Prologo.

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Finalmente había terminado la guerra.

El mundo estaba en paz, al menos por el momento.

Lo sucedido en los últimos años había dado la vuelta la vida de todos. El mundo se había dividido, la grieta era aparente y ahora esta debía cerrarse lentamente. Muchas eran las personas que se encontraban felices porque la normalidad empezaba a volver a sus vidas pero todos habían sufrido de una forma u otra y sin duda el dolor de la perdida era inevitable.

Era imposible no estar asustados de que todo vuelva a suceder o que realmente no hubiera terminado.

El mundo mágico era demasiado caótico, mas que durante los últimos dos años. Luego de que la batalla termino, el ministerio se había dedicado a capturar mortifagos, interrogar gente, dar nombre a los culpables y poder generar una condena justa. La prisión de Azkaban se llenaba de criminales, desde los de poca monta hasta los más despiadados.

Al igual que muchos lugares del mundo mágico, Hogwarts había quedado destrozado luego de la guerra. Una de las prioridades había sido restaurar las partes del colegio que fueron afectadas pero estas eran demasiadas, haciendo que el año escolar comenzara con varios sitios todavía cubiertos de escombro o con partes faltantes.

Luego de que Voldemort murió, Kingsley se convirtió en el nuevo ministro de magia y las cosas comenzaron a ser como antes. Muchas familias volvieron a estar en paz, algunas pudieron reencontrarse luego de permanecer mucho tiempo escondidos.

Pero también hubo muchas que tuvieron a acostumbrarse a la ausencia de los platos en la mesa.

Los Weasley era una de esas familias.

La muerte de Fred fue un golpe demasiado duro para ellos. A pesar de ser tanto, la ausencia de uno era notoria a mas no poder. Todos se sentían como si fuera una tortura constante, peor que la maldición "cruciatus". Las primeras semanas fueron difíciles. No hablaban demasiado en el día a día y tampoco en la mesa, el contacto era para lo indispensable. Algunos tuvieron que hacerse fuertes para apoyar a los que no podían serlo, aunque muchas veces era imposible reprimirse y alguien rompía en llanto, dejando el lugar rápidamente para no generar mayor malestar.

El que peor estaba sin dudas era George. Su mitad, su compañero de vida había muerto y no podía siquiera mirarse al espejo sin querer llorar, pues eran idénticos con su hermano y se volvía inevitable recordarlo.

Cuando todo acabo no volvió a su departamento sobre la tienda de Sortilegios Weasley, sobre todo por obligación de su familia. Pero este no compartía el tiempo con ellos, si no que se encerraba casi todo el día en su cuarto. Todos se encontraban preocupados por el, pero le daban su espacio a la vez que insistían de diferentes formas que saliera. Pocas era las veces que tomaba la comida que le dejaban en la puerta.

Luego de dos semanas en esta situación, sus cinco hermanos se pusieron de acuerdo y lo sacaron a la fuerza. Lo llevaron lejos de la madriguera donde propusieron distintas actividades como jugar quidditch, contar historias, realizar una competencia de quien comía mas dulces e incluso, pensar la broma mas ingeniosa pero George se mostraba reacio a todo y lo hacia con mala gana, molesto por haberlo obligado a salir. No fue hasta que vio la decepción en la cara de Ginny que supo que no estaba siendo justo y comenzó a ceder, al punto de realmente pasar un buen rato con sus hermanos como no lo pasaban desde pequeños. Cuando ya entraba el anochecer y los hermanos contaban diferentes anécdotas, fue cundo George se quebró y pudo llorar finalmente y hablar sobre como se sentía con sus hermanos. Esa noche volvieron muy tarde y al día siguiente su madre tuvo que reprimir el llanto cuando el bajo a desayunar e incluso hizo algunos chistes. Poco a poco fue recuperándose y retomando su vida, aunque muchas veces el dolor le ganaba y volvía a sumirse en la depresión, pero cuando esto pasaba, siempre había alguien para ayudarlo.

Arcade [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora