𝟭𝟯. Look what you made me do

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26 de Marzo 2023.
Barcelona.

Buee, chicos, yo creo que hasta acá el directo —hable a la cámara cerrando la pestaña de un video de youtube—. ¿Qué horas son? —pregunte para mi buscando mi celu por la mesa, abriendo de más los ojos cuando vi que eran cerca de las nueve— ¡Son las nueve de la noche! Madre mía.

Los chicos habían aprovechado que hoy no jugaban, hasta dentro de seis días; y querían ir a algún bar o discoteca.

En teoría Pedri pasaría por mi a las diez de la noche, y me iba a ser imposible arreglarme en una hora.

Mi relación con Pedri iba bien... va, iba increible. Habíamos podido poner ambos de nuestra parte para hacer una relación estable y confortable.

Era muy notoria la madurez que ahora teníamos. Estábamos grabando tantos recuerdos tan lindos, que lo mal que lo había pasado un año atrás no tenía cabida en mi memoria, y solo había momentos donde Pedri me decía que me quería y no solo lo decía, si no me lo demostraba.

Como la vez que me había hecho un ramito de flores con hojas de papel, a las cuales les echó de su perfume. El ramito actualmente está dentro de un frasco de vidrio sobre mi set up. O cuando me dedicó una canción, de reggaeton, pero con una letra muy bonita. También cuando subio una foto de la luna a Instagram con Congratulations de Mac Miller y me había etiquetado, pero en la foto no se veía mi arroba, pero si el pequeño te quiero, que estaba centrado arriba.

Después de haber elegido lo que me pondría, me metí a la ducha. Ya me había bañado hace unas cuatro horas, pero yo era de esas personas que le es imposible salir sin al menos echarse un poco de agua. Terminé dándome una ducha de menos de diez minutos, tiempo record. Seguido de echarme mi crema corporal y mis aceites en la cara.

Oh, se me olvido.

Hace tres semanas, Gavi y yo finalmente nos habíamos mudado a una casa a las afueras de la ciudad. Ahora que ya ambos teníamos pareja, o al menos el, alguien con quién estaba, necesitábamos nuestro espacio. Aparte de que no nos íbamos a quedar toda la vida viviendo en un departamento con una única habitación sin separaciones.

Porque si, había tomado la decisión de regresar a Barcelona, al menos por unos meses; y no justamente por Pedri, sino que me había dado cuenta que después de todo, en Barcelona estarán las personas con quien pude construir los mejores momentos de mi vida. Donde guardo recuerdos en las esquinas de las calles.

La casa era sencilla, de dos plantas. En la planta baja estaba la cocina, el comedor, la sala y una pequeña habitación; el comedor y la sala quedaban frente al patio trasero que eran divididos por una puerta transparente corrediza. El patio no era gigante ni nada sorprendente, una pequeña piscina y un pequeño tejado en la esquina. Luego junto a la puerta de entrada estaba la escalera que llevaba a la planta de arriba, donde solo estaban las dos habitaciones y un pequeño living, que ahorita no tenía nada pese a una planta a punto de morir. Junto a este living había una puerta transparente corrediza que daba la vista al pequeño, de verdad, pequeño balcón. El cual en un futuro quería llenar de plantas para sentarme a leer ahí todo el día y perder la noción de la hora.

Volviendo al presente.

Termine de maquillarme; solo me puse sombra de brillitos, me pinte las pestañas, colorete, y me pinte los labios color rojo, antes de añadir gloss en ellos.

Me sequé el cabello y le di un poco de volumen con la misma secadora.

Finalmente me vesti con un body negro que dejaba descubierta completamente la espalda, y me decidi por ponerme una falda de mezclila color caqui con bolsillos con solapa que se me ceñia a la pequeña cintura que tenia, y me llegaba apenas por debajo del culo. Y realmente estaba pensando en ponerme mis Converse, pero era momento de usar algo de tacón. Encontre mis sandalias negras de tacón grueso con tira tobillera.

INMARCESIBLE | Pedri G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora