IV

1K 95 20
                                    


Interesantee

Aviso: al final del capítulo explico el por qué de algunos cambios respecto a la serie. En el caso de que no se comprendan bien, no dudéis en preguntar.

No tengo idea de dónde estoy.

Lo único que hay a mi alrededor es oscuridad.

Una densa e infinita oscuridad.

Lo último que recuerdo es a esa desconocida infectada, a Bloom y yo quitándole esa especie de virus mágico, y luego...

Y luego a ese virus atacándome a mí.

Genial, no ha empezado todavía el curso y ya me he metido en un problema yo solita.

Ahora, ¿cómo diablos salgo yo de aquí?

— ¿Hola? — suelto a la nada.

Como era de esperar, no recibo una respuesta. Hasta camino unos pasos, pero es como estar atrapada en un infinito y oscuro pozo.

Y no puedo evitar tener la constante sensación de ser una presa siendo estudiada por su captor.

Me recuerdo que he de mantener la calma. He estado en situaciones peores y sigo aquí, ¿no?

Trato de convocar a Nigor, sin éxito, pero no esperaba mucho tampoco.

Trago saliva, no, no pienso caer presa del pánico.

Todavía no.

— Esto es un truco, no es real. — me recuerdo en voz alta. — Esto es un hechizo, y todo hechizo tiene un contra hechizo.

Por lo tanto, este lugar — si es que se le puede llamar así — tiene una salida.

Respiro hondo una, dos, hasta tres veces antes de convocar una esfera de poder que utilizo como antorcha.

Bueno, al menos sigo teniendo magia, es un avance.

Pero, en vez de estar más tranquila, no puedo evitar sentir escalofríos sobre mi nuca.

Como si algo me estudiara y se acercara a una velocidad vertiginosa.

Entonces, lo siento, una presencia, algo o alguien sisea a mis alrededores.

Quién eres. — exige saber una voz desconocida.

Yo trato de que no me tiemblen las piernas.

No es para nada como el guardián de mi familia, esta voz es oscura, tenebrosa.

Malvada.

— Podría preguntarte lo mismo. — respondo con una voz sorprendentemente firme.

Doy vueltas a mi alrededor, buscando esa presencia. Es como si estuviera rodeándome, analizándome, como si estuviera en todas partes.

Como si la voz y la oscuridad que me han tragado fueran lo mismo.

La voz sisea, molesta, impaciente.

Vuelvo a tragar saliva, refuerzo más el poder sobre mi esfera.

No eres el hada que infecté. — concluye, importándole bien poco lo que diga o vaya a hacer.

— Así que fuiste tú quién le hizo eso a la chica, ¿por qué? — pero la presencia sigue girando sobre mí, rodeándome y siseando molesta — ¿Qué eres? — pregunto con la voz más aguda, más impaciente.

Solo quiero salir de aquí, volver con los demás.

Pero la oscuridad, de alguna manera, se hace aún más densa, más pesada, como si el infinito espacio empezara a apretarse a mi alrededor.

MagicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora