- ¡Arriba! ¡Vamos o no llegaras a tomar el tren!
Draco se revolvió entre sus sabanas. No quería levantarse de ningún modo, mucho menos para ir a aquel colegio.
Sintió como su habitación totalmente a oscuras pasaba a tener mucha luz. Se tapo con las sabanas, sin mucho éxito pues sintió como Dania tiraba de ellas, dejándolo completamente descubierto.
-Oye – Se incorporó rápidamente, intentando taparse – Privacidad.
-Oh vamos Draco, no es como si no te hubiera visto antes – Le dijo Dania– Vístete y termina de alistar tus cosas, pronto llegara el funcionario del ministerio y todavía debes desayunar y despedirte de tu madre.
Draco revoleo los ojos
-Te vi – Lo miro amenazante – Que no pueda hacer magia no significa que no pueda darte un castigo. Si vuelvo aquí en treinta minutos y no estás listo, te las veras conmigo – Y con estas últimas palabra, salió por la puerta.
Draco se tapó nuevamente con la sabana, de mal humor. Sabía que esa amenaza era cierta, ella era la squib más odiosa y amorosa que hubiera visto en su vida.
Dania era uno de los secretos mejores guardados de los Malfoy. Para odiar a todas las personas que no fueran magas, Draco nunca supo cómo su madre la contrato y mucho menos, le habían llegado a tener tanto cariño.
Había comenzado a trabajar en la mansión cuando Draco tenía un mes de nacido. Debido a que su padre pasaba muchas horas afuera por ser un mortifago en plena guerra y su madre muchas veces debía estar junto a él por lo que alguien debía hacerse cargo de Draco.
Era descendiente de una antigua familia de sangres pura y solamente por eso le dieron el puesto. A pesar de no ser maga, la habían acogido en su casa y había cuidado de Draco hasta sus cinco años. Luego de esto, Lucius no quiso que su hijo aprendiera de esa gente, por lo que la dimitió de los cuidados de Draco pero por orden de Narcisa, siguió trabajando en el hogar con otras tareas, siempre y cuando estuviera lejos del niño y su crianza.
Fue la misma Narcisa quien la despidió y envió lejos cuando la segunda guerra estallo, pues sabía que ella sería la primera en morir y aunque jamás lo admitiría, tenía cierto cariño por aquella señora y no quería verla morir. Cuando todo seso, ella misma volvió a la casa para prestar su trabajo. Era la única persona que a pesar de todo lo sucedido tenía un cariño por los Malfoy o mejor dicho por Draco y Narcisa.
Ahora era ella prácticamente la señora de la casa. Se encargaba de la madre de Draco, quien estaba enferma y totalmente deprimida, con su marido lejos de casa y su hermana muerta. También se encargaba de Draco, que comiera lo necesario y no cayera en el mismo estado que su madre, aunque él estaba igual que ella, solo que su ego no le permitía demostrarlo.
Luego de la guerra nada había sido fácil. Se habían salvado de ir a Azkaban gracias a Harry Potter pero su padre había tenido que hacer trabajos forzados lejos de casa. Narcisa era la más exenta de castigos, pero Draco tenía que volver a Hogwarts para terminar sus estudios y ser alguien, aunque él sabia que eso era una mentira. El ministerio no confiaba en ellos y solo querían tenerlos controlados. Luego de que terminara, ya vería que harían con él.
Draco se levantó y se dispuso a vestirse y terminar de empacar todo. Odiaba la idea de volver a aquel colegio, nadie lo quería allí y él no quería estar en ese lugar. Sus amigos o al menos, las personas que creían que lo eran, no volverían, solamente Blaise Zabini. El no era especialmente su mejor amigo. Se toleraban mientras ambos competían indirectamente por todo. Draco no entendía como el podía volver por su voluntad, aunque quizás fue obligado al igual que el, después de todo, su madre había sido una de las personas que mas había ayudado a los mortifagos sobre el paradero de hijos de muggles, squibs y cualquier criatura que Voldemort quisiera muerta.
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Arcade [Dramione]
Fanfiction"Te amare cada día de mi vida. Siempre encontrare la forma de llegar a ti, no importa que suceda." Lord Voldemort ha sido derrotado. Muchos pudieron encontrar la calma luego de la tormenta. Pero ellos no. Ella no logra encontrar la paz. Él quiere re...