Draco Malfoy pudo justificar su desaparición del fin de semana con un fuerte dolor de cabeza, incluso del partido más esperado entre Slytherin y Gryffindor.
Aunque en realidad, no era del todo mentira.
No dolía de forma de enfermedad, le dolía de tanto pensar. De tener esa imagen grabada en la cabeza.
Había visto a Hermione Granger llorar antes de su ataque, en la biblioteca. Pensó que sería un llanto cualquiera, por alguna estupidez.
Pero aquella noche, luego de que ella le gritara todas esas palabras pudo abrir los ojos. Cuando levantó su manga y vio la inscripción "sangre sucia" sintió un escalofrío. Luego se dio cuenta que sus brazos estaban demasiado flacos.
Entonces comenzó a mirarla mientras le hablaba. Conforme las palabras salían de su boca podía hacerse más visible el estado en el que estaba.
Draco nunca había visto a Hermione demasiado, pero no podía negar que era una chica vibrante. Su presencia se sentía a cada lugar que iba y no solo porque siempre estaba sobresaliendo por su inteligencia o ganas de tener la razón, sino porque tenía algo que hacía que no pudieras evitar notar que ella estaba allí.
Ahora estaba tan apagada que casi quedaban pocos rastros de aquella chica. Podía sentir cómo todo esto se hacía visible cuanto más hablaba.
Cuando terminó de soltarlo todo, Draco no tenía palabras para ella.
La disculpa fue sincera cuando se lo dijo.
Draco era consciente de sus errores y el horror que había causado. Pero nunca nadie lo había enfrentado de esa forma. Y sabía que dentro de todo, lo que Hermione le dijo fue leve, pues podría haber soltado cientos y cientos de ofensas en su contra y él no podría defenderse.
Se sentía realmente enfermo. Todo se había comenzado a desmoronar a su alrededor desde el día que recibió la marca. Cuando se lo dijeron, él se quedó atónito. Ni siquiera pensó en negarse, no era una opción pero tampoco estaba orgulloso.
Ese fue su declive y no había forma de remontar. En los siguientes dos años pudo ver toda clase de horrores. Aún recordaba el día donde su mente tocó fondo. Habían entrado en la casa de unos muggles. Tenían una hija de doce años en Hogwarts. Los mortifagos lo asesinaron a todos, luego de una sesión de tortura de todas las formas posibles. Quisieron obligar a Draco a matar a la única maga, pero él no pudo hacerlo. Lo trataron de cobarde y también lo torturaron por no hacerlo. Luego Bellatrix la asesinó.
Después de eso, prometió que si la guerra acababa y Voldemort perdía, él sería mejor pero si el ganaba, se iría lejos junto a su madre, sin importar las consecuencias.
Aunque Draco no podía cambiar lo que era. Todavía una parte de su cerebro seguía pensando igual que siempre, pero ya no quería ser malo. Aunque no tenía idea como hacer las cosas bien. Nunca podría solucionar sus diferencias con sus antiguos compañeros. No quería ser amigo de ellos, solo quería tener la certeza que, si debían compartir algún ámbito juntos, no se sintiera como si quisieran verlo muerto.
Luego de pasar dos días consumiendo su mente, llegó el lunes y con ello, las clases y la necesidad de ponerse a trabajar.
Aunque no dudaba que Granger era una maniática, se pasó una semana entera en la biblioteca mirando cada uno de los libros. Sin duda, no había encontrado demasiadas cosas, por lo que tenía razón: debía buscar entre sus cosas.
Los Malfoy tenían una biblioteca enorme o mejor dicho, muchas. Era un cuarto que tenía estanterías de arriba a abajo llena de libros de todo tipo. Para tener un control de cada uno y sus contenidos, su abuelo había creado un libro especial que podías pedirle lo que necesitarás, y este te diría el nombre y donde se encontraba ubicado.
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Arcade [Dramione]
Fanfiction"Te amare cada día de mi vida. Siempre encontrare la forma de llegar a ti, no importa que suceda." Lord Voldemort ha sido derrotado. Muchos pudieron encontrar la calma luego de la tormenta. Pero ellos no. Ella no logra encontrar la paz. Él quiere re...