0𝟴. Snow on the beach

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05 de Febrero 2023.
Barcelona.

El sonido de llamada de mi celu interrumpió mi sueño. Tarde en razonar que me había quedado dormida en la sala y me había dejado dolor de cuerpo por la incómoda posición en la que estaba. Volví a escuchar el sonido de llamada de mi celu, que estaba tirado en el piso.

—Joder. —me incliné para recogerlo y vi que era un número desconocido pero reconocí los últimos tres dígitos: 317.

—Holap —descolgué echándome el cabello hacia atrás con la mano—, ¿pasa algo? —pregunte yendo hacia el baño principal.

—Hola, buenas noches —le escuché saludar con un atisbo de alegría mientras me echaba agua a la cara con una mano—. Disculpa si te desperté...

—No, no. Está bien —hable saliendo del baño y volviendo al sofá sentándome frente al ventanal viendo la ciudad—. Me había quedado en el sofá... whatever, ¿para que llamabas?

—¡Oh! Sí... Ehm, ¿crees que puedas salir a la puerta?

—¿Qué? ¿Para qué? —pregunte soltando una risita.

—Solo... sal... si quieres... —agregó mientras yo me encaminaba a abrir la puerta.

Pedri estaba sentado sobre las escaleras de espalda a mi. Con una sudadera azul celeste y un pantalón verde militar. Cerré la puerta tras de mí y entonces puso su mirada café sobre mi. Llevaba un vestido verde lima de tirantes a lunares blancos con ribete fruncido. En la tarde había salido al parque a leer. Estaba descalza, mala idea, el frío del piso de mármol me atravesó la piel de los pies. Me acerque a él y me senté a su lado metiendo el vestido entre mis piernas, y lo vi desatarse los cordones de sus vans para después ponermelos con cautela, llevando sus fríos dedos a mi pantorrilla, metiendo mis pies dentro de los tenis y atarle los cordones. Quedandose el en calcetines negros.

Alzo mi mirada hacia mí, que tenía mis ojos todo el rato sobre él. La barba se le estaba empezando a asomar. Puse su mano derecha sobre mi rodilla y no hice atisbo de apartarla, porque no quería.

—Hola. —saludó nuevamente.

—Hola. —salude igualmente con una risita al final y voltee a ver mis pies ahora calzados—. Me quedan gigantes. —agregue moviendo los pies y volviendo la mirada el, que tenía esa sonrisa dibujada en sus labios.

—Si vas a preguntar, te respondo antes... Ni yo sé que hago aquí... Solo sé que llevo queriendo hacer algo durante todo el día.

—¿Y en ese algo estoy yo involucrada? —pregunté girando más hacia él, frunciendo el ceño y ladeando la cabeza.

Ladeo la cabeza con una sonrisa alzando ambas cejas. —Yo creo que sí.

—¿Qué pasa?

—No sé, Victoria —negó alzando sus hombros y dando una vista rapida a su alrededor—. Solo sé que quiero que lo intentemos, que los besos no se agoten. Tengo la impresión que te voy a quererte como a nadie y probablemente vuelva a salir mal, pero es un riesgo aceptable que puedo tomar. No es el fin del mundo sino estas en mi vida, que no me va a faltar el aire ni mucho menos. Pero no tienes idea de como quiero que estes ahi para mi. No quiero que te vayas, tampoco quiero hacerte ir, al contrario, quiero que esta vez te quedes y me conozcas —vi como sus ojitos empezaban a brillar más que al principio, tomé sus manos entre las mías, ignorando lo frías que estaban—. Me suele dar igual cuando alguien entra y sale de mi vida, pero contigo no fue así... Me gustaría que te quedes, que veas lo importante que eres para mi, normalmente sería indiferente ante la situación, pero Victoria, realmente a ti no te quiero perder, no otra vez.

Lo envolví entre mis brazos, sintiendo sus lágrimas humedecer mi hombro derecho y sus manos aferradas a mi.

—Pedri, Pedri, está bien. No llores cariño. —le susurré con mis labios sobre su cabello dejando besitos en él.

—Yo se que no hice las cosas bien —dijo separándose de mí, con sus ojitos rojos tomándome por el cuello con ambas manos—. Pero porque fui un niñato, no sabía nada Tori, no sabía que realmente te quería y tuve que saberlo cuando justamente decidiste irte por la chorrada que te hice. Perdon, cielo, de verdad-

Lo callé uniendo nuestros labios en un beso nada impetuoso, más bien, delicado, calmoso. Simplemente nuestros labios que ya se conocían tan bien, diciendo esos sentimientos que no pueden ser expresados con palabras porque no hay alguna que los defina. Barriéndose entre ellos, dando un baile que se sabían perfectamente los pasos. Mis manos sobre sus rodillas y las suyas sobre mi cuello. Nos separamos de a poco, dejé un casto beso sobre sus labios y recosté mi cabeza sobre su hombro con mi mirada sobre él, acariciando su hombro contrario con mis dedos, y su mano acariciando mi pierna derecha.

Yo también te quiero, Pedri, y mucho más de lo que te imaginas, incluso mucho más de lo que un día llegué a pensar quererte. —vi su sonrisita colarse entre sus labios.

—Confirmó que tus labios siempre saben a café. —agregó poniendo sus ojos sobre mi unos segundos, para empezar a jugar con el tirante derecho de mi vestido.

—La cuestión es que si queremos que esto funcione tendremos que poner de nuestras parte, cada día, tu y yo, juntos —le acaricie el cuello y esta vez no le dio escalofríos porque ya no usaba anillos—. Habrán días que no será nada sencillo, los problemas serán grandes pero no tan grandes como el amor que nos vayamos a tener como para lidiar con todo esto... No quiero ser un amor mediocre, quiero ser ese amor que te cura, que te ayuda a sobrellevar la vida —me reincorpore frente al volviendo a tomar sus manos entre las mías—. Pero si me gustaría... que fuéramos con calma. No te lo tomes a mal, estoy demasiado segura que quiero estar conti-

—Linda, está bien. Entiendo perfectamente.

Me regaló una sonrisa, pero no las de siempre, no, una sonrisa de afecto. Deje un casto beso sobre su cabeza.

—¿Te piensas ir en calcetines? —le pregunté poniendo mi mano sobre su rodilla—. Me esperas aquí, voy a por mis chanclas y te regreso tus tenis ¿vale?

—Vale, linda.

Me pare y entre de vuelta al apartamento dejando la puerta abierta, subí a la habitación viendo a Gavi dormír muy a gustito tapado con el cobertor, fui a por mis chanclas que estaban junto a la cama y me las puse quitándome los vans de Pedri. Nuevamente baje viéndolo parado junto a la puerta, me acerque a él, le tendí sus tenis y el se agacho a ponerlos.

—Irás al partido de hoy ¿cierto? —pregunto viéndome desde su lugar.

—Sip.

—Vale —habló después de terminar su acción y ponerse de nuevo de pie—. Algún día irás a los partidos con mi camiseta. —agrego tomándome por la cintura.

—Seguro que sí. —le despedí con un casto beso y salió hacia el pasillo.

Ambas escuadras ya se encuentran en la cancha del estadio Camp Nou para hacer ejercicios de calentamiento previos al partido que está a minutos de comenzar.

El partido comienza.

Para el 40' Barcelona comienza a encontrar espacios, pero el Sevilla no cede ante el dominio local. Comienza el segundo tiempo. Jordi centra en el 58' y chuta abriendo el marcador. Gavi marcó gol en el 71' y festejó eufóricamente como siempre con el equipo, me busco entre el estadio y beso su muñeca. Tenemos una pulsera compartida y siempre la cargamos, y como es de hilo la puede usar durante el juego. Llega el minuto 79' y Raphinha añade el tercer gol al marcador. Y el partido terminó 0-3 añadiendo tres puntos más al Barcelona y poniéndose a ocho puntos del Madrid. Que locura.

INMARCESIBLE | Pedri G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora