INMARCESIBLE | Pedri G.

𝟮0. Don't blame me

25 de Noviembre 2023.
Tenerife.

—Te amo. —le dije, con mi mirada alternando entre sus ojos avellana y sus labios con todo el labial corrido, antes de descender hacia abajo de su cuerpo.

Estaba sentada sobre mi, con las manos apoyadas en la pared, dejando los gemidos salir de sus ovalados labios sin retenimiento alguno. Veía como tenía el rostro escondido en su brazo, mientras yo jugaba con sus pliegues. Se me escapó una sonrisita entre los labios al ver todo lo que podía provocar en mi chica.

Cuando miraba su cuerpo desnudo, me atrapaba por unos instantes una fragancia rica a petricor. Cuando escuchaba el sonido de su placer claramente que eran una melodía pura.

No fue demasiado difícil llegar a probar sus jugos. Escuchando un gemido muy bajo, pero demasiado sexy... así como todos los que salían de ella.

La volví a poner sobre la cama, volviendo a besar todo su cuerpo, sin quererme con ganas de ningún rinconcito. A este punto me conocía ya perfectamente cada curva, cada montañita... cada punto de placer.

—Me encantas. —le susurre cerca de sus labios cuando llegue a su rostro.

Le vi reprimir una sonrisa, pasándose la lengua por la punta de los dientes. Y ella no sabía lo tanto que me encantaba ese gesto de ella. Se veía demasiado atractiva haciendo algo tan estúpidamente simple.

Nuevamente me llene de sus labios, dejando su lengua recorrer la mía y saborearla a su placer. El beso era lento, y eso solo provocaba que mi cuerpo volviera a ser abrazado por el placer y las ganas.

Ganas de más.

Con su mano en mi mandíbula separo nuestros labios. Alternando su mirada entre mis labios y mis ojos.

Lleve mis manos hasta su cintura, recorriendo desde el costado de sus pechos. Bese el valle de sus pechos, sin despejar mis ojos de los suyos, que tampoco lo hacía de los míos.

Me paré al borde de la cama, girando su cuerpo tomado por las caderas, dejándolo boca abajo. Aparte su oscuro cabello de su espalda y deje un camino de besos húmedos hasta el final de esta.

Le di un cachete en el culo, y tomándola por las caderas nuevamente, la puse sobre sus rodillas y sus manos. Impulsando con mi mano a que dejara el cuerpo sobre la cama, con solo su culo hacia arriba.

—No grites tanto, cariño —le susurré inclinadome hacia su oído, rozando la punta en su entrada— A solo que quieras hacerles saber lo loca que te vuelvo en la cama. —finalice dejando una mordida en su lóbulo, entrando a ella con lentitud.

Dejando que sus paredes se adapten a mi miembro. Mi mano izquierda quedaba todavía sobre su cadera, con mi otra mano me eché el pelo hacia atrás. Mi frente goteaba de sudor.

Estuve dando estocadas hasta que su cuerpo se adaptara al mio, y dado un tiempo, empeze a ingresar de a mas dentro de ella, provocando que sus sonidos aumentaran y ahora parecieran grititos entrecortados.

La escuchaba bufear, lloriquear, gemir, quejarse, suspirar... y todo por mi.

Le di unos toquecitos en la cadera, indicando que podía moverse ella a su gusto.

Buscando su liberación, empezó a moverse contra mi, dejando mi miembro dentro de ella y moviendo sus caderas en círculo, dando fuertes estocadas que hacían que mis caderas se echarán hacia atrás.

Cada vez sentía más sus paredes ceñirse a mí. La tome del pelo con la mano, alzando ligeramente su cuerpo, dejando besos húmedos en su cuello, sin dejar de penetrarla.