0𝟮. All you had to do was stay

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24 de Enero 2023.
Barcelona.

Las manos de Gavi sostenían mi cintura con tal finura y mis brazos colgando de sus hombros. Probablemente ya llevábamos unas cuantas cubas de más. Pero no es nuevo ponerme a bailar con él en las discotecas.

—¡Hoy quiere bailar la noche entera, eh! ¡Está casi soltera! ¡No le presento a nadie, eso le da flojera! —canto todo el alrededor sobre la música.

Eran las once y cuarto... o tal vez la una y media, no sé.

Los amigos de Gavi: Balde, Ferran junto a su novia, Frenkie y obvio Pedri; querían salir ya que hace mucho no salían juntos. Mañana tenían entreno por la tarde así que supongo que por eso no están tan preocupados y no estaban contando las cantidad de cubatas que se metían. Cada quien estaba en su rollo: Balde se estaba tomando toda la barra y coqueteando con la bartender, Ferran se estaba succionando el alma con Sira, y Frenkie estaba con Pablo y conmigo bailando como un fideito cocido, moviendo el cuerpo de una manera cuestionable.

Por él no me pregunten, no quiero saber.

Seguía bailando con Pablo cantando la letra de la canción en un susurro y con los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y mi cabello moviéndose acorde al movimiento de mi cabeza. Estaba tan en mi trance fantaseando disfrutando el momento cuando una sensación fría se resbalaba sobre mi muslo derecho.

—La puta madre, hijo de puta —hable en un tono hostil, poniéndome el pelo detrás de la oreja y mirando el líquido que había llegado a manchar mi falda—. Me cago en todo.

—Hostia, tía, perdón, perdón, no fue mi intención. —alce mi mirada viendo a una chica peliazul con cara de angustia. Se desató su sudadera atada a su cintura para intentar limpiar el accidente pero la pare.

—No, tranqui, está bien. Yo me encargo.

Me dirigí al pasillo de los baños, apartando la cortina roja, y me quedé en la parte del lavabo. Saque un par de servitoallas, humedeciendolas con el agua pasándolas por mi pierna. Al parecer era soda porque me había dejado pegajoso como la mierda. Es que vaya mierda. Solté un bufido. Me moje las manos pasando estas por ahí mismo y me sequé con otras servitoallas. No pude arreglar mucho pero ya daba igual.

Por primera vez en toda la noche me miré al espejo, y hostia puta, pero lamentable eso no fue lo que más me inquietó. La robusta figura de Pedri, se reflejaba en el espejo. Con ese polo azul marino y los pantalones ajustados me convertían en el Amazonas en coma cero. Apoyado en la pared, mirándome, y esa estúpida sonrisa socarrona pintándose en sus labios. No me quiero poner a fantasear aquí mismo. Pase de él, mirándome a mí. Llevaba un top de encaje negro, una falda entallada de tiro alto negra, con unas zapatillas de tacon negras. Había llegado con una chamarra que le encargue a Sira cuando me fui a bailar, espero siga en sus manos. Puse mi pequeño bolso blanco sobre el lavabo sacando mi gloss, antes cheque la hora: tres cuarenta y siete. Me puse el gloss, con el único objetivo de tentarlo, inclinándome frente al espejo, entreabriendo mis labios y pasando el gloss por ellos. Me acomode la blusa y la falda. Cuando estaba dispuesta a salir de ahí para regresar a por Gavi y Frenk, la sensación de su mano fría topó contra mi cintura descubierta. Entonces le mire a los ojos.

Estaba ebrio.

Su otra mano se deslizó hacia mi cintura igual, y sin cortar el canal de nuestras miradas, me llevó de vuelta al lavabo. Me estaba jugando a su placer, en mis cinco sentidos lo hubiera detenido y le hubiera insultado, pero ya escuchan el dicho de: si lo hiciste ebrio, es porque cuando estás sobrio no te atreves a hacerlo. Mi trasero se topó contra el borde del lavabo, y sus manos se deslizaron de mi cintura a mi cadera, alternando su mirada entre mis ojos y mis labios.

INMARCESIBLE | Pedri G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora