para darme un beso en la boca. Tuve que fingir que no había notado las miradas incómodas que nos dieron sus amigos, que no reparé en el intercambio que hicieron Gilmar y Joclécio cuando mi novio me llamó por el apodo que usaba siempre, y que no me había dado cuenta de cómo cuidaron cada palabra que salía de sus bocas, procurando no decir nada errado.

Prohibido | NEYMAR JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora