Capitulo 5

112 7 0
                                    

Hermione se sentía a punto de estallar, si eso era posible.

No estaba bien. Lo sabía completamente. Ella no estaba bien.

Las cosas se estaban agravando. No podía dormir de noche. Tenía insomnio constante y cuando dormía soñaba cosas horribles.

Muchas eran las noches en las que se despertaba sudorosa e incluso algunas vomitaba de lo desagradable que eran sus sueños.

Ya no tenía apetito, la comida apenas pasaba por su cuello.

No entendía que sucedía con ella.

Se suponía que habían ganado, que eran libres. Era el año más tranquilo que había tenido hasta el momento, no podía quejarse.

Siempre había algo que la tenía en vela, buscando formas de solucionar algún problema. No recordaba un año que fuera realmente tranquilo. Quizá era su primer año pero incluso ese había sido una locura.

Ahora tenía un año tranquilo. La gente parecía estar en paz luego de mucho tiempo. Nadie pensaba que algún mortifago podría matar a sus familiares y amigos. Se dedicaban a los estudios, al quidditch, a socializar, incluso, solía haber fiestas en el castillo totalmente ilegales.

Hermione no había tenido tiempo para fiestas.

Pero ahora lo tenía. Podía ir allí y bailar con sus amigos, podía beber hasta no dar más o conseguir algún novio. Pero no le interesaba. Fue solamente a una fiesta y se sentía totalmente asfixiada, el ambiente no era lo suyo.

Estaba cansada y agotada. Quería dejar Hogwarts y solamente había pasado un mes. No sabía cómo sobreviviría hasta fin de Mayo.

Intentaba mantener su cabeza ocupada en los ÉXTASIS y devolverles la memoria a sus padres. Había recorrido cada sector de la biblioteca, exceptuando la sección prohibida. Nada de lo que había allí se servía demasiado, cosa que la frustró. Se suponía que estaban en Hogwarts.

Considero pedir ayuda pero terminó por declinar. La profesora McGonagall estaba desbordada de trabajo y era la única persona que confiaba que le daría alguna solución factible. Quizás las respuestas estaban más allá de sus conocimientos y las paredes del colegio. Quizás debería considerar otras opciones.

Estaba frustrada y agotada. Debido a sus dolores de cabeza y mareos había pasado más tiempo en la enfermería de lo que quisiera. Cuando Madame Pomfrey empezó a sospechar que algo sucedía comenzó a dejar de ir. Algunas veces robó la pocion para calmar los dolores, pero luego se sintió culpable, por lo que tuvo que ocuparse de elaborarla ella misma.

Las personas a su alrededor parecían estar absortas en sus propios problemas, lo cual era un alivio, pero al mismo tiempo era molesto. Ella necesitaba que alguien la abofeteaba y la hiciera reaccionar.

Hasta que la bofetada se la dio ella misma.

Era Sábado por la tarde y habría partido de quidditch, por lo que decidió darse una ducha y vestirse para la ocasión. Antes de entrar a la ducha, se contempló frente al espejo y se le cayó el alma a los pies.

No parecía ella, más bien era otra persona la que la miraba desde ese reflejo. Tenía ojeras, tan grandes que eran casi del tamaño de sus ojos. Su pelo, antes vivo e indomable, caía sin gracia hacia los costados. Podía notar que sus clavículas se salían por fuera de la piel.

Miró más abajo y vio que sus costillas estaban marcadas también y los huesos de sus caderas. No era consciente de la cantidad de peso que había perdido y como este le estaba pasando factura. 

Nunca se había fijado que tan demacrada estaba.

No quería verse ni un minuto más. Se vistió rápidamente y huyó a la biblioteca, el único lugar seguro para ella en esos momentos.

Arcade [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora