𝟭𝟱. Sweet Nothing

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7 de Abril 2023.
Barcelona.

Su respiración abrazaba mi rostro, su mano sin ejercer presión reposaba sobre mi cadera, y mi pierna estaba por encima de su cuerpo.

Nuestros cuerpos siempre habían embonado tan perfectamente, me había vuelto adicta al calor que emana su cuerpo y el olor que desprende, dejándolo impregnado en mi.

Dibujaba con mi pulgar sobre su rostro, tallandolo de forma lenta.

Este último mes, no me había vuelto dependiente a Pedri, pero lo que si, es que si estaba a su lado todo marchaba mejor, y todo era mejor de sobrellevar.

Deje un beso en su frente, y lo sentí removerse junto a mi. Su respiración se volvió más pesada, moviendo su mano hacia mi espalda baja completamente descubierta, pues ayer nos habíamos terminado muy agotados como para vestirnos de nuevo.

Su nariz buscó mi cuello y empezó a acariciarlo con la punta de este, dejando un beso húmedo sobre él al final.

—Buenos días, linda. —me saludó con su voz ronca que me hacía poner las rodillas sobre el piso, acurrucado en mi cuello.

—Buenos días, amor.

—¿Qué hora es?

—Uhm, no sé —hable buscando mi celular, hasta encontrarlo sobre la mesita del lado de Pedri, y lo alcance con algo de dificultad— Son las diez menos veinte. ¿Te quieres levantar ya? —le pregunté acariciando su cabello.

—Uhm uhm. —jesticulo negando.

Nos quedamos poco más de diez minutos platicando sobre la cama, en la misma posición. Temas triviales, pero interesantes. Con Pedri siempre había algo de que hablar.

Finalmente nos levantamos para darnos una ducha. Busqué entre el cajón de su cajonera que me pertenecía, ropa interior limpia. Me dispuse a ir hacia el baño de la habitación donde mi novio ya me esperaba.

Sus manos enjabonadas recorrían mi anatomía a su paso y a su placer. Viéndome desde su altura cuando empezó a recorrer de mi cadera hasta mis pies. Dejando un beso sobre mis labios cuando se reincorporo.

Los labios de Pedri fácilmente podrían ser la perdición de cualquiera, pero él había decidido que yo sería la única que probara de su veneno. La única que sabría la textura de sus labios y el sabor de ellos. Yo era la única que podía saber cuál era la forma exacta de su besar. La única que podía experimentar las emociones que invaden tu cuerpo cuando sus labios se impregnan en cualquier parte de su ser.

—¿Qué tanto piensa esa cabecita tuya?

Solté una risita. —Que estas buenisimo.

Ladeo su rostro alzando las cejas y cerrando sus ojos cafés.

Fui yo ahora quien juntos nuestros labios de forma corta, y fue mi turno de enjabonarle a el.

Mis manos se deslizaban por su escuálido pecho, su cuello, sus brazos. Y sentía su penetrante mirada sobre mi. Y aunque algunas veces ya se me hacía habitual esa acción y sabía sobrellevarla, en otras ocasiones me ponía demasiado nerviosa.

Finalmente podimos vencer que la sangre se nos fuera a la segunda cabeza y terminamos de ducharnos. Sus dedos rozaron mi espalda cuando me ayudó a ajustarme el sujetador terminando su acción con un beso en el hombro.

Mi cabello se mecía con el viento que se metía por la ventana del coche de mi novio, con un vaso de helado entre mis dedos, su mano acariciando mi pierna, llegando a meterse entre la tela de mi vestido.

INMARCESIBLE | Pedri G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora