Capitulo 4.

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El regreso a Hogwarts había sido peor de lo que esperaba.

Draco nunca fue una persona demasiado querida, ni si quiera en sus mejores años en el colegio.

Sin embargo, nada era comparado con eso.

Las miradas no solo se posaban en el con desprecio y rechazo, sino que también los insultos y agresiones no tardaron en llegar.

Algunas personas antes le temían o respetaban, no se acercaban ni lo molestaban. Otras estaban furiosas con él y solían enfrentarlo, pero siempre estaba dispuesto a dar una respuesta. Por otro lado, estaban sus amigos, si era que podía llamarlos así. Ellos lo seguían a todas partes, lo alababan y hacían que se sintiera menos solo y en parte, más poderoso.

Ahora ni si quiera daba miedo, más bien, era una especie de malvado cobarde. Nadie lo tomaba enserio. No era ni si quiera un ex mortifago al que le temían (aunque el no quisiera eso) si no que era una persona que había elegido un bando fácil en la guerra para luego desmoronarse cuando este perdiera.

La gente lo despreciaba. Cuando iba a clases murmuraban sobre él. Lo más leve que escuchaba era que debía ir a Azkaban. Las personas lo miraban de mala manera, susurraban e incluso algunos le decían cosas cuando pasaba o le lanzaban hechizos. No era nada grave, pero varias veces quedo colgado de cabeza, sus cosas salían volando para todos lados o terminaba con algún sarpullido en su cuerpo.

El no respondía. El anterior Draco Malfoy habría causado un escandalo de grandes magnitudes, quejándose con sus padres o devolviendo el ataque. Hubiera usado palabras hirientes, pues era bueno en saber las debilidades de todos, pero ahora eso era distinto. Estaba completamente cansado y el hecho de iniciar una pelea que lo metería en mas problemas, solo hacia que su cerebro se agotara mas. Ignoraba a todas las personas, incluso a Blaise, el cual parecía querer tener una especie de amistad con el.

No quería causar problemas. Él tenía en claro eso, que él era un problema y causarlos, haría todo más complicado, al punto de ser inestable. El necesitaba paz en su vida de un vez, por mas que eso fuera difícil. Los recuerdos de lo sucedido el ultimo año lo atormentaban en las noches o a veces pasaban como flashes en sus pensamientos en momentos inesperados, haciendo que se quedara en trance y la piel se le erizara.

Al menos su padre estaba lejos y no tenía que ver a todos sus compañeros despreciándolo y lastimándolo. Probablemente le diría que era un cobarde, que debía ser un Malfoy y enfrentarlos.

Estaba cansado de vivir. Su vida se había quedado sin un propósito, sin una razón. No encontraba placer en nada, no tenía metas, no tenía esperanzas. Había elegido sus creencias familiares contra cualquier cosa ¿Y que obtuvo a cambio? El maldito infierno en el que estaba metido.

El ya no quería seguir más con esa vida.

No lloraba, ni si quiera cuando estaba solo. No se permitía llorar, lo había hecho demasiado antes. Él era un Malfoy, heredero sangre pura de los sagrados veintisiete. Debía ser fuerte, no podía permitirse llorar o andar dando lastima por los pasillos como un chiquillo con una vida demasiado difícil que necesitaba el perdón de los demás.

Pero no era fuerte, ya nada de lo que había sido de él estaba en su lugar. El solo sobrevivía pensando en un futuro mejor. Quizás, su madre mejorara. Quizás encontraría alguien que lo quisiera luego de lo que hizo. Quizás, aunque no lo dijera demasiado, su padre jamás volviera y podría estar libre de soportarlo.

Pero esa noche, esa noche fue la que derramo la gota del vaso.

Draco se encontraba sentado en la mesa del gran comedor. Era la hora de la cena y no tenía nada de hambre. Revolvía la comida a su alrededor, contando cuantas arvejas había en el plato mientras escuchaba la voz de Zabini y los demás de fondo, sumido en sus pensamientos pensando en cuantos minutos faltaban para que se pudiera levantarse con los demás estudiantes para por fin ir a la cama.

Arcade [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora