IV

3.9K 246 90
                                    

「 Escucha la voz de la naturaleza

Mato al quinto mosquito que ha tratado de picarme en los últimos veinte minutos mientras intento de prestar atención al profesor Paladio.

— Como os estaba diciendo, el ejercicio de hoy será bastante difícil.

— ¡Profesor Paladio! ¡Me ha picado un mosquito! — como a todas, pienso. Algunas de mis compañeras se ríen.

Muchas se aprovechan de la poca fuerza de voluntad del profesor de no imponerse en la clase.

— Estamos cerca de un pantano. Y sólo es un mosquito, no es para tanto.

— Pero mire dónde ha sido. — mi compañera le enseña su muslo al profesor. Ruedo los ojos, exasperada.

— Oh, cielos. Lo que quería decir... es que tiene que ser corto. — balbucea Paladio mientras un coro de jóvenes risas le vuelve a interrumpir.

— Pobre profesor, las chicas no deberían hacerle eso. — me atrevo a decir. Bloom me respalda.

— Es que no se hace respetar lo suficiente. — se excusa Stella. Suspiro y vuelvo a prestarle atención.

— Una buena hada debe ser capaz de escuchar lo que la naturaleza nos dice. — suena a la prueba perfecta para Flora — El ejercicio de hoy pondrá a prueba vuestras habilidades, así que ya estamos listos para empezar. Tenéis tres horas para salir del Pantano de barro negro y llegar al claro del bosque de árboles oscuros. ¡Sin usar la magia! — perfecto, tampoco es que sepa controlarla del todo — Recordad, escuchad a la naturaleza. ¡Y seguid su consejo! — dicho esto, el profesor Paladio desaparece mágicamente.

¿Qué rayos significa eso?

Me encojo de hombros y las Winx y yo no tardamos en adentrarnos dentro del pantano para acabar con el ejercicio cuanto antes, pero acabamos sumergidas dentro de un charco de... ¿lodo? ¿barro? Prefiero no saber.

— ¡Qué asco! ¡Este lugar es muy desagradable! — se queja Stella.

— Desde luego querida, ¡y todo este barro es tan inoportuno! — le responde Musa cargada de sarcasmo. Suelto un par de risas junto a Bloom y Flora.

— No sé si os dais cuenta, — nos interrumpe Tecna — pero estamos metidas hasta las rodillas en lo que yo llamaría una charca de barro problemático. Está bien chicas, ¡cubrios! ¡yo me encargo de todo! — el hada está a punto de lanzar un hechizo, pero Bloom se lo impide.

— ¡No, Tecna! ¡No lo hagas! Tenemos que escuchar a la naturaleza... — le recuerda. Paladio nos había dicho explícitamente que no utilizaramos la magia. — Huelo algo... ¿qué es? — todas nos detenemos a oler el espacio ante la pregunta de la pelirroja.

— Huele, huele como a....

— ¡Huele a gas! ¡Chicas, salgamos de aquí! — todas corremos asustadas por lo dicho por el hada de la música

Miro sorprendida cómo, desde un lugar seguro, Bloom hace reventar una de las burbujas surgidas del barro con una rama y de la burbuja sale una corriente de energía que no parecía muy segura. El resto de burbujas siguen su reacción.

— Una sola chispa y hubiéramos quedado fritas. — añado.

— Sí, — concuerda conmigo la castaña — ¡hemos corrido un gran riesgo!

— Sobretodo tú, Tecna. ¡Te habría mandado la factura de mi modista! — todas reímos ante la broma dicha por la rubia para aliviar la tensión.

Después de un largo tiempo caminando por el pantano, alzamos las miradas hacia un ruido del cielo. Una nave cae de él.

— ¡Mirad! ¡Una nave de Fuente Roja!

MagicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora